Un edificio sobrenatural

Capítulo 4

  Leonardo llega frente al apartamento 21. Toca con timidez dos veces y al momento la puerta se abre.

—¡Bienvenido, Leonardo! Pasa -lo recibe Román muy alegre y él entra.

  Las paredes estaban pintadas de un color naranja, el apartamento se veía muy colorido y organizado.

—Muchas gracias.

—Siéntate. La comida está casi lista.


   Leonardo se sentó. No sabía que hacer ni que decir.

—Te debes sentir incómodo en un lugar nuevo -comenta Román desde la cocina.

—Un poco. Cuando salí a comprar el almuerzo me encontré con un hombre alto y una mujer que me dieron un poco de miedo -dice Leonardo recordando ese sentimiento frío.

—Son Gregory Montoya y Luzmila Sucre. No son malas personas, aunque si dan esa apariencia y son algo rudos. Con el tiempo irás conociendo a los demás vecinos.

—Tengo curiosidad de lo que ibas a decir sobre mi tío. Hace años que no lo veía y realmente no sé mucho sobre su vida y me entristece no haber tenido contacto con él mientras vivía. Lo que menos pensé es heredar su apartamento -dice Leonardo algo triste. 

  Él quería mucho a su tío cuando era niño, pero al crecer se distanciaron, aunque si se comunicaban de vez en cuando para felicitarse los cumpleaños y las fiestas.

—Él hablaba mucho de ti. Decía que eras un chico con mucho talento, pero que no lo explotaba como debería.

—¿Talento yo? ¿De qué? Hasta me botaron del trabajo y por lo menos tengo donde vivir gracias a él. Mi vida no ha ido muy bien.

—Tú vida cambiará bastante -contesta Román sirviendo la comida.

—¿Qué quieres decir?


  Un fuerte ruido se escuchó en la puerta y unos fuertes golpes sonaban. Leonardo se asustó 《¿Serán ladrones?》 Aunque era ilógico que unos ladrones entraran al edificio e hicieran tanto ruido.

—¡ROMÁN! SAL. TODAVÍA NO ME PAGAS Y YO NO PIENSO ESPERAR MÁS.

—¡EDGAR! ¡CÁLMATE! YO... -grita Román.


  La puerta quedó destrozada y allí se encontraba un licantropo furioso que observaba a Román con odio.

—¡TÚ NO ME ESTAFARÁS!

—Que no te estoy estafando.

  El licantropo se lanzó hacia Román quien extendió sus manos haciendo que éste quedara en el suelo.

—¡COMO ODIO TU MAGIA! ¡ESTÚPIDO MAGO! TE ENSEÑARÉ A QUE NADIE ME ESTAFA -grita Edgar sin poder moverse.

—QUE NO TE ESTOY ESTAFANDO. MI CONCTATO NO HABÍA PODIDO HACER LA ENTREGA AL CLIENTE -grita Román molesto- Se ha visto muchos del clan Asha rondando y no se ha querido arriesgar. Son muy peligrosos y andan buscando a alguien. Mañana tendrás tu dinero sin falta.

—Bien. 


  Edgar cambió de forma. Era un hombre de 30 años, cabello rojizo y ojos azules.

—Lamento esto. Sabes que cuando me enfurezco pierdo un poco el control -dice Edgar con una sonrisa incómoda.

—Destrozaste mi puerta -contesta Román con una mirada muy seria, señalando lo que quedaba de la puerta.

—Puedes arreglarlo con tu magia con facilidad.

—Ese no es el punto y además acabas de traumar a nuestro nuevo vecino.


   Leonardo estaba en una esquina aterrado.

—No lo vi. Mucho gusto soy Edgar Sarmiento. Del apartamento 43 -se acercó a Leonardo extendiendo su mano, pero éste lo veía asustado- ¿Qué le sucede?

—Él no está al tanto de lo que somos -le responde Román.

—Pero está viviendo aquí.

—Se acaba de mudar.

—Eso significa que también pertenece a este mundo -contesta Edgar sin entender como el nuevo vecino no sabía lo que sucedía allí.

—Es sobrino de Eugenio, pero él nunca le contó nada.

—Entonces ¿por qué vive aquí? Es peligroso eso.

—¿Me contó qué? -por primera vez Leonardo habla en presencia de Edgar.

—Que él era un brujo -responde Román como si fuera algo muy normal.

—¿Brujo?

—Lo heredó de sus ancestros ya que no son descendientes directos -respondió Edgar haciendo que Leonardo se confundiera más.

—Para explicarlo, tu familia se ha ido mezclando mucho con humanos sin magia y otros -dice Román- Esto a debilitado la sangre de brujo, así que sólo algunos de sus descendientes llegan a tener magia.

—Mi tío, era alguien normal, creo -responde Leonardo muy confundido.

—Era un gran brujo y él también esperaba que tú lo fueras.

—¿Qué?

—Tú también posees sangre de brujo, sólo que no has despertado nunca tu magia.

—¿QUÉ? -gritó Leonardo.

 

  Leonardo se encontraba en el apartamento de Román comiendo absorto de la situación. Muchas cosas sumamente extrañas sucedieron uno tras o otro en muy corto tiempo. En un mismo día descubrió un mundo que no imaginaba que existía.




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