Los días siguieron pasando y el mes terminó, los ensayos estuvieron muy fuertes pero la coreografía la logré aprender.
Todos queríamos un descanso porque ya habíamos ensayado demasiado ese mes, así que Ana nos dio una semana para descansar y eso lo aproveché muy bien.
—Estoy muy cansada, mamá —dije y me acosté en mi cama.
—Lo sé, Emma, ahora solo descansa —dijo mi mamá.
Mi perrito se acercó a mí y se acostó a un lado de mí, lo acaricié y él se acercó más a mí, era lo más hermoso que tenía.
Mi celular comenzó a sonar y yo me quejé porque estaba lejos de mí, así que no me levanté y decidí seguir descansando.
Las horas pasaron y yo me había dormido, hasta que sentí que me movían y me hablaban.
—Emma —me movieron.
Ignoré el movimiento y me acomodé.
—Emma, despierta.
Y desperté.
—¿Qué pasó? —pregunté frunciendo el ceño.
Mi perrito igual me quería despertar, ya que me estaba lamiendo la mano, querían avisarme algo pero no entendía qué.
—Leondre está aquí, quiere verte —dijo mi mamá.
—¡¿Qué?! —exclamé y me levanté de la cama.
Me metí a bañar corriendo porque no quería oler a cama, así que traté de que fuera rápido porque no quería hacer esperar a Leondre.
Terminé y me fui a mi habitación, mi mamá me había dejado la ropa en mi cama y lo agradecí mucho. Mi perrito estaba ladrando y yo me reía porque todavía estaba pequeño y ladraba gracioso.
—¿En serio, mamá? —dije y levanté el vestido más caluroso del mundo.
Revisé mi armario y elegí lo que más me gustaba, una blusa que me llegaba hasta el ombligo, unos jeans rasgados de las rodillas y un par de tenis. Me peiné y me dejé el cabello suelto porque estaba mojado.
Abrí la puerta de mi habitación y mi perrito salió corriendo, yo lo seguí y ya podía escuchar la voz de Leondre.
—En serio perdón por llegar de la nada, es que me preocupé por Emma y mejor decidí venir para ver si estaba bien —dijo Leondre.
Mi perrito corrió hasta donde estaba Leondre porque lo escuchó y comenzó a saltar al sillón para sentarse en sus piernas pero no pudo, Leondre se rio y lo cargó.
—Hola, Leo —saludé con una sonrisa.
—Hola, Emma —se levantó del sillón y dejó a mi perrito en el piso.
—Veo que te llevaste muy bien con mi perrito —sonreí.
—Está muy bonito —dijo.
—Lo sé, cuando lo adopté me enamoré de él.
—¿Cómo se llama? —preguntó.
—¿Me creerías si te digo que no tiene nombre? —reí.
—¿En serio? —rio.
Guardamos distancia de alguna forma pero nos quedamos viendo, sonreí porque se veía muy bien desde mi perspectiva. Él correspondió mi sonrisa, pero seguimos guardando la distancia, quería correr y abrazarlo, quería demostrarle que lo quería mucho y que me sentía bien a su lado.
El sonido de un celular tomando fotos nos distrajo y volteamos a ver quién era.
—Se ven muy hermosos —dijo mi mamá con una sonrisa.
—La primera foto tomada por alguien más —dijo Leondre.
—La conservaré —sonreí.
—¿Quieres salir? —preguntó Leondre.
—Me encantaría.
—A donde quieras —dijo.
Mi mamá nos dio permiso y después salimos del departamento.
A los dos se nos había antojado un café con algún postre, así que buscamos un lugar bueno y encontramos la cafetería «New London Cafe» y nos dirigimos ahí.
—¿Mesa para dos personas? —preguntó el mesero una vez entrando a la cafetería.
—Sí, por favor —dijo Leondre.
Nos llevó a una mesa y nos dio las cartas.
El lugar era pequeño pero muy bonito, en el primer piso habían mesas, también estaba la cocina y el mostrador.
—A mi mejor amigo le encantaba venir aquí, que bueno que me acordé de esta cafetería, igual es muy buena —dijo.
El lugar era muy libre, había demasiados cuadros y frases en las paredes, eso lo hacía ver bonito y casual.
—Está muy bonito el lugar, tiene bonita decoración —dije.
—Sí, es bonito, aunque lo mejor del lugar eres tú —dijo.
Lo miré y no podía creer lo que me estaba diciendo, me había dicho algo muy bonito y todo lo que hice fue sonreír.
Ya era hora de que él supiera la verdad de mi mundo, que en realidad era cantante y que era reconocida, que fui a Londres para estar en unos premios; sin embargo, no dije nada porque en ese momento el mesero llegó.