Un dia antes del Ano Nuevo

Episodio 12

TIMUR

Camino hacia mi cabaña con el corazón latiendo a un ritmo frenético. Hay algo especial en esa chica, pero su cautela, o quizá su miedo, no le permiten relajarse. Espero de verdad que Milana acepte ir con nosotros al baile.

Entro en la cabaña y encuentro a mi hija esperándome.

—Papá, ¿lograste convencer a Milana de celebrar Año Nuevo con nosotros? —me pregunta Justina con sus ojitos azules fijos en mí.

Suspiro y, arrodillándome junto a ella, le confieso con sinceridad:

—Milana prometió pensarlo.

—Seguramente dirá que no… —suspira mi hija.

—¿Por qué crees eso? —le pregunto con curiosidad, porque tengo la sensación de que sabe más de lo que yo imagino.

—Porque es lógico, papá. Vika es tu novia —explica con una madurez sorprendente.

Suspiro y me pongo de pie. Mirándola fijamente de arriba abajo, le digo con voz seca:

—Después de lo de ayer, Justina, eso ya no es del todo cierto. Vika y yo no estaremos más juntos…

—¿De verdad? —sus ojitos inquisitivos se clavan en los míos.

—De verdad, hija —le aseguro con sequedad.

—¡Hurra!

Mi hija da un pequeño salto de alegría, pero luego me mira con seriedad y confiesa:

—Papá, tenía miedo de que Vika viviera con nosotros para siempre.

Suspiro y, tomándola en brazos, me dirijo con ella a la cocina. Necesito comer algo, aunque, con tantas emociones, el apetito brilla por su ausencia.

Ante sus palabras, respondo con frialdad:

—Como ves, a Vika no le duró mucho. Ahora volveremos a vivir los dos, como antes.

Justina me abraza del cuello y, mirándome fijamente, declara con seriedad:

—Papá, si Milana viviera con nosotros… Ella no es como Vika.

Solo puedo suspirar. Me agrada el razonamiento de mi hija. Pero ojalá todo fuera tan sencillo.

—Milana realmente es diferente —le doy la razón—, pero no puede vivir con nosotros. —La miro a los ojos y asiento—. Y tienes razón, Milana no es Vika. Pero podemos intentar hacernos amigos de ella.

Observo cómo las emociones cruzan el rostro de mi hija, y su voz suena animada:

—Papá, ¿de verdad no te molesta?

—No me molesta —la aseguro.

Mi hija me abraza fuerte por el cuello y, entre frases entrecortadas, suelta:

—¡Milana es muy buena! Me trata mejor incluso que la niñera.

Sonrío y la estrecho contra mí. Entiendo que lo que realmente le falta es el cariño maternal.

La verdad, yo tampoco estoy en contra de que entre Milana y yo surja algo. Como bien ha dicho mi hija, es hermosa, pero también sensible, humana y bondadosa.

Al pensar en ella, un cálido cosquilleo me recorre el cuerpo. Ya quiero que sean las cuatro de la tarde, aunque apenas acabo de dejar su casa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.