Un destino en un año.

Capitulo 4. Una tormenta nostálgica

El sonido de un rayo se escucho chocar contra madera del carruaje, prendiéndolo en fuego. 

Estaba volteada, los caballos habían huido, y nada mas se escuchaba el sonido del agua cayendo con fuerza sobre los restos. No muy lejos del ahora arruinado carruaje, estaban una cueva donde nuestro Protagonista Simón O' Sullivan y la familia Herga, una familia adinerada que se ofreció a hacerle el favor de llevarlo al pueblo de Austr por haberles salvado la vida de un malvado hechicero el día anterior.

-¿Todos están aquí?- Pregunto Simón parado frente a la entrada de la cueva y observando hacia atrás.

-Así parece -Dijo el Señor Herga abrazando a su esposa y a su hija.

-¿Y el conductor?-Pregunto Simón.

-Aquí estoy Señor. -Dijo el conductor saliendo del fondo de la cueva- Exploraba para ver si encontraba algún peligro, parece estar limpia pero si la lluvia sigue como esta se inundara rápidamente.

-No te preocupes por eso, yo me encargo. -Dijo Simón, luego, alejándose un poco de la entrada de la cueva dijo -Shield

La entrada se cerro con una barrera mágica.

-Podremos respirar y el agua no pasara, pero solo durara unas 2 horas arriba. -Dijo Simón sentándose frente a la familia- Sera mejor calentarnos y secar nuestras ropas un poco, o nos dará un resfriado que hará ver el frió de esta tormenta como una brisa de verano.

-Je je- rió un poco la hija de los Herga.

Simón correspondió con una sonrisa cálida. Coloco su capa en el suelo, la envolvió y dijo -eldr- prendiéndola en fuego.

-Creo que sera suficiente por el momento.

Nadie dijo nada, se quedaron sentados, por lo menos hasta que la tormenta acabara.

(...)

Unos minutos de silencio después. La señora Herga, que se encontraba al frente y derecha de Simón, pudo observar algo extraño en el cuello de este.

-Ugh. -Pensó- Estos jóvenes clase baja de ahora, pintándose el cuerpo, ¡ya no hay respeto por la piel!

En un principio se quedo con esa idea, pero después de observarla con detenimiento, sus ojos se abrieron, su piel se blanqueció y empezó a tartamudear llamando la atención de todos.

-La-la-la-la -Decía esta.

-¿Pasa algo señora? -Pregunto Simón confundido.

-¡La marca! -Grito la señora Herga como si hubiera visto diablo enfrente de ella- ¡El tiene la marca de Samr!

Todos voltearon a ver a Simón, ¡observándola perfectamente!. El padre agarro a su hija, la esposa se abrazo del esposo ¡hasta el conductor se abrazo del señor por miedo!

-¡No, esperen! ¡no es lo que creen! -Dijo Simón tapándose la marca- N-no les haré nada ¡se los juro!

Ellos no lo escucharon, corrieron hacia la entrada de la cueva en busca de escapar, ¡pero el escudo estaba activo todavía!. Luego todos voltearon a verlo, hay parado.

-¡Nos comerá! -Grito la mujer.

-¡No! -Respondió Simón.

-¡Nos sacrifica en el nombre de Samr! -Grito el hombre.

-¿Que? ¡no! -Respondió Simón.

-¡Usara nuestras entrañas como ropa y nuestra piel como capa!- Grito el conductor.

-Iu ¡No! ¿¡Que rayos les han entrado en la cabeza para pensar que alguien haría eso!? -Respondió Simón.

-¿Y-y que nos harás? -Dijeron en conjunto.

-¡Si fuera hacerles algo, ya lo habría hecho! -Dijo Simón con enojo, aclarando- Es mas, si hubiera querido hacerles algo malo ¡lo hubiera hecho en el camino!

Los Herga y el conductor se quedaron callados asimilando la situación.

-El fue quien nos salvo en el pueblo. -Dijo la hija de los Herga haciendo que miraron a Simón con algo de vergüenza.

-Tienes razón Cristal. -Dijo el señor Herga- Lo sentimos, joven Sullivan.

-No se preocupe, es una reacción normal al ver esta marca, por lo menos no trataron de atacarme. -Dijo Simón sentándose de nuevamente- Aunque la verdad me impresionaron con esa imaginación.

-Si, hay rumores no muy alentadores sobre aquellos que tienen esa marca. -Dijo el Señor Herga sentándose en el suelo nuevamente acompañado de su hija.

-Cree a me que los he escuchado todos. -Dijo Simón, y mirando al conductor continuo- Con excepción del que menciono el señor conductor ¿Donde usted escucho eso?

Pero el conductor y la señora Herga seguían parados, desconfiados de Simón.

-Oigan, no los morderé -Dijo Simón con una sonrisa.

-¿C-como podemos estar seguros? -Dijo la señora Herga.

-¡Después de lo que le paso a mi hermana, no confió a nadie con esa marca!- Dijo el conductor seguro de si mismo.

-¿Que le paso a su hermana? -Pregunto Simón.

-Antes era un hermano...

Simón abrió sus ojos sorprendido, y decidió no seguir preguntando.

-Puedo entender que no confíen en la marca, pero confíen en que yo no les haré ninguno daño. -Dijo Simón poniendo su mano derecha en el pecho y su mano izquierda al aire.

La señora Herga y el conductor se miraron, corrieron a la otra parte de la cueva y se sentaron hay.



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En el texto hay: magia y aventura, magia, accion poderes mistica experimentos

Editado: 21.11.2018

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