Me llamo Jane Hoppas, tengo quince años (casi 16), soy de piel intermedia y cabello muy lacio color café muy claro, mis ojos son una combinación extraña de café y verde. Nací en un pueblo cerca del bosque, vivo con mi abuela, ya que mi madre murió después de mi nacimiento y desde entonces solo estamos ella y yo. De mi padre no sé nada, mi abuela jamás ha querido hablarme de él y se molesta cada que lo menciono.
Cuando era muy pequeña solía pedirle a mi abuela que me contara cuentos, eran cuentos que ella misma se inventaba, sobre seres fantásticos, rara vez me contaba historias de amor por que realmente jamás me he sentido atraída a la idea de enamorarme.
Tuve una muy buena infancia a pesar de la ausencia de mis padres. Nunca he pisado una escuela pues mi abuela es maestra y me enseño todo lo que ahora sé, ella decía que yo era muy especial y que por el momento no debía relacionarme demasiado con la gente, (otro motivo por el cual no me he enamorado de nadie); sin embargo después de muchos años de rogarle finalmente aceptó que asistiera a una preparatoria en la ciudad. Lógicamente tendríamos que mudarnos así que ansiosa comencé a empacar mis cosas, no fue muy difícil pues no tenía demasiadas, un poco de ropa y algunos objetos de valor, una foto que tengo de mi madre, la única de hecho... Ella era hermosa, parecía un ángel, con el cabello rubio y la piel blanca, y con esos ojos verdes como esmeraldas y su vestido blanco con flores en donde terminaba la bastilla de la falda, en sus manos un bolso color rosa y en su cuello un hermoso collar con un corazón a la mitad... La otra mitad la tengo yo en mi cuello, mi abuela me conto que mi madre fue sepultada con su collar y que sería una manera especial de recordar lo mucho que me amaba aunque no pudiera verme crecer.
Termino de empacar y me despido de mi habitación, el camión de mudanzas y mi abuela esperan afuera, hace calor así que tengo un short y una camisa de cuadros con mi cabello en una coleta, es bastante largo y traerlo suelto es muy molesto en estas épocas de julio.
Subo a esa camioneta roja muy bien aseada que mi abuela compro cuando yo tenía unos 8 años, la compro con el dinero que mi abuelo le había dejado antes de morir.
Mi abuelo era un hombre de negocios como mi abuela le llamaba, se la vivía en la ciudad ya que era dueño de una empresa muy famosa, a mi abuela nunca le han gustado los lujos así que en cuanto se casaron ella le pidió vivir en un pueblo cerca del bosque. La empresa en la que trabajaba mi abuelo quebró y solo un año después mi abuelo falleció por una enfermedad causada por el estrés, él no era muy amoroso pero también me enseño muchas cosas importantes sobre la vida, la gente y la economía. Él también decía que yo era muy especial y haría grandes cosas en el futuro.
Durante el camino observo como se van quedando atrás mis recuerdos de infancia, las montañas, los árboles, el rio cerca del bosque.
Mi abuelo me llevo a la ciudad en un par de ocasiones cuando era muy pequeña pero no recuerdo mucho de ese entonces.
Estoy muy emocionada pero el camino es largo así que me coloco los audífonos, reclino mi asiento y subo un poco el volumen de la música, me encanta la música electrónica, la escucho desde que tenía unos doce años cuando mi abuela me regalo este celular. El calor me provoca mucho sueño así que sin darme cuenta me quedo dormida.
Al llegar me quede impresionada, la casa es bastante grande y muy bonita.
-¿Este es mi cuarto? ¿Es muy grande para mí no crees abuela?- dije sin poder contener la emoción
Mi abuela solo me miro, sonrió y dijo que si con la cabeza.
Al parecer esta casa también fue herencia de mi abuelo, aunque no entiendo para que quería una casa tan grande para él solo. Le pregunte a mi abuela y ella me dijo que mi abuelo compro esta casa para ellos antes de casarse, la iba a vender cuando mi abuela le pidió vivir en el pueblo pero ella le dijo que no lo hiciera porque quería dejarla para emergencias.
-¡Y valla emergencia eh!- dije con gracia
-Lo sé, ¿pero es bonita no?
- Claro que lo es, tiene un patio hermoso y dos grandes cuartos como el mío (el de mi abuela y el de visitas)
-Me alegro que te guste porque en cuanto cumplas la mayoría de edad será toda tuya
-¿Es en serio abuela?
-¡Claro!
Me emocione mucho, la abrace y corrí a mi habitación. De verdad no estoy exagerando, es bastante espaciosa, tiene un balcón que da hacia la calle, una ventana con vista el jardín justo al lado de mi cama. Las paredes son color salmón y van perfecto con las cortinas café que compro mi abuela en el transcurso del viaje.
Mientras desempaco me aseguro de que la puerta este cerrada para usar un pequeño don que descubrí cuando recién cumplí siete años antes de la muerte de mi abuelo, cuando mire fijamente una ventana y se cerró de la nada, al principio pensé que solo había sido el viento pero me decidí a comprobarlo y salí al bosque, mire una roca que al instante salió disparada al rio. Entonces me pregunte a mí misma que había sido eso, no se lo conté a mi abuela porque pensé que no me creería así que seguí practicando mis nuevos poderes hasta perfeccionarlos.
En fin, guarde toda mi ropa y como era muy poca no demore tanto en bajar.
-Abuela, ¿Has visto mi pulsera de zafiro?
-Está en mi alajero nena, la puse ahí porque la habías olvidado en el baño antes de salir de casa
-Gracias abuela
Corrí a su habitación, no puedo vivir sin esa pulsera, me la regalo mi abuelo antes de morir, dijo que era un regalo de mi madre hacia él y que era muy muy valiosa.
Es una pulsera color negro trenzada y tiene un zafiro en el centro, el día que mi abuelo murió yo lloraba desconsoladamente al lado del rio y el zafiro comenzó a brillar, después me percaté de que mis pies no tocaban el piso -¿Esto qué es?- me pregunte asustada, una voz salió de la piedra y me dijo: "no temas, ahora podrás ir a donde tú quieras cuando tú quieras"
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Editado: 12.07.2021