Un encuentro de dos corazones | Leondre Devries

♫Capítulo 5♫

«Las calles de Londres son demasiadas, callejones que te llevarán a otro lugar que jamás imaginaste, son tan lindas que nunca imaginas que pisas cada una de ellas. Sueñas con estar ahí pero lo ves inalcanzable, ya cuando estás ahí no sabes aprovechar el camino que te lleva a tu destino, no sabes aprovechar que por fin estás ahí».

Saúl había conseguido mi número de nuevo, cambié tantas veces de número porque recibía llamadas de él y ya me había cansado, incluso mi mamá le advirtió que no me molestara porque si no iba a denunciarlo por acoso; sin embargo, no hizo caso. 

—Ya te dije que no quiero hablar contigo y sigues insistiendo —dije con enojo.

—No puedo olvidarte, no puedo dejar de sentirme así por lo que hice —dijo entrecortadamente. 

—Escucha, te perdoné, pero eso no quiere decir que vamos a volver como antes, comprende lo que te digo —dije. 

—Dame una oportunidad, te lo pido de rodillas si quieres —insistió. 

—Lo lamento, Saúl, no te puedo dar ninguna oportunidad —dije y mis ojos se cristalizaron—, estoy en otro país, estoy en un lugar nuevo y no quiero que arruines todo lo que hice para llegar aquí.

—Teníamos planes, Emma, planes para nuestro futuro y muy lindos, hijos, boda, vivir juntos —dijo.

—Planes que tú destruiste con esa tontería que hiciste, aquellos planes que destruiste como si fueran papeles que ya no sirven —dije y una lágrima salió—, incluso dentro de esa tontería mi corazón salió destrozado. 

—No volveré a hacerlo, lo prometo.

—Lo lamento, se acabó para siempre. 

Colgué y por un momento mis ojos no podían ver nada porque estaban cristalizados, en ese momento me tropecé con algo, alcancé a ver que no iba a caer en el piso, sino que iba a caer en un pozo y no se veía para nada bien.

De repente sentí una mano que me agarró y evitó mi caída. Me limpié las lágrimas y fue cuando vi su cara, tal vez la que nunca iba a olvidar o iba a soñar siempre, aunque de alguna manera se me hizo muy familiar. En pocas palabras era un ángel y todo de mí se llenó. 

—Cielos, pensé que ibas a caerte, por suerte estaba en la otra calle y te vi —dijo mientras me ayudaba a levantarme.

—La verdad no me fijé que estaba eso ahí —dije. 

—Ese pozo lleva un mes roto, no sé qué pasó, pero la cosa es que alguien lo rompió y no pueden repararlo porque todo está destruido —dijo mientras guardaba su celular en su bolsillo.

—Gracias por el dato —sonreí. 

—¿Estás bien? —preguntó.

—Muy bien, gracias. 

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó cuando comenzamos a caminar. 

—Emma, ¿y el tuyo? 

—Leondre, me llamo Leondre —dijo con una sonrisa. 

—Nunca había escuchado ese nombre, pero me gusta mucho —sonreí. 

Sonrió.

—¿A dónde te diriges? —preguntó.

—A un restaurante, pero ya me perdí.

—Eres nueva en Londres, sí, lo sé, pero eso se puede arreglar —sonrió.

—¿Cómo? —pregunté con frustración.

—Primeramente, ¿cuál estás buscando? —preguntó.

Revisé el mensaje de mi mamá con el mensaje del restaurante en el que iban a verme y decía Taro.

—Taro —dije.

—Muy bien, estamos en la 61 Brewer, cosa que queda a cinco cuadras —dirigió su vista a la esquina de esa calle.

—¿Ya has venido? —pregunté con curiosidad.

—Sí, es el restaurante favorito de mi mejor amigo, vivía a cinco minutos —me miró.

—¿Está muy rico? —pregunté.

—He ido a varios restaurantes y queda en mi top cinco de restaurantes favoritos —sonrió.

Seguimos caminando en esa misma calle y encontramos el restaurante.

—Muchas gracias por ayudarme, Leondre —sonreí.

—No me agradezcas, Emma, un placer conocerte, espero volverte a encontrar —sonrió.

Nos despedimos con un beso en la mejilla y sentí que fue el mejor beso que di en mi vida.

Era muy extraño ver todo gris y que llegara alguien y lo cambiara a algo colorido. Sentía que él era una de las personas más sinceras, que no ocultaban nada y no engañaban. Definitivamente Leondre era una persona que superaba mis expectativas.

Con él en mi cabeza, entré al restaurante y empecé a mirar a todos lados para ver dónde estaba mi mamá. La vi y me senté donde estaba.

—Ya pedí bebidas, en un rato viene tu hermano —dijo mi mamá mientras tomaba un sorbo de su refresco.

Pedimos nuestra comida y ahí es donde Carlos llegó.

No podía concentrarme porque no dejaba de pensar en Leondre, algo me acercaba a él y no entendía qué era, se veía que tenía buenos sentimientos. Era una de las personas que jamás olvidaría, que estaría en mi corazón por un largo tiempo y no se saldría fácilmente. En verdad no podía dejar de pensar en ese chico que robó mi corazón en unos segundos. 



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En el texto hay: viajes, musica, amor

Editado: 30.06.2020

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