Ninguna de las dos vuelve a mencionar nada. Detesto los hospitales, diría que
demasiado, el olor a alcohol es tan fuerte, tan penetrante y muy fastidioso para
mí. Por estas razones si en algún momento de mi vida llegó a suicidarme, lo
hare fuerte y grande, así la muerte sea rápida ya que, si llega a fallar, tendría que
estar aquí y quién sabe diablos por cuánto tiempo, y eso es lo que menos espero.
Han pasado 15 minutos de que el imbécil se fue “espero que en verdad se haya
ido” pero para mí mala suerte viene otra vez por el pasillo, su voz es gruesa,
cualquiera la podría oír en cualquier lado.
—Listo, aquí te traje Cristal, esto fue lo que permitieron que comieras.
—Le entrega una bolsa.
—No te vayas a dormir, Cristal— Le dice una enfermera. —Sabes que tu
estómago es muy delicado y debe hacer la digestión bien. —ella asiente.
—¿Me podrías prestar tu teléfono? —hablo y el “idiota” me ignora. —Deja que
me levanté que te daré una bofetada.
—¿Me hablas a mí? —hace mofa.
—Disculpe, me puede hacer el favor de ¿Prestarme su celular? —lo ignoro
hablándole a la enfermera
—Que orgullosa, toma—me da el teléfono.
—Que lindos. —Nos dice la enfermera y solo respiro.
Vuelvo a marcar al número de Isabella y demora en contestar.
—Hola
—Hola Isa, soy Lazy, ¿Has podido comer algo?
—Si. —Habla como si tuviera la boca llena.
—¿Cocinaste? ¿No quemaste la casa? —Ella se echa a reír.
—¿Cocinar yo? Jamás, tu novio me mandó un delivery a la casa.
—¡¿Qué?! —lo fulminó con la mirada y solo se hace el que no fuera con el—.
Cuando llegue a casa te explico todo
—Dile que muchas gracias, Lazy “No voy a hacer eso ni en sueño”
—Sigue soñando, cierra todo y ponle seguro, nos veremos hasta mañana.
—Sí —vuelve hablar con la boca llena—. Te quiero mucho.
—Igual, no te vayas a dormir tan tarde, ok, bye.
Cuelgo el teléfono y noto que la enfermera ya no está con nosotros.
—Me puedes explicar, ¿Por qué tuviste la osadía de mandarle comida a mi
hermana?
—Pues, creo que el golpe te afectó el cerebro también, Lazy —Cristal se ríe. —
Además, tú no puedes irte así ok, te hice un favor, se agradecida, por Dios. —
se pone la mano en el pecho indignado.
—Aja –ruedo los ojos.
—Bien, ahora ven a comer. —comienza a desempacar
—Yo en ningún momento te pedí comida, además tampoco dije que quería.
—Isabella es muy fácil de convencer.
“Traicionera” saca unas hamburguesas y el olor me revolotea el estómago.
Quisiera decir que no, pero de verdad no sé ni cuando fue que comí ni a qué
hora lo más probable es que me le coma hasta la mano con el hambre que tengo.
—Solo porque tengo hambre te la recibo, pero no esperes un “gracias”
¿entendiste?
—No importa —sonríe y asiente.
Empezamos a comer y saboreo con ansias está hamburguesa.
La vida a veces es tan impredecible, que por momentos todo pareciera estar
bien, pero por otro lado se está derrumbando.
Momentos pequeños que toca atesorar en el corazón, ya que no se sabe que
pueda suceder en los siguientes instantes.