Tres días seguidos viendo al mismo cliente solitario en esa mesa, le va pareciendo más extraño. Su sonrisa es algo natural. Saluda a todo el que pase, sin molestarse parecer un loco para uno que otro cliente. Los comentarios de los garzones y garzones en sus minutos de descanso, dan cuenta que lo están tachando de un hombre perturbado. Otro dio la idea de llamar a la policía o directamente al hospital siquiátrico de la ciudad para que se lo lleven.
Peggy no pudo aguantar que esos comentarios recaigan en una sola persona. Todo porque parece solitario pero alegre a la vez. Ella tuvo sus momentos de dudas con respecto a verlo tan seguido en el restaurante, pero al pasar los días parece estar acostumbrada. Nunca falta un "Buen día, Peggy" , "Buenas noches, Peggy" , "Gracias, Peggy", "Hasta mañana, Peggy". Siempre su nombre en cada frase ya la hace sonreír.
Tras la salida de su compañera, Peggy se fija en la expresión de burla del chef. Ella se toma sus mejillas que parecen encenderse. No tenía idea que ahora circulaba un nuevo chisme de ella y ese extraño cliente. No puede permitir tal aberración. Se apoya en el mesón como faltando el aire en sus pulmones. Se marea de la nada.
INICIO DEL RECUERDO...
Anoche regresando a casa tenía la idea de tomarse un baño, aunque sea con agua fría, para luego probar el resto del pastel que le quedaba. Todo se derrumba al encontrar el refrigerador completamente vacío. Recordaba haber dejado el pastel a medio terminar, salchichas y pasta que el mismo Pierre le dio en un recipiente. No quedaba rastros de lo que sería su cena.
Volteando en su pequeña cocina, los trastos sucios en su fregadero daban señal que más de una persona estuvo en casa. Con Raúl acostado en la cama, viendo televisión, lo mira muy seria. Pocas veces Peggy tiene ocasiones en que demuestra su enojo, rabia, decepción. Esta vez es muy distinto, porque supera todo lo que está viviendo hasta ahora.
Lo ve levantarse, poner sus zapatillas, abrir la puerta del cuarto y dejarla sola como siempre. Un nudo en su garganta se le deposita ahora, viéndose en medio del cuarto con la discusión a medias. Se acerca a la cama, sentándose de golpe. Un fuerte sonido de la puerta principal, avisa que él se ha ido. Que alguien le explique a ella en qué momento todo esto de su vida se arruinó. El hombre que supuestamente ama, es el que se ha dedicado a llenar su interior de desdicha. ¿Cuánto más podrá aguantar?.
FIN DEL RECUERDO.
Con sumo cuidado es sentada en una cómoda cama del sector de empleados, en la parte trasera del restaurante. Ella se toca la frente, siente un poco de calentura. Se niega a tener fiebre, y que la devuelvan a su casa. Debe terminar el turno. Justo hoy su cuerpo quiere debilitarse cuando hay mesas llenas. Con estas fechas navideñas, el público sale más para compartir. Esta noche es de seguro que recibe mejores propinas.