—Te juro que está bien, o sea, estás hablando a cada segundo y siempre te digo lo mismo —dijo Alexis entre risas.
—Me preocupo por mi perrito, realmente no puedo creer que no acepten animales en este hotel —bufé.
—Es un hotel un poco elegante, estoy seguro de que no quieren a un perro ahí y que haga desastres en sus instalaciones —dijo.
—En eso tienes razón, pero no puedo creer que en cafeterías acepten perros y en hoteles no.
—Solo será poco tiempo, Emma —rio.
—Lo sé, ahora debo irme, te hablo luego —dije.
—Que no sea cuando cuelgues, por favor —dijo.
Reí.
—No me molestes —volví a reír.
—Aquí nos estamos divirtiendo, así que vete tranquila.
—Muy bien, nos vemos —sonreí.
Nos despedimos y colgamos.
—Hija, tu hermano irá a su escuela y yo debo ir a trabajar, así que no estaremos hoy —dijo mi mamá.
Los días habían pasado y las oportunidades llegaron, mi mamá logró entrar a trabajar y mi hermano ya estaba haciendo la maestría.
—Está bien, yo los llevo, aprovechando que voy al ensayo —dije.
Abrí el armario, agarré un vestido floral, un abrigo y me puse todo. Me peiné y después me puse mis botas.
—Ya estoy lista, los espero —avisé.
El tono de mensaje sonó en mi celular y lo abrí rápido al ver que era Leondre.
—«¿Por qué no me dijiste que estabas en un hotel?» —leí.
—«Oh, cierto, se me olvidó, Leondre, luego te cuento que pasó» —escribí.
—«Ay, niña, tú siempre» —leí.
—«Lo siento por ser una niña ocupada» —escribí.
Le conté del hotel en el que estaba y quedamos de vernos cuando regresara de su viaje.
—«Debo irme, niño bonito, tengo que ensayar» —escribí.
—«¿Para qué?» —leí.
Había hablado de más, Leondre no podía saber que iba a estar en unos premios, no estaba lista para decirle y no podía hacerlo; así que no respondí.
Mi mamá entró al cuarto y yo me levanté de la cama.
—Ya estoy lista, Emma —dijo.
Ambos ya estaban listos, así que salimos del cuarto y bajamos por el elevador. Salimos del hotel y caminamos al estacionamiento, encontramos el carro y nos subimos.
—Te iré a dejar a ti primero, Carlos, luego a mamá —dije mientras me abrochaba el cinturón.
Manejé hacia la escuela de Carlos y llegamos en cuestión de minutos, no estaba tan lejos del hotel.
—Nos vemos al rato —dijo y salió del carro.
Lo vimos entrar y después manejé a la empresa donde mi mamá trabajaba.
—¿Todavía no vuelve Leondre? —preguntó.
—No, sigue de viaje —dije.
—¿Lo extrañas?
—Un poco —sonreí mientras veía la carretera.
Minutos después llegamos a la empresa y mi mamá salió del carro rápidamente porque su jefe le había llamado, solo que segundos después ella volvió.
—¿Qué pasó, mamá? —pregunté después de abrir la ventana.
—Es que mi jefe me acaba de decir que sus hijas están aquí y quieren conocerte, aman tu música —dijo.
—Está bien, voy contigo —dije.
Salí del carro y luego caminamos a la entrada del edificio.
—Te conocieron con la última canción que sacaste, después mi jefe les dijo que eras mi hija y ellas rogaron conocerte —contó mi mamá.
—Muero por conocerlas —sonreí.
Subimos por el elevador y después caminamos a la oficina del jefe de mi mamá.
—Buenos días, señor Anderson —saludó mi mamá al entrar.
—Buenos días —saludó.
Después me miró.
—Hola, Emma, mis hijas están por llegar a la oficina, se fueron a recorrer el edificio —dijo.
—No se preocupe, esperaré —sonreí.
Salimos de la oficina y después nos fuimos a la de mi mamá.
—Esperemos aquí mientras —dijo mi mamá.
—Está bien —sonreí.
Ella se sentó en su escritorio y yo en el sillón que estaba en su oficina, me puse a escuchar un poco de música y a revisar mis redes sociales.