Andrea se mordió los labios antes de bajar del auto hacia quince minutos que llegaron en dónde Uriel se encargó de bajar los regalos de la parte trasera y los llevaba adentro, ella se colocó el gorro de lana bien en su cabeza impidiendo de ese modo que la nieve humedeciera su cabello. Al cerrar la puerta trasera fue hacia el maletero en dónde también comenzó a sacar los paquetes que llevaban para los niños.
—Deja eso allá y ve con la directora —fue lo que le dijo Uriel cuando estaba ingresando adentro —Yo me encargo de los demás, te puedes enfermar y no deseo que lo hagas.
Ella asintió más nerviosa que antes, obedeció a su esposo y fue al despacho de esta, en dónde encontró la puerta abierta, le daba la espalda y miraba por la ventana hacia la entrada supo que ya sabía de su llegada y les daba su tiempo.
—Buen día, ¿Puedo pasar? —pregunto haciendo que ella diera un pequeño brinco en su sitio y se diera vuelta para verla —Disculpe no quise asustarla.
—Buen día señora Madrigal —dijo la mujer a modo de saludo —No se preocupe estaba en otro lado con mi mente y no me encontraba presente, por eso el susto.
Andrea sonrió y asintió antes de ingresar cuando ella movió su mano hacia la sillas que tenía enfrente.
—Suele suceder que nos desconectamos del presente para irnos a otros sitios —musito ella sonriendo un poco.
Delia asintió y se sentó viendo a la mujer que tenía el rostro de un ángel a decir verdad, la sonrisa que brinda era tierna hasta cierto punto estaba teñida de melancolía, sacudió su cabeza enfocándose en ella.
—Me alegra ver qué han venido —expreso —Así mismo ver los presentes que han traído.
Andrea sonrió aún más de ser posible antes de suspirar.
—Fueron días en dónde sin duda fue la mejor inversión de dinero —exclamo ella —Solo que hay un niño el cual nos enamoró perdidamente, primero lo hizo conmigo y cuando lo vio mi esposo, simplemente supimos que él sería a quien le daríamos nuestro amor.
—Todos nuestros niños estarán alegres de los presentes que ustedes les darán —dijo Delia —Y referente al que desean adoptar y darles información que necesitan.
Andrea suspiro y saco del bolsillo del abrigo que llevaba puesto la foto para entregársela, cuando Delia la agarro solo suspiro sintiendo un nudo en la garganta. La mirada risueña de un Matías le daba la bienvenida y cuando lo supiera Liam sabía que solamente le rompería el corazón al saberlo.
—Matías Rivers —dijo Delia —El hermano menor de los tres Rivers.
—¿Hermano menor? —exclamo Andrea.
Delia elevó la mirada tragando saliva y asintió, antes de dejar está sobre el escritorio.
—Así es —musito —Son tres Liam, Lesly y Matías Rivers —exclamo.
—Yo no sabía eso —murmuro Andrea.
Delia sonrió un poco antes de tomar una foto que tenía de los tres y que había estado viéndola desde antes de llamar al mayor de ellos, se la entrego a Andrea que la tomo con la mano temblorosa. Los rostros de ellos hizo que el nudo se hiciera más grande en su garganta.
—Ellos llegaron aquí hace un año y pocos meses —relato Delia —Sus padres murieron por un accidente de tránsito y sus abuelos por la tristeza. Es por eso que están aquí, el mayor Liam es quien cuida de los dos y demás niños dentro del orfanato, su única prioridad son los dos menores y me imaginé que sería Matías el elegido.
Andrea bajo nuevamente la mirada a la fotografía, el rostro de Matías el nombre quedaba perfecto con el pequeño el cual paso la yema de sus dedos por la fotografía, los dos hermanos se parecían, pero el color de los ojos eran lo que les diferenciaba del pequeño, tragó saliva y sintió sus ojos humedecer.
—¿Podré hablar con el mayor? —cuestiono ella en voz baja.
Delia asintió dándole una sonrisa, aunque podía ya venir el dolor y de paso la rabia en Liam cuando lo supiera.
—Por supuesto —dijo —En el momento que deseen mando a llamar a Liam.
Andrea asintió mientras se ponía de pie, había mantenido su vista en la fotografía que le estaba haciéndole chiquito el corazón, suspiro antes de ver la mujer que la miraba con compresión en su mirada.
—Iré a ver a mi esposo —anunció viendo como asentía.
Al salir fue directo hacia dónde Uriel estaba, que al verla frunció el ceño y dejo las bolsas sobre el piso para abrazarla en cuanto llegó a su lado.
—¿Qué sucede Andrea? —cuestiono él preocupado.
—Tiene dos hermanos —susurro —El niño al que queremos adoptar tiene dos hermanos y me siento mal, porque estaremos separándolos a ellos.
Uriel suspiro y le abrazo mientras cerraba sus ojos, la sintió temblar y no por el frío que hacía, sino por la decisión que conllevaría lo que iban a decidir. Le tomo el rostro y hizo que le observara, sus ojos celestes se enfocaron en los verdes de él, los de ellas estaban llenos de lágrimas que contenía por lo que acaba de ser informada.
—¿Y que deseas amor? —pregunto —¿Qué opinas de esto?
Ella negó porque no sabía que decisión tomar y tenía miedo de elegir la equivocada, hizo un puchero con sus labios sintiendo las fuertes ganas de llorar, no deseaba equivocarse y tampoco quería alejarlos a los tres.
—No sé, no sé —susurro…