Los días pasaron y por fin llegó el gran día, aunque toda la mañana y parte de la tarde lo usamos para estar en la estética que Alejandra y Karen nos reservaron, era un lugar bonito, elegante y tranquilo.
Nos hicieron muchas cosas en el cabello y en el rostro, era un servicio completo y todo quedó bien. A mi mamá le pintaron el cabello de rubio y se lo alaciaron, a mí me pintaron el cabello de rojo y me ondularon las puntas. Además de eso, nos maquillaron muy bien, aunque el maquillaje que me hicieron a mí fue más tardado porque me pusieron muchas cosas. Igual nos pusieron la regla de que no hiciéramos nada que ocasionara que el maquillaje se corriera, tenía que sobrevivir hasta la noche o lo retocaran.
—Parecemos otras —dije viéndome en el espejo.
—Tardamos años ahí, yo nada más me corté el cabello —dijo Carlos.
Reímos.
—Te dijimos que íbamos a tardar —dije.
—No pensé que tanto —dijo.
Reí.
—Valió la pena la espera —dijo mi mamá.
Ese día no solo eran los premios, también era mi cumpleaños y el mejor regalo que recibí fue estar con mi familia y estar nominada en los premios, no podía pedir más, eso era lo más importante; sin embargo, me sentí muy mal porque mi propia familia no me había felicitado, solo mis seguidores.
Llegamos al hotel y nos cambiamos de ropa, mi mamá y Carlos me insistieron en bajar a comer al restaurante y yo no entendía por qué, pero les seguí la corriente.
Bajamos por el elevador y caminamos al restaurante, ahí es donde me di cuenta de que estaban actuando raro porque estaban acelerando el paso y yo les seguía, tramaban algo y quería averiguarlo.
Entraron rápido y después entré, todo estaba apagado y fruncí el ceño, por un momento pensé que era una broma de mal gusto; sin embargo, las luces se prendieron de repente y ahí estaban todas las personas que me importaban y que me vieron crecer. Mi familia y mis amigos.
—Feliz cumpleaños, Emma —dijo mi tía.
Hice lo posible para no llorar, tenía que cuidar el maquillaje costara lo que costara.
—Vamos a ver los premios en el hotel donde nos hospedamos y te apoyaremos —dijo mi prima.
—Muchas gracias, prima, significa mucho para mí —sonreí.
También Ana y la banda estaban ahí.
—¡Feliz cumpleaños, amiga! —exclamó Ana.
Nos abrazamos.
—Sabía que no lo olvidarías —dije.
—Jamás lo olvidaría.
Nos soltamos.
—Felicidades, Emma —dijo Alan.
—Gracias, Alan —sonreí.
—Feliz cumpleaños, nuestro regalo es estar aquí —dijo Raúl y rio.
Reí.
—Felicidades, Emma —dijo Kevin y me abrazó.
Comimos y le platiqué a mi familia todo lo que sentía en ese momento, ellos me ayudaron a llevarlo con facilidad y no dejarme llevar por los nervios.
Ellos ya tenían todo preparado porque me dijeron que pasara a cantar la canción que cantaría, los micrófonos y los instrumentos ya estaban ahí, incluso la banda ya estaba lista, eso me dio mucha risa pero acepté de inmediato.
—Bueno, este es mi último sencillo que saqué hace unos meses, se llama Perfect —dije.
Miré a la banda y sonreí.
—¿Listos? —pregunté.
—Muy listos —dijo Alan.
La canción comenzó y yo canté, incluso apliqué la coreografía que le agregamos a la canción y todo fue un éxito.
Mi familia me estaba grabando y eso me llenó de emoción, tenerlos ahí era más que suficiente, me habían hecho mucha falta.
Terminé la canción y todos gritaron.
—¡Esa es mi niña! —exclamó mi mamá.
Mi papá hubiera estado orgulloso de mí porque logré cumplir mi sueño, él sabía que amaba la música como mi vida, sabía que el esfuerzo que ponía era porque en un futuro todo se recompensaría. Definitivamente todo era dedicado a él.
—Vas a brillar en el escenario hoy, hija —dijo mi mamá con emoción.
Sonreí.
—¿Ya estás lista? —preguntó Ana acercándose a mí.
—Sí —dije y miré a todos lados.
—¿A quién buscas? —preguntó.
—¿No ha venido Alexis? —pregunté.
—No lo vi, creo que no vino.
Eso me puso triste de alguna manera, él siempre estuvo ahí conmigo y se sentía extraño el ambiente sin él.
Las horas pasaron y el momento de despedirme de mi familia llegó, ya teníamos que subir a la habitación a cambiarnos porque el evento empezaba a las ocho de la noche y teníamos que estar en la alfombra roja.
—¡Suerte, Emma! —exclamó mi familia.
Subí al cuarto con esa emoción en mi corazón, con esa alegría de haber visto a mi familia y estar con ellos. Era el mejor amuleto de la suerte que llevaría a los premios.