Un nuevo día comenzó y me había despertado muy tarde, ya que me quedé con Alexis hablando en las escaleras hasta la madrugada. Le conté un poco más sobre Leondre y le admití que estaba comenzando a sentir cosas por él, que era imposible no sentir nada por él, ya que se había encargado de hacerme sentir la persona más feliz del mundo.
Mi celular comenzó a sonar y respondí sin ver.
—¿Hola? —pregunté.
—Hola, Emma, soy Leondre —saludó.
Lo escuché y me derretí lentamente.
—Hola, Leo —saludé.
—Quería preguntarte si tenías planes para hoy —dijo.
—No, no tengo ningún plan —dije.
—Quiero invitarte a salir, vamos a tomar algo, un café, algo frío, no sé, lo que tú quieras.
—Me parece muy bien.
—Nos vemos en el pozo, después te llevo a una cafetería.
—Me parece muy bien, te veo en una hora ahí —sonreí.
—Muy bien, nos vemos —dijo y colgamos.
Solté un pequeño grito y de un salto me levanté de la cama.
Me di un baño con agua caliente, ya que el agua estaba demasiado fría y no quería tardarme tanto. Terminé y me puse una toalla alrededor de mi cuerpo y entré a mi habitación a elegir la ropa que me pondría. Puse en mi cama un vestido negro de tirantes con una chaqueta negra y mis botas negras con tacón; como segunda opción puse unos jeans con una blusa de tirantes y mis tenis; como tercera opción puse un jumper negro con corte de pantalón y una chaqueta blanca; y como cuarta opción puse un pantalón con una blusa que me llegaba hasta el ombligo y una chaqueta negra. Les tomé foto y las puse en mis historias de mis redes sociales para que mis seguidores me ayudaran a escoger el atuendo que llevaría.
—¿Qué haces, Emma? —preguntó Carlos.
—Voy a salir con alguien —dije.
—¿Con quién? —preguntó.
—Dile a mi mamá, ella sabe todo, tengo prisa —dije y le cerré la puerta.
Había un empate con el vestido y el pantalón con la blusa que me llegaba hasta el ombligo, así que decidí esperar a que otras personas respondieran.
Después unos minutos la mayoría de las personas escogió el vestido negro y les agradecí por la ayuda.
Me puse todo el atuendo y me dejé la chaqueta colgada en mi hombro. Agarré mi cartera y le puse la cadena, después me la colgué en mi hombro y salí de mi cuarto.
Me despedí de mi mamá y salí corriendo del departamento, no quería llegar tarde.
Llegué al pozo y los recuerdos llegaron a mi mente, cuando conocí a Leondre y me rescató, cuando lo vi por primera vez y me pareció tener a un ángel a mi lado. En verdad sentía algo fuerte por él y cada día más lo aclaraba mejor.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Leondre, ya había llegado.
—Hola, Emma —saludó.
—Hola, Leondre —saludé.
—¿Vamos? —preguntó.
—Claro —sonreí.
Comenzamos a caminar.
—Gracias por aceptar salir conmigo, creo que te servirá un poco para conocer más Londres —dijo.
—Gracias a ti por invitarme, realmente quería salir para conocer un poco más, me siento rara al estar aquí y no conocer lo suficiente.
—Entonces hoy es tu día de suerte, te voy a mostrar lo que pueda de Londres, te aseguro que te va a encantar —sonrió.
—Eso suena muy bien.
—Vamos a ir a una cafetería que te parecerá rara cuando la veas, pero te gustará el ambiente, la calle 49 Old Street tiene una cafetería inspirada en bicicletas, incluso tiene un taller incluido y cuando quieras reparar tu bicicleta puedes dejarla ahí y tomar un café mientras —dijo.
—Suena extraño pero me encanta, jamás he estado en una como esa —reí.
—Me siento muy bien al saber eso, quería que fuera tu primera vez —rio.
Estar con Leondre me provocaba ser normal por un momento, amaba mi mundo y mi vida porque era mi sueño, pero quería tener un espacio para conocer personas y conocer lo que había fuera de mi mundo. Quería portarme como una persona normal, incluso llegaban veces en las que Ana hacía todo lo posible para que mi agenda no estuviera llena y pudiera aprovechar cada segundo libre.
Estar en Londres me hacía sentir normal, estaba con mi familia, con mi mejor amigo, libre del trabajo, fuera de los problemas que tuve en México y había conocido a una persona que me hacía sentir bien, Leondre. Había deseado conocer a una persona que me quisiera por mí y no por lo que tenía, Leondre era una de ellas en ese momento.
—Perfecto, estamos en Starbucks y en frente la tienda de ropa, así que en esta calle está la cafetería —dijo Leondre.