♫Capítulo 29♫

Un nuevo día comenzó y desperté con una sonrisa, los recuerdos del beso con Leondre llegaron a mi mente y me hicieron sentir muy bien porque por fin era feliz, por fin me había dado la oportunidad de amar y de ser amada. 

—Emma, ya hay que irnos —dijo mi mamá al entrar a mi habitación. 

—Es cierto, por un momento lo olvidé —reí. 

—Arregla tus maletas —dijo. 

Metí toda la ropa en las maletas y vacié todas las cosas que tenía en la habitación. 

Carlos y yo bajamos las cosas que compré con Leondre para la casa y las metimos al carro, igual aprovechamos a meter todas las maletas y las cosas de mi perrito. 

—¿Ya está todo vacío? —preguntó mi mamá. 

—Ya, mamá —dijo Carlos. 

—Entonces vamos a despedirnos de Alexis —dijo mi mamá. 

Le di un último vistazo al departamento y sonreí, tenía recuerdos bonitos y estaba dispuesta a guardarlos.

Salimos del departamento y nos dirigimos al de Alexis, tocamos la puerta y él abrió rápidamente. 

—Hola —saludé con una sonrisa. 

—Hola, Emma —saludó. 

—Queremos darte las gracias por el departamento, ya es momento de irnos a la nueva casa y por supuesto que estás invitado para cuando quieras —sonreí. 

—Me encantó que estuvieras viviendo cerca de mí, luego los visito, te tengo una sorpresa y cuando vaya te la doy —dijo. 

Sonreí.

—Muchas gracias por rogarle a la dueña que estuviéramos aquí —dijo mi mamá. 

—No hay de qué, señora Paty, me gustó mucho tenerlos aquí —dijo Alexis. 

—Nos vemos, luego vamos a otro concierto —dijo Carlos. 

—Por supuesto —dijo. 

Nos despedimos por última vez y después bajamos y entramos al carro. Encendí la radio y así comencé a manejar, con la música de fondo y con la emoción en nuestro interior de llegar. 

Minutos después entramos a la residencial y conduje hacia la casa, ya podía verse porque era la más grande de la calle. 

—¿Esa es? —preguntó Carlos sorprendido al verla. 

—Sí —sonreí. 

Me estacioné y bajamos del carro. 

—Está increíble, Emma —dijo Carlos con emoción. 

—¡Ya entremos! —exclamé.

Cargué a mi perrito y después entramos a la casa. Mi mamá y Carlos entraron después con todas las maletas. 

—Se siente un ambiente increíble —dijo mi mamá. 

—Por fin cumpliste nuestro sueño, Emma —dijo Carlos con una sonrisa. 

—Se los prometí, no sabía nada de la casa pero se los prometí —dije. 

—Hay que ver las habitaciones para saber en cuál nos quedaremos cada uno —dijo Carlos. 

Subimos las escaleras y comenzamos a ver todas las habitaciones. 

—Ese grande le queda a mi mamá, ¿no crees, Carlos? —pregunté. 

—La verdad sí, ¿qué te parece, mamá? —preguntó Carlos. 

—Me gusta, además tiene baño. 

Era el más grande de los demás, le faltaban algunos muebles pero se veía bien. 

Yo elegí una habitación que tenía balcón y baño, estaba más pequeño que el de mi mamá pero estaba bonito; por otra parte, Carlos eligió una habitación igual a la mía pero sin baño, solo tenía balcón. 

—Quedé satisfecho con el resultado —dijo Carlos. 

—Igual yo —dijo mi mamá. 

—Por cierto, mañana iré a la disquera, quieren hablar conmigo y con Ana —dije. 

—¿Estás nerviosa? —preguntó mi mamá. 

—Demasiado. 

Metí mis maletas a mi habitación y mi perrito me siguió, él estaba disfrutando muchísimo el ambiente como nosotros, en verdad se sentía muy bien. 

Guardé mi ropa en el armario y después hice una pequeña decoración en la pared, pegué demasiadas fotos y lo traté de hacer como un cuadro, al final quedó bien. 

—¡Chicos, ayuden abajo! —exclamó mi mamá. 

Bajé con mi perrito siguiéndome y ayudé a mi mamá a acomodar las cosas que compré en la cocina. 

—Ya hay más orden en la casa, ya no veo la hora de que traigan los muebles y terminemos de ordenar todo —dijo mi mamá. 

—Quedará muy bien al tener todos los muebles listos —dije. 

Cargué a mi perrito y lo acaricié. 

—¿Te gusta, mi amor? —le pregunté. 

Él ladró y yo sonreí.