Capitulo: 4
90 años a salvo y guardados de la vista del hombre pasaron en esa isla, Hyria velo por las noches por gente que al principio no tenía ni idea de quienes eran, pero con el pasar de los años, se hizo cargo de cada uno de ellos, salivando su pesar por ser separados de sus familiares. Con el tiempo, ellos fueron los únicos que se conocieron, y los viejos rostros fueron desapareciendo de sus memorias.
Un mensajero que los visitaba a diario llegó,entrando a la cueva donde la Kidemona estaba ayudando a dos niños pequeños con una canasta de frutos.
Hermes: Hyria, Los dioses te envian un mensaje.
Hyria: ¿De Apolo?
Hermes: No, De Zeus: Un grupo de hombres se dirige a esta isla, los dioses decidieron no intervenir, sin embargo, te informan para que te prepares y protejas a estas 36 personas.
Hyria: ¿No qué esta isla era protegida por ellos?
Hermes: Es todo lo que me dijeron que te dijera. Animo,Animo. Te digo esto porque eres muy apreciada para mi, no los mates, capturarlos y lograran sobrevivir sin riesgo hasta que tengan que salir de aquí.
El mensajero terminó de hablar y se fue sin más. A veces su tono burlón era difícil de creer.
Lyonnus: Al parecer los dioses se aburrieron de ver que había tanta paz.
Hyria: Supongo. Lyonnus, ¿puedes ayudarme con los niños? Quiero que todos se mantengan ocultos cuando esas personas lleguen.
Lyonnus: ¿No hay forma de evitar que lleguen a la isla?
Hyria: No tengo idea… pero no tenemos el apoyo de los dioses esta vez, así que nos las arreglaremos solos.
No había un lugar o momento exacto en la isla donde llegarian esas personas, así que durante unos días, Lyonnus mantuvo a la gente escondida en la cueva, mientras Hyria rondaba la isla cada una hora. Apolo quiso bajar a ayudar pero Zeus había dado la firme orden de que no habría intervención divina.
Pasaron dos días antes de que un barco desconocido arribará por el norte de la isla, en sus velas llevaba un símbolo muy reconocido, que la joven kidemóna conocía a la perfección, miró silenciosa desde el bosque subida en los árboles, sus ojos puestos en los seis hombres que había en cubierta. Su mandíbula se apretó ligeramente mientras ellos bajaban y pisaban la arena de la orilla.
Bajo de los árboles y corrió a la cueva, su gente estaba escondida detrás de una pared que dividía la cueva en dos, al entrar, no se podía diferenciar a simple vista, así que todos estaban tras de ella en silencio, la mayoría de los niños más pequeños estaban dormidos profundamente.
Cuatro shinobi caminaron por la isla hacia dentro de los bosques, uno de ellos más curioso y ansioso que los demás por lo que los rodea, los senderos eran extensos, quien no los conociera se perdería en un lugar así. Caminaron guiados por un joven con ojos especiales, que le permitía ver más allá de su alrededor. Se cruzaron con una cueva en medio de gigantescos árboles, rodeados de grandes montañas y ríos, al parecer el famoso corazón de la isla.
Naruto: Oigan, vamos a entrar.
Neji: Naruto espera… Hay alguien más dentro de la cueva.
Dos de ellos ,uno de cabellos rubio, un poco más bajo que los demás, una marca extraña a los costados de las mejillas, como bigotes de gatos y ojos celestes, el otro de cabello castaño y largo, unos ojos extraños, como de un color violeta muy claro, casi lila y vestimenta tradicional, hablaban mientras se mantenían algo alejados de la entrada en la cueva.
Shikamaru: Creí que no había nadie aquí. ¿Una sola persona?
Un joven de cabello nego, atado en una coleta puntiaguda, ojos oscuros y un la ropa shinobi se adelantó a ellos. Y detrás de él, uno un poco más gordo, cabello naranja y ropa en tonos rojos, tradicional de los shinobis. Según lo que se escuchó, su nombre era Choji.
Hyria miró la banda en su frente y respiró profundamente antes de salir de la cueva. Llevaba un vestido de telas suaves y casi transparentes, un top sostenido de un solo hombro con algunos metales en su costura de arriba, que a un costado se unía con una falda estilo pareo elevada de un lado, con la pierna derecha descubierta. Sus tonos eran de un rosita pastel, que contrastaba con sus accesorios dorados, una diadema de laurel de oro, un armlet rodeando su brazo, con el símbolo de un sol decorándola, el símbolo del clan de su madre, este conjunto delicado le daba un toque divino a su apariencia, como los que muchos conocían como ninfas,tal vez. Su cabello caía al costado de su hombro en una trenza floja, con algunos mechones sueltos.
Los muchachos se quedaron en silencio al verla, recorrieron su rostro, sus ojos en esta ocasión de un dorado intenso, su cuerpo no era muy grande, pero se llegaba a ver una musculatura femenina en sus brazos y abdomen. Y su ropa que no parecía vieja y desgastada, si no cuidadosamente hecha con telas hermosas a pesar de estar en medio de la nada.
Hyria: Bienvenidos. Los estaba esperando.
Choji: ¿Sabías que vendríamos?
Hyria: Claro que lo sabía. Deben de estar cansados, de la aldea de la hoja a aquí son dos días de viaje para el hombre. Entren a descansar.
Hyria se hizo a un costado, y detrás de ella se veía una mesa repleta de comida. Y camas cómodas donde podrían descansar. Choji, Shikamaru,Neji y Naruto se miraron entre sí, y con voltearte a ver a los ojos unos segundos bastó para que los cuatro entraran, sonrío y entro detrás de ellos, al hacerlo, ellos ya estaban comiendo con desesperación lo que estaba sobre la mesa.
Controlar sus mentes había sido más fácil de lo esperado, al caminar entre los árboles, hay cierta planta llamada Luris, que afectaba al sentido de conciencia, Hyria sabiendo eso, se aseguró de esparcir lo suficiente para que les afectara y luego poder controlarlos sin tanto esfuerzo. Una leve sonrisa de lado se dibujó en sus labios mientras los chicos comenzaban a toser y buscar los vasos con jugo de uva.
Hyria: Lo lamento muchachos, pero no puedo dejarlos ir tan fácilmente. Lyonnus, hay dos más de ellos en la playa… encargate