Un Encierro Inesperado

25 de febrero de 2020. Parte dos.

 

Gero llevaba varias días nervioso. Se escuchaban demasiadas cosas en las calles, aún más en las redes sociales, y no le hubiera dado ninguna credibilidad si no fuera la actitud, un tanto sospechosa, que podía verse en sus superiores por la comisaría. Nadie les había informado de nada. Ni para bien ni para mal. Todo lo que el su inspector había dicho es que estuvieran tranquilos y actuaran con normalidad. 

 

Como si fuera tan fácil.

 

Para Gero, que era extremadamente protector con su familia, actuar con normalidad cuando una amenaza podría estar cerniéndose sobre ellos era demasiado pedir. Los nervios le podían cada vez que veía la indiferencia con la que actuaban sus superiores. Estaba preocupado. Desconfiaba. Y así se lo había hecho saber a su compañero. Pero este, como todos los demás, tenían el cerebro absorbido.

 

  • Gero , tío, tengamos la fiesta en paz- le había pedido durante el desayuno comiéndose una barra de chorizo mientras él era incapaz de probar bocado.- No la váyanos a liar. Que no está el horno para bollos.

 

  • Pues por eso mismo, hostía Gonzalo, que la cosa es muy seria y nos están dejando con el culo vendido. Que se habla de posibles casos y nosotros seguimos saliendo a la calle sin protección ninguna. Y mientras tanto nuestras familias esperándonos en casa.

 

 

  • No deberías creerte todo lo que se dice en redes . Son bulos. Fakes, o como coño se diga.Parece mentira que todavía no sepas como funcionan la cosas en la ciudad.

 

A Gero le molestó tremendamente el comentario de su compañero. Igual que le molestaba que siguiera utilizándolo, constantemente, siempre que quería justificar que se equivocaba en sus deducciones. 

 

El primer año de Gero en el cuerpo tuvo que soportar que todos le trataran como el pueblerino , novato, que no sabía nada de la ciudad y su funcionamiento. Pero ahora, dos años después, ya había demostrado de sobra de lo que era capaz. Y no era un pueblerino precisamente.

 

El estómago de Gero seguía cerrado a la hora de comer y eso, para su madre, solo podía significar una cosa. A su hijo le preocupaba algo . Y debía ser gordo cuando no había probado un bocado de lasaña . Su plato favorito.

 

  • Hijo estás muy serio. Ya sabes que no me gusta verte así. ¿Es por el trabajo?
  • No es nada madre.
  • A mi me vas a mentir. Te conozco como si te hubiera parido.
  • Nunca entenderé la finalidad de ese refrán- intervino Alex sin dejar de mirar su plato.

 

Nadie contestó al comentario del chico que intuía como su madre se debatía entre seguir insistiéndole a Gero o dejarlo estar. Ambos conocían de sobra el carácter de su hermano mayor. Tan impredecible. Tan irascible. Desde que su padre había muerto había cambiado su carácter por completo. Volviéndose más agrio, más arisco. Seguía teniendo sus puntos de humor. Sobre todo si con ello molestaba a su hermano pequeño. Pero nunca sabías cuando iba a dejar de sonreír para para pasarse al lado oscuro.

 

Justo en ese momento, como si no hubiera sido casualidad, el televisor comenzó a retransmitir una noticia que captó la atención de toda la familia. 

 

  • Alex sube el volumen – pidió su madre.

 

Una reportera de las noticias retransmitía desde la puerta de un hotel en el que se afirma que un turista italiano ha dado positivo en coronavirus. Las consecuencias han sido aislar a todo el hotel y mantenerlo en cuarentena durante un tiempo indefinido.  

 

  • Jesús , María y José- se santiguó la madre- ¿Y pueden hacer eso? ¿Encerrar a tanta gente en un hotel contra su voluntad?
  • Privatización de la libertad- protestó Alex.
  • Claro que pueden mamá. Y tu para de decir tantas jilipolleces. ¿Es que no veis la gravedad del asunto? ¿No habéis escuchado como está Italia?.
  • Ay Gero pero Italia está muy lejos hijo.Nosotros no tenemos por qué acabar igual.
  • ¿En serio madre?- preguntó su hijo incrédulo- ¿Sabes cuántos turistas italianos tenemos en nuestra ciudad cada año? Qué digo cada año, cada día… En Europa la gente muriendo y los aviones volando como si con ellos no fuera la cosa. Pero claro, esto es culpa de quien es. Si es que me cagó en la puta…
  • Si nos hubiéramos quedado en el pueblo…- protestó Alex.
  • ¡Alex joder!
  • ¡Gero ya vale!- Intentó apaciguar la madre- No me gusta que hables así y menos en la mesa.

 

Gero se ofuscaba cada vez que intentaba hablar con su madre de algo serio. Aquella mujer era una santa pero vivía en los mundos de Yupi. Siempre veía todo de color de rosas mientras que su hijo era más de extremos. O blanco o negro. ¿Y Alex? A ese muchacho todo se lo traía al pairo y lo único que sabía hacer era lanzar tiritos cada vez que tenía la oportunidad para echarle en cara que se hubieran mudado. 

 

Luego se quejaban de su mal carácter. Algo totalmente normal teniendo en cuenta la presión y al responsabilidad que debía llevar cada día sobre sus hombros . Tanto con su familia como en el trabajo. 

 

  • Germán, ¿Tú crees que hay algún caso en la ciudad? Eres policía. Vosotros os habrán tenido que decir algo.
  • No dicen nada madre. Esos cabrones están callados esperando a que salpique toda la mierda. 

 

Alex había estado pensando en si compartir con su familia las últimas noticias que barajaba sería buena idea. Revelar sus fuentes no habría sido una opción y sin embargo seguramente fuera lo primero que su hermano preguntara. 

 

Se encontraba en pleno debate mental cuando su hermano se le quedó mirando con mucho detenimiento. Siempre le había conocido muy bien . Alex era un libro abierto aunque se empeñara en comunicarse lo mínimo.




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