Un email [chanbaek]

Capítulo Veintiuno

Baekhyun

 

La casa de Chanyeol era pequeña, pero cómoda por dentro. Entró delante de mí, depositando mi equipaje a través de la puerta y encendiendo todas las luces, lo que me permitió explorar libremente. Pasé a una entrada acogedora con suelos de madera desgastados, un perchero de pie y otro montado en la pared. Las paredes estaban pintadas de un color crema que mantenía el espacio aireado.

Me tomé mi tiempo explorando cada habitación, absorbiendo cada pedacito de él. Cada pared de la casa era del mismo color crema, aunque no en todas las habitaciones encajaba bien. En especial chocaba en la cocina contrastando con las encimeras de color amarillo mostaza, los deslucidos electrodomésticos blancos y los oscuros gabinetes de madera enchapada. Cada espacio era pequeño, tan compacto como era posible, y un esquivo centímetro demasiado pequeño. No había imágenes colgando en las paredes, ni adornos salpicando el espacio, llenando las paredes abiertas, era utilitario y sin embargo acogedor.

Su casa era lo contrario de todo lo que en general me ha gustado en los hogares. Era apretado, anticuado y no tenía estilo, sin embargo, me encantó. Había algo sereno, casi liberador, al respecto. No me sentí abrumado. No había baratijas juntando polvo o cojines que esponjar con regularidad. Era una casa para ser disfrutada por su simplicidad, y eso era exactamente lo que me gustaba.

Pasé los dedos por la chimenea de ladrillo, sintiendo la superficie irregular de la misma, cuando me volví a la sala de estar. Chanyeol estaba apoyado contra la pared de enfrente, las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones vaqueros. Él me miraba mientras yo tomaba todo el interior. No pude leerlo. Se escondía detrás de una máscara.

Y así es como supe que él estaba inquieto. Ya sea que lo admitamos o no, nuestra casa es un reflejo de nosotros. La casa de Chanyeol me dijo acerca que era un hombre sencillo. No era extravagante, pero si fuerte, resistente, confiable y siempre sería un puerto seguro. Él no se preocupaba por impresionar a la gente. No trataba de ocultar quién era. Estaba un poco pasado de moda, un poco anticuado en comparación con muchos, pero había algo encantador al respecto.

Mi apartamento en Hongseong era muy diferente, pero me sentí atraída mucho más por este espacio. Consideré lo que podría cambiar y me sorprendí al descubrir que no era mucho. Pintaría como un loco, cambiaría las cortinas y colgaría fotos grandes, probablemente de la granja, en las paredes.

Sonreí melancólicamente. Todavía temía lo mucho que me gustaba este lugar. Nunca me había considerado a mí mismo lejos de Hongseong, de mi madre, mi club de lectura y todo lo que había conocido.

Chanyeol y su casa, me tenían considerando una vida lejos de ellos por primera vez. Era tan diferente de todo lo que conocía, sin embargo, nada se había acercado tanto a sentirse como casa.

Cerré la distancia entre nosotros.

—Siempre y cuando el baño no sea de color amarillo mostaza, debemos estar bien. —Bromeé. Su cara se dividió, sus facciones se relajaron.

—Turquesa.

Me encogí de hombros.

—Puedo trabajar con eso.

—Apreté los labios—. ¿Las habitaciones?

—Dos de ellas están vacías, lo que significa que tendrás que compartir la mía.

No me perdí la pequeña caída de sus cejas. Él la alisó tan rápidamente como apareció. Di un paso hacia atrás, mirándolo a los ojos.

—Muéstrame.

Él se acercó a mí. En el momento en que mi mano tocó la de él, entrelazó sus dedos con los míos. Era tan natural, un reconfortante trozo de normalidad.

Al otro lado del comedor había un pasillo que conducía a las habitaciones. A la derecha estaba el cuarto de huéspedes. A la izquierda estaba el baño y más allá, la habitación principal.

Él abrió la puerta, pero dio un paso atrás, dejándome que entrara a su espacio privado. No me perdí el gesto por lo que era: una invitación a conocer al hombre detrás del duro soldado.

El mismo crema recubría las paredes contrastando extrañamente con los muebles de pino grueso. Los revestimientos estilo Marina no ayudaban. La habitación necesitaba paredes de un intenso chocolate, una gran foto enmarcada encima de la cama, y nada más que material blanco y accesorios. Todo era cuestión de hacerlo parecer más grande.

Mi mirada se dejó caer al suelo. Entonces vi que era de sólida madera desgastada como en toda la casa, y mientras la mayoría diría que tenía que ser hecho de nuevo, me gustaba mucho el carácter que le añadía a todas las habitaciones. Estas tablas de madera imperfectas me garantizaban que esta casa era muy querida, a pesar de su falta de toque personal.

En realidad, esta casa se ajustaba al soldado que rara vez estaba aquí, pero también podría albergar a una familia en crecimiento ansiosa por fabricar recuerdos. Y la tierra alrededor daba la oportunidad de expandirse sin comprometer el pintoresco encanto de la casa.

Girándome hacia Chan, no pude evitar sonreír. Lo amaba. Mi alma parecía calentarse con la afirmación: Amaba esta casa y a su dueño.



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En el texto hay: soldados, kpop

Editado: 28.05.2022

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