Un encuentro de dos corazones | Leondre Devries

♫Capítulo 48♫

Desperté por unos ruidos en mi ventana y por los gruñidos de Leo, alguien estaba lanzando piedras y eso ocasionó esa reacción de Leo.

—¿Qué pasa? —pensé.

Eran las dos de la madrugada y no entendía quién era, así que me levanté de mi cama y abrí la ventana, en la banqueta estaba Saúl con piedras en la mano. Me llamó para que bajara y le hice caso, así que me metí y me puse lo primero que encontré, unos leggins negros y un crop top junto con una chaqueta. Dejé a Leo en la habitación y luego bajé las escaleras en silencio, abrí la puerta y ahí estaba Saúl.

—Hola, preciosa —saludó y me dio un beso en los labios.

Sonreí.

—Saúl, son las dos de la mañana, ¿qué haces aquí? —pregunté.

—Traigo a unos amigos en el carro y vamos a ir a pasear esta noche, vamos a una discoteca y quiero ir con mi novia —dijo.

—Saúl, sabes que yo no soy de discotecas y de tomar a esta hora.

—Ay, preciosa, solo será un rato, te lo prometo, estaremos antes de que se despierten todos —insistió.

—No lo sé, sabes que no me gustan esas cosas.

—Vamos a ir y punto —dijo con firmeza.

Puse mis ojos en blanco y después nos fuimos al carro, todos me saludaron y yo hice lo mismo, no conocía a nadie pero ya no importaba. Desde la ventana vi las grandiosas calles de Londres, todos los parques que en algún momento fui, algunos lugares abiertos, muchas luces en las calles, gente festejando cualquier cosa no importante, algunas calles solitarias, callejones oscuros y más cosas. Saúl sacó bebidas alcohólicas y todos en el carro comenzaron a tomar, Saúl me animó a hacerlo pero yo no quería, aunque al final me insistió y tuve que darle un pequeño trago a la botella. Llegamos a una casa y al entrar yo me fui a sentar en un sillón, los chicos se fueron a la cocina por algunas cosas y para seguir bebiendo.

—¿Eres novata? —preguntó una chica.

En total éramos tres chicas y cinco chicos.

—No soy de beber a estas horas, es todo —dije.

—Ay, no te preocupes, es la mejor hora para hacer todo esto —dijo con una sonrisa.

Los chicos se dirigieron a nosotras con muchas botellas y latas, Saúl se sentó alado de mí y me dio una botella.

—¡Fondo, fondo, fondo! —exclamaron todos.

Me la tomé completa y me comencé a sentir un poco mal, no me hacía bien tomar mucho pero me comencé a dejar llevar.

Una hora más tarde estábamos dirigiéndonos a una discoteca, los chicos querían divertirse más y yo acepté sin rezongar, ya estaba comenzando a emborracharme y aceptaba todo lo que me decían o me daban. Saúl me dio otra lata y me dio un cigarrillo para combinar ambos, se sintió horrible pero no podía dejar de hacerlo. Llegamos a la discoteca minutos después y entramos como pudimos, estábamos mareados y nos reíamos sin sentido. Se escuchaba la música electrónica demasiado fuerte, había mucha gente saltando y bailando, incluso tomando en la barra y otros haciendo cosas indebidas. Saúl y yo nos fuimos a bailar, los demás se fueron a tomar y a hacer otras cosas que en ese momento no entendí. Ya me estaba comenzando a sentir mareada, así que Saúl y yo nos fuimos a sentar y a tomar más, ahí fue donde me emborraché y perdí mis cinco sentidos.

—¡Ya hay que irnos! —exclamó Saúl.

Salimos de la discoteca y entramos al carro, ahí algunos comenzaron a besarse y a tomar más, incluso Saúl y yo no nos quedamos atrás, también hicimos lo mismo. Jamás pensé que haría eso, se sentía como si estuviera desesperada en besar a alguien, una llama dentro de mí que no me dejaba parar. Llegamos a un callejón y todos nos escondimos ahí para seguir con nuestras cosas, algunos se fueron a lo más profundo del callejón para hacer más cosas, aunque Saúl y yo nos quedamos al principio del callejón para tomar. Sabía que esa noche tendría consecuencias muy graves pero no me importaba, había perdido la razón y ya no podía pensar en lo que era bueno o malo, solo en divertirme y seguir a Saúl.

Desperté con un terrible dolor de cabeza, me dolía todo el cuerpo y no podía recordar lo que había pasado. Mis ojos se abrieron completamente y me di cuenta de que estaba en el piso tirada, Saúl estaba dormido a mi lado y los demás estaban tirados. Recordé todo lo que pasó y reaccioné, intenté levantarme pero en ese momento vi la peor escena, la policía caminando hacia nosotros. Cubrí mi cara en el piso y me sentí terriblemente mal, eso iba a traerme problemas pero tenía que pagar las consecuencias. Nos llevaron a todos en la patrulla a la delegación, ahí nos detuvieron en diferentes celdas y eso me sirvió para reflexionar, lo único que esperaba era que no fuera a mayores y afectara en mi carrera musical que tanto me costó tener.

—Tienes visitas —dijo el policía.

Asentí y apareció mi mamá con su expresión enojada, sabía que estaba decepcionada de mí.

—No puedo creer que hayas hecho esta tontería, Emma, llegaste muy lejos y esta vez no te salvarás —regañó.

—Mamá, lo siento mucho —dije apenada.

—Cuando me llamaron para decirme que estabas detenida no lo creí, pensé que se habían equivocado de persona —dijo con enojo.

—En verdad lo lamento mucho —dije con tristeza.

—Tienes suerte de que nadie te tomó fotos porque estarías acabada ahora mismo.

—Lo sé, mamá —dije.

—Estás castigada, Emma, no volverás a ver a Saúl.

—¿Qué? —me quejé.

—Saúl te indujo a esto, date cuenta de una vez.

Bajé la cabeza y me sentí más apenada que nunca.

—Ana está pagando la fianza y pidiendo discreción, Saúl se quedará aquí hasta que alguien le pague la fianza y cuidado de que lo hagas tú.

—Está bien, mamá.

Esperamos unos minutos más y por fin me sacaron, pasé en frente de la celda de Saúl y él me fulminó con la mirada, yo seguí mi camino y salí de la delegación. Ana y mi mamá me estaban esperando y me dirigí a ellas.

—El director quiere correrte de la disquera por este error que cometiste, solo él y yo lo sabemos, agradece por eso —dijo Ana con enojo.



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En el texto hay: viajes, musica, amor

Editado: 30.06.2020

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