Steven
Acomodo mi chaqueta al bajar del auto. Le agradezco al chofer y camino con el mentón en alto hacia el lujoso hotel de cinco estrellas de la ciudad central.
Observó de reojo a Gustavo a mi lado, luce imponente con su traje de tres piezas y elegante. Ambos lo estamos, nos reuniremos en unos minutos con la realeza.
No voy a negar que me siento un poco nervioso, esta es una oportunidad que no puedo perder.
―Buenas tardes, bienvenidos―Un hombre con traje impecable aparece en nuestros caminos.
―Buenas tardes―Saluda primero, Gustavo― Le presento al señor Steven Brown, mi recomendado―Dice con discreción.
―Bienvenido señor Brown, me complace conocerlo. Soy Franco Baker, secretario real de la familia Evans―Hace una pequeña reverencia―Los estamos esperando.
―Gracias por la invitación.
―Pasen por aquí, por favor―Señala hacia el elevador.
Sigo a Gustavo e ingresamos a la caja metálica. Me quedo en el rincón mientras empezamos a subir lentamente y aprovecho para respirar hondo y hacer ejercicio de relación y no terminar desmayado.
Trago grueso cuando el sonido informa que hemos llegado a nuestro piso. Me detengo al salir al pasillo y observo a varios hombres en regados por el pasillo, vestidos de negros con auriculares en sus oídos. Se nota que son agentes de seguridad y se me quedan observando cuando paso por su lado, haciendo que apriete el trasero.
Dios mío, tantos hombres hermosos me están poniendo a sudar.
Seguimos al secretario y nos detenemos en una de las suites.
―Hemos dispuesto de los tres últimos pisos por seguridad de la familia―dice― Si desean algo, no duden en avisarme. Estaré a su disposición.
Esas palabras se repiten y, si no fuera porque estamos en un asunto serio, le pediría una noche juntos.
Compórtate.
Hago un asentimiento sin poder articular alguna palabra e ingresamos a la habitación.
Observo a mi alrededor, todo es limpio y elegante y nos detenemos al ingresar a la sala donde hay varias personas.
―Gustavo, bienvenido―Un hombre alto de ojos azules se acerca a saludar dándole la mano a Gustavo― ¿Y tú debes ser Steven?
―Mucho gusto señor.
Se nota que es el rey y hago una pequeña reverencia.
―Buenas tardes―Una hermosa mujer aparece con una pequeña sonrisa. Lo más deslumbrante son sus ojos, son de un color violeta como los de la chica. Ahora entiendo de quién los heredó.
―Buenas tardes, su majestad―Hago una reverencia.
Nos quedamos en un silencio incómodo, los hombres de seguridad y otras personas con celulares y tablet en la mano se me quedan mirando.
―Salga todos―Dice el rey haciendo que todos obedezcan, dejándonos solo los reyes, el secretario, Gustavo y yo―Siéntese por favor, ¿Desean algo de beber o de comer?
―No, gracias.
―Bien― Su esposa se sienta a su lado y los cuatro nos miramos―Gustavo me comentó lo que hiciste por Tania y déjame felicitarte. No solo hiciste en ella una dama, sino que pudiste ayudar en su relación y, por lo que nos cuenta nuestro amigo, ahora se llevan muy bien.
―Gracias, señor.
Bueno, no es que yo realmente haya hecho que su relación se fortaleciera. Eso fue parte de toda la familia quienes pusieron su granito de arena, pero como mi Sugar Gustavo está pretendiendo alardear, no soy quién para contradecirlo.
―Queremos que nos ayudes con nuestra hija, no sé si Gustavo te comentó lo que está pasando.
―Algo así―Digo.
―Nuestra hija ha crecido en un ambiente muy diferente al que debió crecer, ella…―Carraspea dándole una pequeña mirada a su esposo como si le pidiera ayuda.
― ¿Salvaje? ― Termino por ella ante la mirada de los dos―No se preocupen, sé cómo debo trabajar con este tipo de personas.
―Necesitamos recuperar a nuestra hija, ella es una princesa y debe regresar a su hogar y tomar el lugar que le corresponde.
―Entiendo.
―Espero que pueda ayudarnos, señor Brown―Dice el rey.
―Lo haré, no se preocupe.
―Este es un documento confidencial―El secretario me entrega un documento―La prensa ni medios de comunicación pueden saber lo que está pasando.
―Por mi parte no lo sabrán―Leo el documento antes de firmar―También necesito que firmen esto―Los reyes se miran entre sí sorprendidos al sacar una carpeta del maletín y se lo entregó, pero antes de que ellos puedan tomarlo, el secretario me lo quita de las manos y lo lee primero.
― ¿Qué significa esto? ―Pregunta el secretario frunciendo el ceño.
―No es para ti―Le quitó el documento de sus manos y se lo entrego al rey― En este documento ustedes me dan su consentimiento y autorizan mi labor y no se meterán en los métodos ni la forma de aprendizaje que utilizaré con la princesa―digo―No pueden intervenir en nada hasta haber terminado con mi trabajo.
― ¿Qué métodos sugiere usted? ―Pregunta de nuevo el secretario.
¿Látigo? ¿Golpes? Todo lo que se necesite para domar a la salvaje.
―Métodos privados que no le concierne ni a usted ni a nadie―Digo―Es un método privado y solo necesito su permiso―El secretario abre la boca para discutir y es cuando Gustavo interviene.
―No deben de preocuparse, Steven sabe lo que hace.
― ¿Estás seguro? ―Pregunta el rey a su amigo y este asiente con una sonrisa―Completamente.
―Su majestad, es mejor que nos reunamos con la consejería antes de tomar una decisión―Dice el secretario sacando las uñas―Y si el señor Brown no es apropiado para la misión, podemos buscar a otro.
―No―Dice la reina y toma un lapicero que hay en la mesa y firma―Confiamos en lo que dice Gustavo y si él dice que es el mejor, entonces dejaremos que haga su trabajo.
―Estoy de acuerdo con mi esposa―Murmura el rey antes de firmar―Además, ya lo hemos intentado con varias personas y todas terminan huyendo. El señor Brown sabe lo que hace.
―Gracias su majestad―Digo y le doy una mala mirada a lamebotas del secretario.