Un deseo para nosotros

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Andrea tenía treinta años y llevaba casi ocho años de matrimonio con Uriel, después de que ella se dedicara a un tiempo a su vida laboral, llegó a querer darle la oportunidad de ser feliz en el ámbito familiar, formar la familia en la que ambos decidieron posponer hasta ver qué estaban completamente estables.  

Y desde entonces han pasado dos años en dónde a ella le detectaron problemas uterinos, lo que le impedirá poder tener hijos a un futuro. Esa noticia la dejo mal, le hizo sentirse la mujer más vacía por no experimentar lo que es un embarazo, y en una de sus idas buscando como calmar su corazón adolorido por la noticia ve que los niños que viven en orfanatos necesitan del amor que ella desea dar.  

Es por eso que cuando habla con su esposo sobre la posibilidad de querer adoptar un hijo en la edad de recién nacido a los tres años, deciden buscar el sitio que le dé la seguridad de que todo sea legal, es cuando conocen el orfanato Luz de vida, uno en dónde se encuentra a cuarenta y cinco minutos de dónde viven. 

La primera vez que deciden ir no llegan a bajarse del auto, quedándose dentro de este viendo a los distintos niños de distintas edades jugando o bien cuidando a los más pequeños. Esa fue la primera vez que sintieron esa emoción de estar haciendo lo correcto. La segunda si tuvieron el valor de bajar y adentrarse hasta el despacho de la persona encargada de todos aquellos niños.  

—Bienvenidos sean a Luz de vida —fue el saludo que dio la directora ofreciéndoles los asientos que estaban enfrente del escritorio de madera antigua —Es un placer para mí recibirlos.  

—Muchas gracias directora —musito Uriel.  

—Estoy suponiendo que han sido vosotros los que estuvieron durante tres horas estacionados afuera hace unos días atrás —menciono la mujer haciendo que las mejillas de Andrea se llenarán de rubor.  

Andrea suspiro y miro a su esposo que entrelazó sus dedos con los de ella, dando así fuerza para poder hablar.  

—Así es —dijo ella —Y hoy tuvimos la valentía de poder venir a verla, queremos adoptar un niño, no nos importa si es varón o mujer, solo queremos tener un pequeño ser cerca de nosotros para darle el amor que tenemos en nuestro corazón.  

—En este sitio tenemos todas las edades —comenzó a decir la mujer —Así como también hay hermanos entre los que estamos aquí, todos estos niños son huérfanos. Algunos tiene familiares, pero al momento de ingresar a nuestro hogar estos firman un documento en dónde se deshacen de la obligación de ellos.  

>>Los que nos hace responsable a nosotros y así poder darles una mejor calidad de vida a ellos con familias que realmente los quieren —expreso.  

Uriel y Andrea asintieron antes de que esté último hablara.  

—Ambos estamos buscando niños en la edad de kinder —exclamo —Ya sea recién nacidos o que tengan la edad de cuatro años. 

—Tenemos a varios niños en la edad de dos a cuatro años —murmuro la directora —Los niños recién nacidos son los primeros que se adoptan, por la posibilidad de que los pueden criar desde cero.  

>>Aunque si me permiten mi opinión también debería de darle la oportunidad a los niños ya grandes —exclamo —Ellos llevan años aquí, tratando de algún modo que algunos padres deseen darle las vidas que tanto sueñan. 

En la garganta de Andrea sintió como un nudo se formaba por lo que le decía la mujer, un recordatorio de que no solo los niños pequeños debían de ser la prioridad.  

—Gracias por sus consejos —hablo Uriel al ver a su esposa —Cuando volvamos a venir le diremos si deseamos uno mayor.  

La directora asintió antes de tomar un pequeño folder y entregárselos a ellos.  

—En este folder podrán encontrar las fotografías de todos nuestros niños —exclamo —Van ordenados por edad, así como también por familia. Ya que tenemos niños que son hermanos, en su próxima visita podrían verlos, compartir con ellos algún juego o pequeño lonche.  

—¿Podríamos hacer eso? —pregunto esperanzada Andrea, cuando vio asentir a la mujer ella sonrió —En ese caso traeremos unos pequeños presentes para todos. ¿Cuántos niños son?  

—Aproximadamente son cien niños de la edad de dos años a los diecisiete —informo —En las fotografías que les acabo de entregar podrán verlos, detrás de estas están escritos sus nombres y sus respectivas edades. Por lo que se pueden guiar por la información que se encuentra atrás.  

—Vendremos el día viernes —dijo Andrea levantándose para ofrecerle la mano a la directora que se la estrecho antes de que el esposo de ella también hiciera lo mismo.  

—Entonces el viernes nos vemos nuevamente —fue lo que dijo la mujer viéndolos salir.  

Walter se escondió cuando vio pasar a la pareja, cada vez que llegaba una pareja a ver la directora era a el que mandaban a investigar que hacían estás ahí. Para así que los demás supieran que pronto se iría uno de ellos, salió de su escondite cuando ellos salieron del recinto y corrió hacia el comedor en dónde estaban con los que se ajuntaba.  

—V–van a adoptar —murmuro apoyando sus manos sobre sus rodillas, mientras trataba de llenar sus pulmones de aire —El viernes van a venir nuevamente y traerán presentes para todos.  

Liam miro a su hermana Lesly que mantenía entre sus brazos a Matías quien soltó a reír antes de llevar una de sus manos hacia la boca y chupar sus dedos.  

—Hay que correr la voz entre los demás —comento entonces Liam agarrando a su hermano menor que soltó un grito de alegría —Si algunos de ustedes es el elegido debe de estar prevenido.  

—Difícilmente lleguemos a ser nosotros a los que adopten —musito su mejor amigo —Estamos ya grandes Liam, solo buscan niños a los cuales ellos puedan moldear a su gusto.  

Liam suspiro y miro a su hermano que le estaba tocando la mejilla con su mano húmeda por la saliva.  

—No se pierde nada con que lo intenten —fue lo que dijo antes de darle un beso en la mejilla a su hermano pequeño… 
 




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