Hoy es un día especial, un día para recordar, a pesar del tiempo transcurrido y todo lo vivido después de ella solo queda la sombra de lo que un día fui; muchos dicen que después del primer amor conoces al verdadero amor, creo que este no es mi caso, encontré el primer y verdadero amor en la misma persona, la ame tanto que me perdí a mi mismo, le di todo sin siquiera imaginar que un día ella ya no estaría para amarla. Camino con mis pies descalzos en la playa y es imposible no recordar el día en que nos conocimos, una hermosa chica aparecía corriendo con su cabello desordenado, su piel bronceada por el sol, venia sonriendo ampliamente y pude jurar que su sonrisa me iluminaba y abrigaba mi alma más que el mismo sol, me quedé paralizado ante esa imagen que capturaban mis ojos, quería moverme porque sabía que ella iba a tropezar conmigo, pero yo estaba como hipnotizado mi cuerpo no reaccionaba y fue como me lo esperaba ella tropezó conmigo, los dos caímos en la arena, ella me miró a los ojos, avergonzada me pidió disculpas y yo no podía articular una sola palabra me encontraba perdido en esos grandes ojos marrones.
-Mi niña de ojos marrones, no hay un solo día que no te piense, esos recuerdos de cuando te amé intensamente, esos recuerdos hoy me matan-
25 de diciembre del año 1998 a las 00:10 am escuché el estruendo de un disparo y el cuerpo de ella desploman doce entre mis brazos, todo fue tan rápido y confuso, era nuestro primer baile, nuestro primer vals, el vals que no bailamos en sus quince años; quizás si esa noche no se hubiese fugado conmigo en mi bicicleta no la hubiesen separado de mi tres largos años, cuando la volví a ver, jamás imagine sentir tanta alegría en mi pecho, todo parecía perfecto, ella estaba más hermosa que nunca y yo seguía completamente enamorado, mi primer amor se había convertido en mi verdadero amor. Esa madrugada después de bailar nuestro vals iba a pedirle que se casara conmigo, pero nada es lo uno planea, a veces las cosas se voltean en nuestra contra y en este caso la madrugada que pensé que uniríamos nuestras vidas, esa noche la vida misma me la quito. Recuerdo perfectamente sus ojos marrones nublados a causa de las lágrimas, diciéndome que me amaría más allá de la eternidad y que si existía la reencarnación ella no descansaría en buscar la manera para volver a mí.
Dicen que recordar es volver a vivir, pero cada vez que recordaba esa madrugada del 25 de diciembre del 1998 sentía que volvía a morir con ella.
-Mi niña de ojos marrones, tienes que ser fuerte y vivir por los dos, tenemos una vida por delante, sueños que cumplir, una carrera por estudiar juntos. Los dos seremos maestros de literatura castellana, viajaremos, recorreremos el mundo, haremos muchas locuras y brindaremos en Paris, tienes que luchar mi Estrella.
-Nuestros sueños son tantos por cumplir, pero siento que mi vida se apaga.
-Ya no hables por favor.
-Déjame hacerlo, no quiero que con mi partida te hundas en la tristeza, quiero que cumplas nuestros sueños, aunque ya no esté presente. -entre lágrimas le supliqué que no me dejara solo.
-No me dejes solo por favor.
-Te amo y siempre te amare, más allá de la muerte y de todo lo que existe, si hubiese una posibilidad, dudaría en volver una y otra vez, todas las veces que sean necesarias para volver a estar juntos-. Sus palabras eran una puñalada tras otra que se clavaban en mi corazón rompiéndome por dentro; sabía que lo peor estaba por venir, pero no estaba preparado para decirle adiós, no estaba preparado para ver cerrar sus ojos, no era justo nada de lo que estaba pasando, no podía entender como una bala perdida pudo acabar con mi corazón, porque mi corazón era ella y estaba desvaneciéndose delante de mí y yo sin poder hacer nada para poder cambiar esa realidad que me estaba matando junto con ella.
-Puedes cumplirme un último deseo –me susurró
-Pídeme lo que quieras –le respondí
-Abre la cortina de la ventana, quiero ver la luna por última vez.
-La vas a ver muchas noches más.
-Sí, la veré de cerca y a ti te veré desde allá arriba- Hice lo que me pidió, al abrir la cortina la luna brillaba con mucha intensidad y ella sonrió, me acerqué a un costado de la cama y ella me pidió que me recostara a su lado, me acerqué y la abrace despacio y ella recostó su cabeza sobre mi hombro y comencé a contarle nuestra historia, ella amaba que le contará historias de amor mirando la luna, y que más bella historia de amor que la nuestra.
-Una tarde de verano me encontraba caminando en la playa, cuando me percaté una chica venia corriendo con todos sus cabellos desordenados, su piel bronceada por el sol y una gran sonrisa que iluminó mi alma… -ella me escuchaba con atención mientras yo le narraba nuestro primer encuentro en la playa, ese día inicio nuestra corta pero intensa historia de amor, no creo volver amar a nadie como ame a esa niña de ojos marrones.
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Editado: 12.03.2019