Un edificio sobrenatural

Capítulo 39

   Edgar caminaba lentamente por un pasillo oscuro. Sus lentes mágicos de visión nocturna le facilitaba la vista. Sus botas eran anti-ruido para que los dueños de la mansión no lo descubrieran. 

 

 Su trabajo era conseguir la espada de Iknos, una espada poseída por un espíritu maligno que da poder, pero puede llegar a manipular a su portador. Fue comprado como una antigüedad en una subasta y ahora se encuentra puesta de exhibición en una habitación de un hombre rico.

 

   Olfateó y pudo distinguir un olor que ya esperaba《Un perro guardián》 Sacó de su bolsillo una especie de aparato mágico que refleja una luz amarilla y la dirigió directo a los ojos del perro doberman que gruñía. Y al instante el perro se desmayó. Ese objeto sólo era útil en animales y en humanos con mente débil.

 

  Siguió su camino hasta una habitación que parecía una bodega, aplastó con sus manos el candado que protegía la puerta. Entró y había innumerables objetos antiguos de mucho valor, pero su vista se fijó en una vitrina donde estaba guardada la espada. La tomó y la guardó en un bolso. 

 

  Se preparó para salir de allí con rapidez antes de que los guardias se percataran, pero comenzó a oir pasos. Los guardias en su ronda encontraron al perro dormido y empezaron a registrar el lugar.

 

  Edgar subió con rapidez a la terraza, se transformó en licantropo, se colocó un anillo de invisibilidad y saltó con todas su fuerzas alejándose lo más posible de la mansión. Ya había realizado eso antes, pero el gran problema siempre ha sido el aterrizaje, pero por esa razón llevó apoyo. 

 

 Se quitó el anillo y se transformó en persona mientras se encontraba en el aire cayendo. Sintió como su cuerpo se ralentizaba y bajaba lentamente hasta el suelo.

 

  La calle estaba sola, sólo había una persona.

—¿Todo perfecto? Fue muy rápido -le dijo un chico de 20 años, de cabello rubio oscuro y ojos rojos.

—Mejor imposible, Fabio -respondió Edgar levantando el bolso.

 

 Fabio Robles era un mutante que manipula la gravedad, era compañero de Edgar en algunos trabajos.

 

  Entraron al auto y Fabio condujo. Regresaron al gremio a entregar la espada.

 

 El director que se encarga de asignar los trabajos llamó a Edgar a su oficina.

 

—Tienes un trabajo muy importante con una excelente paga. No será fácil, pero sé que podrás hacerlo -dice Omar Daal. Un hombre de 47 años, de cabello castaño y ojos amarillos.

 

  Edgar vio la planilla con la información. El pago era increíble, pero había un pequeño problema.

 

—El 17 de octubre ¿No puede ser otro día? -pregunta Edgar incómodo.

—¿Ocurre algo? No es común que rechaces un trabajo tan bueno -Omar estaba sorprendido por la respuesta de Edgar- Tiene que ser ese día, ese cuadro será trasladado a Portugal y durante el traslado será el robo. Ese cuadro mágico ha estado en la impenetrable caja fuerte del egocéntrico Camilo Antúan por muchos años.

—Ese día tengo que ayudar a un amigo con algo.

—¿Rechazarás este trabajo por ayudar a un amigo? El dinero es el triple de lo que has ganado hasta ahora.

—Es tentador, pero se lo prometí, ahora eso es prioridad -contesta Edgar dejando la planilla en la mesa.

—Nunca esperé que tú rechazarás un trabajo que pagará tan bien por alguien más.

—Tengo ambición, pero también tengo palabra.

—Le tendré que ceder el trabajo a Andreina Ferreira ¿No te molesta? -pregunta Omar viéndolo fijamente a ver si cambiaba de opinión.

—Somos rivales, pero se que es la mejor después de mí, claro.

 

  Minutos después una chica de 25 años, de cabello azul claro largo y ojos azules se acercó a Edgar muy molesta.

 

—¿Cómo es posible que rechazaras ese trabajo? -le dice Andreina en voz alta.

—Estoy ocupado ese día. Ahora el trabajo es tuyo.

—Pero se te ofreció a ti primero. Yo fui la segunda opción.

—Pero te quedarás con la paga ¿De qué te quejas? -pregunta Edgar con una sonrisa burlona. A Andreina le molestaba que él fuera escogido primero y no ella.

—Yo te quiero vencer limpiamente, lobito.

—Nunca podrás vencerme en este trabajo, fantasmita.

—¡Creído! Y no soy un fantasma, me hago invisible -responde ella irritada. Era una mutante que tenía el poder de volverse invisible.

—Ni aún así me ganas.

—¡IMBÉCIL!

  Después de gritar, Andreina se marchó empujando a todos los que se cruzaban en su camino.

 




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