Un encuentro de dos corazones | Leondre Devries

♫Capítulo 27♫

—Tengo muchas cosas que contarte, Leondre, tantas sorpresas —dije al momento en que me respondió. 

—¿Si fuiste a tu escuela? —preguntó. 

—¡Sí, Leondre! —exclamé con emoción. 

—No te quedes callada, cuéntame todo —compartió mi emoción. 

—Me encantó pisar de nuevo mi escuela, todos se emocionaron al verme e incluso entré a algunas clases a hablar personalmente con todos —conté. 

—¿No se te fueron encima? 

—Claro que no, todos guardaron la calma y el silencio necesario. 

—Me alegro mucho por ti, Emma, te escuchas muy feliz y eso me encanta —dijo. 

—No todo acabó ahí, tuve un momento desagradable al final de todo —dije.

—¿Por qué? ¿Qué pasó? 

—Salí con Ana de la escuela y los guardias estaban conmigo, lo malo es que de la nada llegó Saúl y me empezó a molestar —conté. 

—Emma, sigo pensando que deberías denunciarlo, tienes la oportunidad de hacerlo ahora porque estás en tu ciudad —dijo. 

—No lo quiero perjudicar, no se me hace justo —dije. 

—¿Y se te hace justo que él quiera perjudicarte a ti? —preguntó.

Eso me hizo pensar mucho. 

—Escucha, no quiero pensar en él, quiero disfrutar mi viaje —dije. 

—Está bien, por favor cuídate mucho. 

—Lo prometo, Leondre —sonreí. 

—Nos vemos —se despidió y colgamos. 

—¿Ya terminaste, Emma? —preguntó Ana.

—Sí, ahora vamos a pasear —sonreí. 

Ya habíamos terminado de comer en la casa de los papás de Ana, así que quisimos aprovechar nuestro día paseando por la ciudad de México. 

La mamá de Ana nos había prestado su carro (antes era el carro de Ana) para poder ir al museo de Frida Kahlo, ella nos recomendó ir ahí porque era fabulosa la historia y podíamos recorrer la representación de la casa donde vivió.  

Ana llamó a los dos guardias que me ayudaron en la escuela, teníamos que tenerlos por cualquier cosa que pudiera pasar y estar seguras en todo el camino. 

Ana condujo al museo y en cuestión de minutos llegamos y bajamos del carro. Los guardias bajaron de su carro y se pegaron a nosotras para estar seguras antes de entrar.

Pagamos la entrada y entramos. Eran varias secciones, así que empezamos con la parte de afuera de la casa, en ésta vivió con Diego Rivera. 

Entramos a la casa y vimos muchos cuadros y la representación de la ropa que usaba, también algunas artesanías y muchos adornos, igual pinturas, libros y un escritorio. En toda esa parte había más cuadros de ella y un montón de escrituras y frases, igual habían cuadros de Diego Rivera.

Llegamos a una habitación que conectaba con la librería, en la pared tenía una frase de Frida. En otra habitación tenían cuadros de la familia de Frida y algunos datos de ella, también había unos cuadros donde ponían a la familia, sus pasiones y las inspiraciones; finalmente a un lado había una fotografía increíble de Frida. Esa otra habitación conectaba con otra y estaba llena de esculturas, a un lado estaba la habitación que representaba a la de Diego. Esa conectaba con unas escaleras pequeñas y a un lado estaba la cocina.

—¿Te acuerdas cuando decías que Frida no era importante? —recordé. 

—No me hagas acordarme de eso, viendo esto me arrepiento —dijo Ana. 

Reí. 

—Ya entendí por qué tu mamá quiso que viniéramos —volví a reír. 

Tomé más fotos y seguimos con el recorrido. 

Minutos después concluimos con el recorrido y después salimos del museo, lo malo es que la salida estuvo muy pesada porque nos encontramos a muchos seguidores y me pidieron fotos. Los guardias tuvieron que ayudarme a salir de ahí y llegar al carro rápidamente. 

—Ya se me estaba haciendo muy extraño que no te pidieran fotos —dijo Ana.

—Lo sé, igual a mí —dije. 

Ana condujo y yo me puse a revisar mis redes sociales. 

—Oye, estoy leyendo algunos comentarios de seguidores que ya saben de mi visita a la ciudad y quieren que haga un convivio —dije. 

—La verdad no suena mal, ¿crees que nos dé tiempo? —preguntó Ana. 

—Yo creo que sí, mañana volvemos a Londres y no pisaremos la ciudad de México por mucho tiempo, por lo menos quiero cumplir sus deseos —dije. 

—Entonces hay que hacerlo —dijo. 

—Pero primero vamos a comer, ya me volvió a dar hambre —dije. 

Ana rio. 

—Vamos. 

Ana condujo a nuestro restaurante favorito y comenzamos a recordar muchas experiencias que teníamos en ese lugar, la comida estaba grandiosa y teníamos buenas opiniones. 



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En el texto hay: viajes, musica, amor

Editado: 30.06.2020

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