Un Destino Soñado

*° 10 °*

—¡Por Dios! Christine...

Lord Berry ni cuenta se dió cuando levanto a su esposa entre sus brazos para llevarla hasta donde la costurera un tanto desconcertada le indicaba.

—¡Carmín! ¿Qué sucedió? ¿Porqué la descuidaste?

—Yo...no... Señor ella estaba bien, no se que paso — contesto la doncella con lágrimas en los ojos.

—Lo mejor será llamar al doctor — la costurera ya madura y con suficiente experiencia tratando mujeres de toda índole, indicó a la doncella que le trajera un frasco con un líquido amarillento —Pero quizás sea algo normal, con esto estará mejor, pobre y con tanta ilusión por probarse su vestido.

Al momento de acercarle el frasco en sus fosas nasales, Christine recobro el sentido, algo desubicada se sentó y detallo a su esposo, al parecer se mostraba ligeramente preocupado.

—¿Cómo está Milady?

La doncella se acercó con un poco de agua para su ama.

—Bien, no se qué sucedió, de pronto sentí que me faltó el aire y vi todo oscuro, no recuerdo más — dijo la mujer tomado a sorbos pequeños el agua.

—Dos veces Christine, en menos de cinco días te has desmayado dos veces ¿Acaso no te estás alimentando bien?

La doncella salió en defensa de su ama, sobretodo porque ella era quien debía estar al pendiente de la señora, Daniel la miro con recelo y se acercó a la entrada del salón.

—Ire a qué preparen el carruaje, nos vamos para la casa, haré que el doctor te revise.

Dicho esto Daniel salió con rapidez y tras él la costurera, ya su clienta había recuperado la conciencia así que nada le impedía volver a sus labores.

—¡Que cerca estuvo! — dijo Christine con alivio

La doncella con cara desencajada miraba a su ama quien entre risas nerviosas le conto que era lo único que se le había ocurrido cuando vio a su esposo hablando con quién se suponía ella iría a almorzar ese día.

—Milady que susto me dió, ojalá y el señor no se entere, está en juego nuestra cabeza.

—No te preocupes Carmín, nada sucederá, bueno aparte de otra fastidiosa visita del doctor.

Christine se lamentaba el no poderse medir su vestido, aunque por fortuna la modista se compadeció de su supuesto malestar y decidió que lo mejor era ir hasta la mansión, allá podría probarse todos los vestidos sin molestias.

Tomaría toda la tarde del siguiente día pero con eso haría parecer aún más verídico su supuesto desmayo.

Aunque también estaba que debía reunirse con Lord Cass y ahora no podría hacerlo con la misma libertad de antes.

—Listo Milord, todo está normal con su esposa, quizás se deba a qué aún está débil por lo de la otra noche, pero no veo nada de que preocuparse por ahora.

—Doctor,  ¿Podría estar ella de encargó?

El doctor pensó un poco antes de responder negativamente, para la desdicha de Daniel, su esposa no tenía ni pizca de estar de encargó aún, según el doctor ella era una mujer muy saludable, pero no había encontrado ninguna señal de un embarazo.

Christine quien se alegraba de oír al doctor mientras se escondía tras la puerta, fue sorprendida por el ayuda de camara de su esposo, quien por órdenes de él, le traía unas infusiones para el malestar de su esposa.

—¿Milady?

—Emm... bueno yo... si estoy escuchando, es mi salud de la que hablan, ya sabes que los doctores no le cuentan a uno todo, no es que quiera husmear.

El ayuda de camara la miro sin expresión alguna y se limitó a servir en una taza de cerámica el amarillento y caliente líquido.

—Aveces la curiosidad es buena — dijo el ayuda al salir sin esperar a que su señora reaccionara a lo dicho.

—Al parecer no es nada grave, pero debes cuidarte — informo a su esposa un Lord ignorado — ¡Christine!

La mujer algo ensimismada no presto atención a su esposo cuando entro, si quiera se dió cuenta, demoro varios minutos después de que saliera el ayuda para medio comprender lo que dijo. Ahora sabía que debía indagar en el pasado de su esposo pero al mismo tiempo también se dió cuenta que no obtendría mucho más que ese simple comentario por parte del ayuda.

—¡Mujer! ¿Acaso no sabes que no puedes ignorar a tu esposo?

De un brinco la mujer giro encontrándose con la cara colérica de su esposo.

—¿Decías? No te oí — respondió para complementar aún más el enojo de su esposo.

—Te decía que jamás vuelvas a ignorame — sentenció

—Ah... Eso, si claro

La sangre del hombre se calentó casi de inmediato, tanto así que en cuestión de segundos ya estaba sobre ella sujetándole las manos y repitiendo la misma frase anterior, está vez en voz baja.

Christine quien no pudo, ni podría contenerse, se mordió los labios haciendo que su esposo perdiera el control de la situación.

Un mordaz pero placentero beso dejo agitada a la pareja. Daniel trataba con todas sus fuerzas no mostrar aquel vil deseo, su mirada siempre fría solo hacia que su esposa deseara más de aquel hombre.

—¿Milady? — de verdad que había ocasiones donde no soportaba a su doncella

Daniel se levanto sin decir nada más, se ajusto su traje y salió por la puerta que unía las dos habitaciones, Christine quedó recostada en la cama y aunque deseaba girar y verlo salir se quedó con la mirada fija hacia el otro lado, sus sentimientos cada día eran más confusos, sus deseos más intensos y una curiosidad sobre su esposo que no la dejaba tranquila.

La puerta  se abrió y la doncella entro con un sobre en la mano y algo pálida.

—Milady, enviaron esto a nombre mío pero...

—Lord Cass — dijo antes que la doncella terminara de hablar y tomo la misiva en sus manos —¡Esta loco!

—¿Qué sucede Milady? No me asusté más de lo que ya estoy

—Mañana se devuelve a su tierra, así que vendrá pasada la noche — la doncella se llevó las manos a la boca, su ama cada día andaba menos cuerda — dice que estará en los jardines traseros, según él allí nadie va al finalizar la tarde.

La doncella esperaba que Christine rechazará la oferta pero sin dudarlo acepto, aunque a sabiendas que seguramente su esposo la visitaría esa noche.




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