Capitulo 3:
Mientras pasaban los días,Tobirama no iba a la casa,solo se aseguraba de que Hyria no saliera de casa. Y está,por otro lado,comenzó a disfrutar de la compañía de dos aves bastante molestas.
Cuatro meses después,escuchó la puerta principal abrirse mientras estaba en su habitación leyendo. Cuando salió a ver quién era,Tobirama colgó su abrigo en el perchero. Se acercó en silencio hasta Hyria y puso una de sus manos en su hombro.
Tobirama: Hija… Lo lamento.
Dijo en voz baja y preocupada, por primera vez en sus 15 años, Hyria vio los ojos de su padre llenos de lágrimas mientras la miraba.
Hyria: ¿Qué pasa papá?
Tobirama: Se acerca una tercera guerra, y necesito que no salgas de casa, los campos de batalla son más cercanos de lo que esperábamos. Así que no salgas de aquí. Y mucho menos dejes entrar a alguien.
Hyria: ¿Qué? Pero papá.
Tobirama: La gente necesitará tu ayuda, lo sabes.
Hyria: Si… cuídate.
Hyria se alejó del toque de Tobirama para ir a su habitación. El mayor se quedó en silencio en medio de la entrada, giró la cabeza a un lado, viendo la pared de su derecha donde había un retrato de los tres colgado.
En la habitación, la joven estaba sentada en la cama viendo por la ventana en silencio. Vio cuando su padre se iba acompañado de otros shinobi, su mirada lo sigui hasta que doblo la esquina y lo perdió de vista.
Apolo: Se veía algo raro ¿No crees?
Lyonnus: Parecía que estaba a punto de llorar.
Hyria: mmh mmh…
Apolo: ¿No te preocupa?
Hyria: No, porque vino aqui solo para quitarse el sentimiento de culpabilidad.
Apolo: Absorbiste su culpa. Te niegas a ayudar a los demás pero siempre lo haces.
Hyria: Como si tuviera la opción de negarme… Como sea… ¿que quieren aqui?
Apolo: Estábamos aburridos.
Lyonnus: Vio a los soldados y vino corriendo a ver si te paso algo.
Apolo le tiró con un libro para que se callara, desde hace un tiempo ellos la visitaban constantemente durante las tardes, pero no hacían más que quedarse dando vueltas o discutiendo entre sí mientras Hyria leía o simplemente se les quedaba viendo.
La guerra shinobi afectó a muchas aldeas, vidas de niños y cantidad de hombres fueron arrebatadas por las manos del hombre. Día y noche, las batallas no paraban, el alrededor era cada vez más oscuro y las manos de más hombres se llenaban de sangre con cada vida que arrebataban. Las voces de las madres llorando, de los ninjas pidiendo piedad y de las víctimas esperando que todo acabe pronto comenzaban a atormentar la cabeza de Hyria por las noches, que trata de resistirse dando vueltas en la cama. Apolo la visitaba cada mañana cuando lograba vencer los ruidos y quedarse dormida, e incluso mientras soñaba murmuraba que se detuvieran. Dios había visto crecer a la niña y cada momento de su vida hasta el día de hoy, la muerte de su madre, la distancia de su padre, sabía cada cosa que implicaba el día a día de Hyria, y como su mentor, había desarrollado cierta responsabilidad hacia ella.
Cuando Hyria despertaba cerca del mediodía, la habitación se encontraba en completo silencio, salió al pasillo el único ruido que se oían eran los de las pisadas sobre las maderas.
Dentro de ella,se oían gritos y gritos, que no cesaban, pero incluso así, su mirada se mantenía concentrada en lo que hacía durante el día.
Así fue durante largas semanas, el odio y dolor de miles de personas comenzaban a llegar a las puertas de la casa Senju, gente de otras aldeas se acercaban a ella solo para aliviar sus almas cansadas. Hyria los veía por su ventana, caras desconocidas llegando por su misericordia.
Tobirama: Hyria, estoy en casa.
Hyria salió de su habitación al oír la voz de su padre, él la esperaba aun junto a la puerta.
Tobirama: ¿Puedes seguirme?
Ella asintio levemente mientras salían de la casa, las calles estaban llenas de personas que los veían, con cada paso que ambos daban, sus lágrimas dejaban de caer.
Al llegar a la salida de la aldea, Hyria se detuvo allí al ver a otros soldados de espaldas. Reunidos al otro lado y de repente la fisura de su padre desapareció. Cuando uno de los ninjas la vio, le tocó el hombro a quien estaba junto a él para que volteara a verla, se abrieron a un costado poco a poco, dándole el paso a la vista de la joven. En el piso, estaba el segundo Hokage dando sus últimos suspiros, su vestimenta azul ahora teñida de rojo, sus labios chorreaban sangre mientras trataba de pronunciar unas simples palabras. Corrió hacia él con el corazón latiendo más rápido que nunca. Se agachó junto al cuerpo de su padre, quien al verla, dio finalmente su último respiro en paz. Los ojos de Hyria se llenaron de lágrimas con su mano reposando a un costado del rostro de Tobirama. Por un momento, los gritos en su mente se silenciaron, oyendo solamente el último arrepentimiento de su padre.
{Tobirama}: Debí haberte abrazado por última vez… al igual que a tu madre… Lo lamento.
Un grito desde el pecho de la joven salió de forma desgarradora mientras se aferraba al cuerpo ahora sin vida de su padre. Fue solo su dolor el que sentía ahora, y las lágrimas ahora estaban cubriendo su rostro. Fueron los soldados que debieron separarla de él por la fuerza para poder llevarse el cuerpo del Hokage.
Para Hyria, su mundo se detenía en ese día, para el mundo, lo importante era continuar para poder salvarse. En cuestión de un solo día, nombraron a un nuevo Hokage. La guerra se detuvo con la muerte de cientos de personas más, y todos corrían a aliviar sus penas con la kidemona de Konoha.
???: Te ves triste señorita.
Estaba sentada en la mesa de la sala a oscuras cuando escuchó la voz cerca de ella, pero al mirar a los lados no encontró a nadie a su alrededor.
Hyria: ¿Quién eres?
???: Me pidieron que te diera un mensaje.
Hyria: Un mensajero… ¿Hermes?
Hermes: Hahaha, asi que si eres astuta.