Nuestra historia comienza dentro de una iglesia, donde se puede observar a una monja y a un joven practicante de hechicería. Era un muchacho de cabellos rubios como una como la paja, ojos verdes como la hierba, una figura rectangular y unas vestimentas dignas de hechiceros de tiempos antes de él.
Se encontraban arrodillados frente al sagrario, en sus caras yacía un gesto de tristeza y miedo, sabían lo que vendría en el momento que él decida comenzar su travesía, pero aun así, ya este se había decidido sin importar que.
-Que se haga como tu voluntad mande.- pensó el joven hechicero mientras enfocaba su mirada en el mosaico que se levantaba arriba de él, siendo este la única luz que resaltaba en la iglesia además de las velas de los alrededores. En este se veía el camino de Aleph hacia el paraíso siendo el mismo el que centraba todo.
-Hijo mío- dijo la monja a su lado con lágrimas en los ojos -Te lo ruego, reconsidera tu decisión ¡El señor podría hacer un milagro y por fin quitarte esa desgraciada marca que te ha causado tantos males!-
Esa marca, la marca de Samr o la marca del diablo como algunos la conocen, es impuesta por el ahora rey de todo. Todos aquellos a los que se le imponen esta marca normalmente son corrompidos y transformados en bestias sin más razón que la de destruir todo lo que ve. Se dice que unos pocos son seleccionados para, por el contrario, utilizar su poder y obtener poderes más haya que los de cualquier mortal, estos son llamados hijos de Samr. Siendo solo los primeros odiados y rechazados por todos abiertamente. Nuestro protagonista cae más en el primero que en el segundo.
-Sabes que solo hago esta oración por ti, madre.-Respondió el joven hechicero levantándose -Siento que hace mucho tiempo que el dejo de escuchar mis plegarias, no hay lugar en el santuario para aquellos que poseen la marca como yo.-
-¡Eso... Eso no es cierto!- Grito con tristeza su madre agachando su rostro- ¡Y no lo será mientras siga siendo mi hijo!-
El joven hechicero sonrío con sinceridad y la abrazo con suavidad -Ya, ya. Tienes razón, tal vez algún día él haga que esta marca desaparezca de mi cuello y pueda volver a vivir una vida normal, pero jamás estaré tranquilo mientras el este en el mundo. No puedo quedarme simplemente con los brazos cruzados ¡si tengo el poder para enfrentarlo aunque sea debería tratar!-
Su madre lo abrazo con fuerza y dijo -Así dijeron muchos otros antes que tú, y míralos ahora ¡muertos! No más que un montón de polvo en la tierra-
-Sabes bien que ni yo ni mi hermano somos como ellos, he crecido preparándome para este momento. Además, sabes bien que no lo hago simplemente para quitarme esta marca- dijo el joven hechicero soltando a su madre y mirándola a sus dolidos ojos. Luego, con un tono de tristeza pregunta -¿Dónde está ella?-
-Se fue a aun viaje para renovar sus votos.-
-Ya veo. En un año volverá, ¿cierto?-
-Si, y será nombrada parte de esta comunidad- respondió la madre mirándolo -Ella ha estado preparándose para esto toda su vida, ¿cómo sabes que el amor que siente por ti no es algo del momento?-
-Madre...-
-Solo digo- respondió, después está volvió a su estado de tristeza nuevamente -Hay... Algo que quiero decirte, hijo.-
Después de una larga conversación y un último abrazo, el joven hechicero se arrodilla ante su madre y esta proclamo -¡En el nombre y el poder que Aleph me concedió, tú Simón O ' Sullivan tienes mi bendición! ¡Que tú viaje está lleno de buenaventuras y que la voluntad del señor te guíe por el buen camino que tenga este para ti!-
-Que así sea- dijo en voz alta Simón O' Sullivan. Ahora con una sonrisa en su rostro y confianza en sus ojos, sale de la iglesia con la idea de que esta no sera la ultima vez que vería este lugar.
-Por favor, vuelve a salvo- pensaba su madre mientras lo observaba retirarse hacia el pueblo.
(...)
El pueblo se llama Lanercost, un pueblo costero no muy grande con un gobernante demasiado enfocado en sus negocios marítimos como para saber qué pasa en el pueblo actualmente. Sus habitantes por otro lado... Amables una vez que te conocen. El joven Simón se detuvo saludar a algunas personas en su camino a la puerta principal.
-Tú y tus amigas siempre trataban de hacerme bromas, ¿Tan mal les caí?- Le dijo Simón con un tono burlón a sus alguna vez compañeras en la escuela, Brianna y su grupo de amigas.
-Ya que te vas de viaje, joven Simón. ¿Qué tal si te compras algunas pócimas, buena cantidad de panes y queso, y un jarra tapada de agua? He he. ¡Incluso!, y solo porque te vas de viaje, te lo dejaré a la mitad del precio ¡es mas, si te llevas unos pescados te los dejare a la mita también! - Le decía el señor Darren cuando este paso por su tienda, siempre pensando en ganar dinero.
-L-lo siento señora Fiona, no puedo detenerme ahora; no tengo problemas en llevarme los en una bolsa, si usted dispone de una claro- dijo Simón a la señora Fiona, que con su posada a llenado las barrigas con su buena comida de tanto viajeros como de locales.
-No puedo creer que ya vas a embarcarte en tu propio viaje ¿No quieres que te acompañe un fuerte y elegante recién graduado caballero?- Dijo un chico llamado Connor, enseñando sus músculos con el recién estrenado emblema de caballero de la guardia de lanercost que había ganado.
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Editado: 21.11.2018