Un destino y Un juramento

Dioses y Humanos

Capitulo 2:

Después de la desaparición de ese día, no encontraron rastro del hombre que Hyria describió, así que tomaron la decisión de que por su seguridad ya no iría a la academia y procurarán vigilarla para que no le pasara nada. Desde entonces la niña se la pasaba en casa o a veces iba a visitar a Tobirama a la torre del Hokage para pasar el día con su padre. Al principio no importaba mucho, ya que era una niña que no le importaba estar dentro o fuera de casa. El problema comenzó cuando ella tuvo uso de razón y veía a otros niños dejándola de lado por estar siempre encerrada o no conocerla. Empezó a exigirle a su mamá por no dejarla salir a los 10 años, quería tener amigos como todos los niños de su edad, y le reclamó por el hecho de decir que no era diferente cuando ella misma se contradecía. Pero aun así su madre se mantenía firme con su decisión. Cuando Hyria cumplió los 12 años, vio a los niños de su misma edad graduarse de la academia ninja, y su enojo y rechazo por la decisión de su Lyria solo creció.

Ahora estaba en la torre del hokage quejándose con Tobirama mientras este revisaba unos informes.

Hyria: Papá, habla con mamá por favor, lo único que le falta es ponerme supervisión para ir al baño.

Tobirama: Sabes que lo hace por tu seguridad.

Hyria: Ya hacen 4 años de aquel día, no puede mantenerme encerrada por toda la vida.

Tobirama: Ya te está dando suficiente libertad, ¿Qué más quieres?

Hyria: ¿A qué le llamas libertad papá? No me deja respirar sin que me vigilen.

Tobirama: Solo se preocupa por ti. Pero hablaré con ella para que te dé más espacio.

Hyria: Gracias papá.

Cuando Hyria volvió a su casa, su mamá estaba preparando su postre favorito, el olor a budín de limón llenaba la casa. Al escuchar la puerta de la entrada, Lyria tomó un trapo para secarse las manos mientras salía a recibir a su hija. El sol ya teñía el interior de un tono naranja cuando ambas se sentaron a merendar en la sala y jugaban Shogi de forma tranquila. Al terminar las tazas de té, la mayo se quedó viendo a su hija en silencio.
Hyria se giró para verla y le sonrió, pero al prestar más atención a los rasgos cansados de su madre, su ceño se frunció ligeramente

Hyria: ¿Has estado durmiendo bien estos días mamá?

Lyria: Si cariño… no te preocupes…

Hyria: Escuche que hubo una batalla cerca del bosque hace unos días, si te está afectando mucho… podríamos decirle a papá y…

Lyria: No hace falta, sabes que no debemos molestar a tu padre con este tema.

Hyria bajo la mirada algo preocupada, cuando su madre se puso de pie para llevarse las tazas y lavarlas, levantó la mirada viendo a la foto familiar que tenían de cuando ella era bebé. A pesar de que ella era querida por sus padres, nunca los vio queriéndose como una pareja, y el pasado de su relación era algo de lo que su madre se negaba a hablar, así que era un completo misterio para ella.
Se puso de pie para acercarse a la cocina y ayudar a su mamá con la comida de esa noche, algunos invitados de su padre irían a cenar, así que debían de tener todo listo. Hicieron carne al horno y una sopa de arroz y alga para acompañarlo, mientras lavabas el arroz, notaste las manos de su madre algo torpes y temblorosas mientras taba la carne y la ponía al horno. Ayudó en lo más que pudo y se quedó vigilando la comida mientras su madre se retiró a su cuarto a descansar. Se sentó en la cocina leyendo un libro titulado “la vuelta a casa”, más no era por la trama que su pierna estaba inquieta y su mente intranquila, si no por el hecho de que hasta ese día incluso con la constantes batallas de los alrededores, su madre jamás se había visto tan afectada por “el lamento”.
Desvió su mirada de la página que estaba tratando de leer hacia la puerta de las escaleras que daba a las habitaciones del piso de arriba. “No subas si no tienes mi permiso” Habían sido las palabras de su madre desde que ella tenía memoria, pero la preocupación del porqué según su madre, el poder que poseían era aún más grande que unas palabras del pasado. Se levantó de la silla dejando el libro sobre la mesada y se acercó a la puerta y se abrió paso sobre las escaleras. Al llegar a la habitación de su madre apoyó la oreja en la madera de la puerta para tratar de asegurarse de que estaba dormida, pero distantes sollozos se escuchaban dentro. Hyria mordió la uña de su dedo pulgar pensando en si entrar o solamente alejarse, pero al bajar la mirada y ver un destello dorado bajo la puerta decidió entrar.

Bajo el picaporte abriendo ligeramente la puerta, asomó un ojo por el pequeño espacio , pero antes de que pudiera ver más, la jalaron del brazo hasta el pie de la escalera y cerraron la puerta antes de que pudiera reclamar por algo.

Tobirama: Sabes perfectamente que tenes prohibido entrar a esas habitaciones. ¿Puedes aunque sea obedecer esas palabras de tu madre?

La mente de la niña estaba demasiado confundida como para poder escuchar los gritos de su padre.

Tobirama: ¡Hyria! Escucha cuando te hablo.
Se sobresaltó cuando su padre gritó su nombre tan de golpe y volteo a verlo, no había lágrimas en sus ojos, pero aun así se veía el miedo en sus ojos.

Hyria: Que… ¿Qué le pasa a mamá? ¿Por qué ella…?

Tobirama: Olvídate de lo que viste. Ve a tu habitación ahora. Hyria, te estoy hablando.

La cena se canceló esa noche, Incluso al otro día, no vio a su madre en todo el día y la puerta de las escaleras estaban cerradas. Pasó una semana antes de que su madre saliera, e igualmente no se tocó el tema de esa noche en ningún momento. A cambio, Lyria permitió que su hija estuviera sin supervisión a partir de ese día.

Dos años más se pasaron volando, y se sintió poco a poco la distancia en la familia Senju. Ya no había tardes de té, ni mañanas de anécdotas con papá, Lyria cada vez estaba más tiempo encerrada en aquella habitación, Tobirama consideraba la idea del nombramiento de Hyria como guardiana en cuanto cumpliera los 15 años y su madre muriera.
Una noche, cuando el segundo Hokage volvió a casa, vio a su hija sentada en el sofá de la entrada, esperándolo con los ojos fijos en la puerta, giró su mirada a detrás del sofá y vio a Lyria parada tras de ella. La mayor lo miraba con ojos de tristeza y las cejas arqueadas hacia arriba, negó suavemente con la cabeza y se alejó dejándolos solos.



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En el texto hay: traicion, drama, amor

Editado: 04.06.2025

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