Un deseo para nosotros

02

Andrea paso las fotos con lentitud, mirando los rostros de cada niño y deseando que alguno de ellos deseara poder darle la oportunidad de ser su madre. Tenía ese anhelo tan fuerte que el saber qué jamás podría concebir, le hizo querer adoptar y de alguna manera sentía que toda era cuestión de tiempo para que tal vez su esposo deseara un hijo de su sangre.  

Pero si eso sucedía ella tendría a hijos que amaría de por vida, un niño llamo su atención haciendo que pasará sus dedos por el rostro en la fotografía. Tragó saliva mientras sus ojos se humedecían, el corazón comenzó a latir con fuerza dentro de su pecho, sintió unas manos en sus hombros logrando que ella elevará su mirada para ver a su esposo por encima del hombro.  

—Se ven que son hermosos los niños —comento Uriel y Andrea asintió sonriendo.  

—Todos lo son —murmuro ella —¿Realmente quieres adoptar un hijo conmigo Uriel?  

La pregunta a Uriel lo hizo suspirar antes de quitarle las fotografías de las manos a ella y dejarlas sobre la mesita de vidrio que estaba enfrente del sofá. Tomo de las manos a su esposa para después hacerla ponerse de pie y que se sentará en su regazo, la noticia que le dieron meses atrás los afecto a ambos por parte iguales, más a ella que tenía ese deseo.  

Y él la amaba tanto que haría lo que le pidiera con tal de verla sonreír y ser feliz, si bien deseaba un hijo que viniera de ambos, no pensaba engendrar un hijo sino era con la mujer que eligió como esposa.  

—La felicidad tuya también es mía Andrea —musito él en voz baja —Y me haré la vasectomía porque sino es contigo con quién no tengo hijos, no pienso tenerlos con otra mujer. Además si quiero adoptar un niño de este orfanato. 

>>Te amo mucho y se que nosotros le daremos todo el amor que tenemos dentro de nuestro corazón. Además sería un hermoso deseo para nosotros en esta navidad —exclamo él.  

Andrea parpadeo antes de sonreír y apoyar su cabeza en el hombro de él.  

—Un deseo para nosotros —repitió ella en voz baja —Y para ellos también.  

Uriel la abrazo con fuerza antes de tomar nuevamente las fotografías y ver la que ella estaba viendo con anterioridad. El rostro de aquel niño que no debía de tener menos de dos años sonreía dejando ver sus pequeños dientes, con los ojitos entrecerrados por la sonrisa que tenía en sus labios.  

—Este niño será nuestro hijo —exclamo Uriel dándole un beso en la frente a Andrea que sollozo.  

Mientras en el orfanato Liam observaba a sus dos hermanos dormir, habían transcurrido dos días desde que la pareja visito el lugar y faltaba solo ese día para tener que verlos a ellos, conocerlos y que los conocieran a todos. Ha sus catorce años sus hermanos habían sido todo lo que necesitaba para poder estar bien, hace un año y dos meses que habían llegado a ese lugar, sus abuelos y únicos familiares habían fallecido solo meses después de que sus padres también partieran.  

Por mucho que deseo no ir a un sitio como en el que estaba al final los juzgado y la policía los llevo ahí, el cumpleaños de su hermana y hermano pequeño estaba cerca. Era irónica la vida porque el cumplía años para los reyes magos y sus otros dos hermanos en la misma víspera de navidad. Un año atrás solo fue capaz de sostenerlos en sus cumples.  

Si hermana Lesly iba a cumplir los ochos años y su hermano Matías a penas cumpliría dos años, tres veces unas parejas desearon adoptar a Matías porqué el había sacado los genes de su familia materna, mientras que ellos sacaron los de su familia paterna. Su mirada fue hacia la ventana que tenían todos en esa habitación, tenía miedo de que está vez si pudieran separarlos de Matías muy en el fondo de su corazón sentía que iba a suceder eso.  

Y no quería, si durante esas tres ocasiones en dónde hizo lo posible para estar juntos hasta el momento en que cumpliera la mayoría de edad y así llevarlos consigo lo sentía muy lejano. Sus ojos se llenaron de lágrimas por la impotencia que sentía. El sueño no llegaba por temor y angustia, volvió a mirar a sus hermanos antes de suspirar y limpiar la humedad que tenía en sus ojos.  

Se puso de pie para ir a la misma cama que ocupaban y acomodarse tomando así entre sus brazos a sus dos hermanos mientras cerraba sus ojos, tratando de dormir aunque sea unas horas. Necesitaba pensar y buscar un pequeño obsequio para darles a ambos por sus próximos cumpleaños, pero la idea de perder a uno de ellos solamente le dejaba un amargo sabor en su boca y un fuerte dolor en su estómago.  

Andrea no había descansado absolutamente nada por los nervios y porque después de esos dos largos días en dónde fueron de compras llevando las fotos con ellos para elegir algo acuerdo a lo que veían habían logrado comprar todo, además ella con su propio dinero tomo la decisión de llevar un pequeño refrigerio para poder disfrutar de un momento con ellos.  

Por eso cuando Uriel se despertó y la busco en la cama solo sacudió su cabeza sonriendo antes de alistarse, sabía que su esposa estaba muy ansiosa por poder ir a verlos, por desear compartir con ellos y de ver al niño que ganó sus corazones. Fue casi una hora después en dónde vio a su esposa empacando lo que hizo, dándole así una sonrisa llena de nerviosismo. 

Le causó ternura verla de ese modo, por lo que solo se acercó tomándole de las manos impidiendo que siguiera haciendo eso para que fuera a alistarse.  

—Ve a darte un baño —comento en voz baja, antes de llevar su mano hacia la mejillas y acariciarle está —Yo terminaré esto.  

Andrea asintió y le dio un beso en la mejilla a modo de saludo, para hacer lo que le acaba de decir. Al quedar solo Uriel hizo lo que le comento, por lo que varios minutos después Andrea regresaba con el cabello húmedo y vestida de forma cómoda, para ayudarle a llevar todo a la camioneta. Era tanto sus nervios que terminó golpeándose la cabeza al querer entrar a la camioneta después de asegurarse de llevar consigo todo y que la casa estaba cerrada.  

—Me dolió —exclamo pasando las yemas de sus dedos por la zona donde se golpeó.  

La risa de su esposo hizo que ella también soltará a reír para liberar los nervios que sentía.  

—Debes de calmar un poco los nervios —comento él dando así inicio para llegar al orfanato.  

Andrea suspiro mirando por la ventana en dónde apoyo su cabeza viendo el paisaje, no podía dejar de estar ansiosa, nerviosa y hasta cierto punto inquieta. Si bien el niño al cual eligieron para adoptarlo era hermoso, no sabía si tenía hermanos o familiares que cuando creciera decidieran buscarlo y arrebatarlo de sus manos, eso sería lo más triste para ella.  

—Lo sé —menciono —Solo que deseo poder verlo y tomarlo entre mis brazos.  

Uriel asintió y llevo su mano hacia la pierna de ella en dónde dejo un suave apretón.  

—Yo también quiero eso Andrea —dijo —Y si nos enamoramos de él por una fotografía, verlo en persona solamente hará que todo sea más maravilloso.  

—Nuestro futuro hijo pronto estará con nosotros —exclamo Andrea en un hilo de voz… 
 




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