Un dibujo

El ser con cuatro alas y cuatro ojos

A la mitad del viaje de nuestra vida, me encontré en una selva oscura por haberme apartado del camino recto

 

Dante Alighieri

 

La divina comedia

 

1

 

Con apenas quince años, Anastasia fue testigo de como su padre mataba a su madre de una golpiza. El sujeto era adicto al alcohol así como a drogas, las cuales le hacían perder el sentido de la realidad; además de dotarle de una fuerza descomunal. El padre de Anastasia, el cual respondía al nombre de Sebastián, había sido desde el principio un sujeto con gustos un tanto extraños. Siendo tal, que le gustaba comer en el baño mientras defecaba con la puerta abierta, argumentando que eso le ayudaba a digerir y evacuar los alimentos de manera más rápida y efectiva. Solía combinar drogas con alcohol y no le importaba hacerlo frente a su hija y esposa. La madre de Anastasia sabía la clase de sujeto que era su esposo desde antes de casarse, pero había tenido desde entonces la idea que ella podría hacerlo cambiar para bien. En su mente se encontraba la idea de tener el poder de hacer cambiar a un hijo de puta en una persona de bien. Se desesperaba cada vez que su esposo, sin miramiento alguna y cada que tenía la necesidad de defecar, buscaba algo que comer en la alacena y lo ingería en el baño; masticando y pujando por turnos. Cada vez hacía mezclas más extrañas de drogas y bebidas alcohólicas. Era sorprendente ver como ni la cirrosis ni alguna otra enfermedad generada por ingerir ciertas sustancias había hecho sus estragos en aquel organismo. Pero en lo referente a Zammy, su esposa, esta se iba acabando no sólo física, sino también moralmente. Pero a Sebastián eso no parecía importarle en lo más mínimo y como algo irónico, me atrevo a decir que tampoco a la propia Zammy, la cual había continuado con su insulsa idea de tener el don de hacerlo cambiar. Pero ese cambio no llegó jamás. Una noche, mientras Anastasia dibujaba una extraña criatura con cuatro alas e igual cantidad de ojos, su padre entró a su habitación con la intención de abusar de ella. El miedo de ser violada por su propio padre le dio el instinto necesario para defenderse; pero poco podía hacer una chica de quince años contra un tipo afectado por la droga y el alcohol. No obstante, Anastasia gritó. A pesar de todo, grito con la esperanza de que su madre la escuchara y viniera a socorrerla. Zammy, su madre la escuchó; y pese su complejo y su insulsa esperanza para con Sebastián, al ver que este intentaba violar a su propia hija se lanzó contra él. Sebastián, al verse descubierto por Zammy soltó a la chica, la cual buscó refugiarse en los brazos de su madre. Corrió hacia donde ella estaba, pero su padre fue más rápido. Con un golpe en la nariz le hizo caer. Una gota de sangre manchó el dibujo que había hecho. Gotas rojas colorearon a la criatura de cuatro e igual cantidad de ojos. Pese al golpe recibido en la nariz y el que tuvo al caer, no perdió el conocimiento. Actuando por mero instinto de supervivencia, se aferró al dibujo que había realizado y corrió fuera de la casa, no sin antes ver como su padre, tal vez para que Zammy no pudiera a la vez pedir ayuda, la golpeaba con un objeto pesado, buscando matarla.

 

Una vez en la calle y sin pensar en nada, corrió y corrió para ponerse a salvo. No supo qué distancia fue la que recorrió y tampoco se dio cuenta en qué momento llegó a aquella casa donde, sin esperar siquiera a que se le permitiese la entrada, pues viendo que la puerta estaba abierta, se introdujo en la casa, buscando refugiarse en ese lugar.

Una vez dentro, y a pesar del dolor tanto físico como moral, admiró el interior de aquella casa. Vio que estaba adornada con muebles antiguos. En la leña encendida se encontraba una gran olla. A su derecha, la chica vio en la pared una repisa que contenía libros antiguos y extraños. Junto a estos y como mero adorno, colocada en una pequeña y sucia tabla, un hada ya seca reposaba a manera de adorno. Anastasia estiró su mano hacia el hada seca con la intención de tocarla, cuando alguien habló a sus espaldas. Se sobresaltó y giró para ver de quién se trataba. Un mujer entrada en años, la cual caminaba apoyándose en un bastón fue quien acercándose a elle le había hablado.

 

Es un hada – dijo, al tiempo que señalaba a la pequeña criatura similar a una mujer, pero con alas. La atrapé cuando se comía a mis mandrágoras. Se me heló la sangre al escucharlas gritar mientras esa hada las masticaba con sus pequeños, pero filosos colmillos. La tomé del cuello con mis viejas manos y se lo rompí. Después la puse a secar y mírala ahí, adornando mi repisa.

 

Anastasia se fue reponiendo poco a poco de su sorpresa así como del dolor. Fue en ese momento cuando, mirando a través de la ventana de aquella vieja casa, se dio cuenta que aquello no se parecía en nada al mundo que ella conocía.

 

¿Qué lugar es este? - preguntó la chica.

 

Este lugar se llama Murria – respondió la anciana. Ustedes los humanos entran a este mundo cuando algo cruel ha fastidiado su vida. Pero hay algo que llama mi atención, pequeña humana. ¿Quién o qué te guió para dibujar a un Querub?

 

¿Un Querub? - preguntó Anastasia. Fue entonces cuando se percató que aún llevaba en su mano el dibujo con aquella extraña criatura grisácea, con cuatro alas y cuatro ojos a la vez.

 

Eso, pequeña humana – dijo la anciana que no era otra cosa que una hechicera -, es un Querub. Son seres que viven en este lugar y nacen cuando cierta tragedia ha sido generada en tu mundo. De la misma manera has abierto una puerta a Murria.

 

-¿Eso que he dibujado es un Querub? Entonces, yo entré a este lugar por...

 

Porque algo que provocó un gran sufrimiento abrió una especie de puerta de tu mundo a este – le interrumpió la hechicera. Además, eso – dijo, al tiempo que señalaba la nariz lastimada de la chica; Anastasia se tocó la parte señalada.



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En el texto hay: seres miticos

Editado: 01.07.2019

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