Un deseo sorpresa

Capítulo 1: Skyler

Miro la pantalla en blanco y otra vez exhalo con frustración.

Tantos rechazos del “jefe hemorroide” me están dejando la autoestima hecha puré. Podría enviar mis historias a otra editorial, claro, pero siento que este rechazo es personal. Él es más duro conmigo que con los demás, y eso me tiene atravesada. No se trata solo de publicar, sino de demostrarle que soy capaz. Se ha vuelto un asunto de orgullo, casi un reto personal que no pienso perder.

El problema es que no se me cae ni una sola idea. Ni orando, ni meditando, ni con los rituales que recomiendan las escritoras místicas de internet, porque sinceramente prefiero no terminar invocando un demonio por error.

Podría escribir las historias de amor de mis amigas. Ambas tienen vidas dignas de novela, y no exagero. El problema son las emociones. Es fácil describir una escena, pero difícil sentirla cuando no te pertenece. Y yo odio escribir algo que suene mecánico, como un robot con teclado.

Mi profesora de literatura en la escuela siempre decía que lo mejor es escribir sobre lo que una conoce. Que los textos con alma nacen de la experiencia. Y tenía razón. El problema es que en mi caso esas experiencias están tan oxidadas que chirrían. No salgo con nadie desde hace más de un año. A este punto ya no recuerdo cómo se comporta una persona normal en una cita. Probablemente hablaría de gramática para romper el hielo.

Dogan, el esposo de mi amiga Viper, insiste en que debería salir con alguien como “investigación de campo”. Dice que así obtendría inspiración. Claro, como si mi pánico social necesitara más excusas para florecer.

Me vuelvo torpe con los hombres, y si alguno me gusta de verdad, pierdo toda coordinación motora y neuronal. La última cita que tuve fue con el hermano de una empleada de la editorial. Ella juró que era encantador y no lo era. Solo hablaba de sí mismo y en algún momento empecé a contar cuántas veces dijo “yo”. Cuando mi amiga me llamó fingiendo una emergencia, salí de ahí con una velocidad que ni los bomberos podrían igualar. Desde entonces, decidí enfocarme en mí y vivir las emociones románticas a través de mis amigas, que para eso son expertas en el drama y la pasión.

A veces quisiera ser como Viper, con esa personalidad fuerte y directa que no teme decir lo que piensa. Ella habría puesto al jefe hemorroide en su lugar hace rato. Lo conoce, porque resultó ser hijo de una clienta suya, pero no lo trata lo suficiente como para enfrentarlo. Sé que lo haría por mí, sin embargo, eso sería poco profesional, y sobre todo, dejaría en evidencia que me importa más de lo que quiero admitir.

Agarro el celular y abro el chat del grupo.

Estoy oficialmente bloqueada. Mi mente está de vacaciones sin permiso y rendirme no es opción.

Lexy: Sigue el consejo de Dogan y búscate un hombre que te sirva de protagonista.

Viper: Y de paso, quién sabe, quizá conozcas al amor de tu vida. El menos pensado, cuando menos lo esperes. Hablo por experiencia.

Me río, porque tiene razón.

Lexy se convirtió en madre gracias a una inseminación artificial que no salió exactamente como el protocolo indicaba. Hubo una confusión de muestras y terminó embarazada con el esperma de Fox, un corredor de autos, que cuando lo descubrió la buscó para conocer a su hijo. Al principio fue raro. Hoy están casados, felices, criando a su hijo y protagonizando una historia de amor.

Viper, por su parte, era enemiga declarada del compromiso. Le gustaban las aventuras, las reglas propias y la independencia. Hasta que una noche de copas terminó casada por accidente con el hermano de Fox. Después vino el embarazo, los enredos, los ataques de pánico emocionales y, finalmente, el amor. Hace apenas dos semanas se casaron oficialmente en una ceremonia íntima donde su pequeña hija actuó de testigo medio dormido.

Dos novelas vivientes, dos finales felices, y yo aquí, mirando un documento vacío con el entusiasmo de una piedra.

Vuelve a sonar mi celular.

Viper: Te puedo pasar la información de una app de citas seria. Una clienta conoció a su novio ahí y llevan seis meses.

Lexy: Odio las apps de citas. Me alegra estar casada.

Viper: No tienes que casarte con ninguno, solo explorar. Piensa que es trabajo de campo.

Skyler: Estoy con Lexy. Odio las apps.

Viper: Entonces el sábado salimos a tomar algo con la misión de encontrarte un hombre. Dejaré a Dogan a cargo de la niña. ¿Lexy?

Lexy: La idea de ir a un bar ruidoso me deprime, pero lo haré para apoyar a Skyler. Fox no tendrá problemas en quedarse con Archer que ha comenzado a amar a los autos y pasan horas con eso.

Viper: Perfecto. Sábado de bar, tragos y amigas con la misión de encontrarle un hombre a Sky.

Skyler: ¿Puedo opinar?

Viper: No. No puedes. Si no vas, te iré a buscar y sabes que lo haré.

No discuto. Las adoro demasiado para pelear. Pensé que cuando se casaran se olvidarían de mí, que estarían absorbidas por sus esposos e hijos, pero no. Siguen ahí, siempre disponibles para rescatarme de mis propios bloqueos, incluso cuando sus métodos rozan el secuestro amistoso.




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