Un encuentro divertido

Parte única

No podía dejar de ver a la chica que estaba a su lado, había captado toda su atención y despertado un interés sin igual, a pesar de estar rodeado de más de ochenta mil personas en uno de los eventos más importantes del mundo solo tenía ojos para ella, no importaba que fuese la final en un Mundial de futbol y el esfuerzo que había hecho para estar allí ese día porque esa misteriosa mujer de ojos grises, melena negra ondulada, de piel clara y de una sonrisa hermosa lo cautivaba con solo su presencia, le fue difícil concentrarse en el juego y en compartir con su familia que estaba para apoyar al equipo de Argentina pues gracias a su padre que era de dicho país tenía doble nacionalidad. Había nacido y crecido en México, pero cada año viajaba con sus padres a Argentina para compartir con su familia paterna.

Hasta ahora con sus 23 años no había tenido la dicha de caer rendido y cautivado por una mujer a solo minutos de haberla visto por primera vez, pero no se quejaba, todo lo contrario, agradecía que estuviese a su lado y solo por ese día no le reprochó a su familia por dejarlo en el asiento más alejado de todo.

Samuel era un hombre alto y esbelto debido más que todo a su contextura y no porque practicara algún deporte o hiciera ejercicio, no estaba en su ser hacer tales cosas, de cabello negro y rizado igual a su madre, tenía una obsesión con la ropa negra, puede que la música tenga algo que ver y es que el rock y todos sus derivados eran parte de fundamental de su vida y en eso se parecía mucho a su padre, y pues no le gustaba llamar la atención así que con ese color acuestas se sentía seguro.

Desde hace un par de años algo había cambiado en él, su mente y su alma habían cambiado de color y se habían tornado negros y profundos, lo había aprendido a ocultar muy bien pues nadie a su alrededor sabia o por lo menos no estaban seguros de su depresión, con los golpes de la vida y las luchas constantes había aprendido a controlar sus demonios. Había pasado por algunas situaciones que de alguna manera marcaron su vida, su presente y lamentablemente su futuro, hasta los momentos creía que no había podido lograr nada en la vida así tuviese una carrera profesional y había salido adelante todos estos años, una situación que lo marco de una manera inimaginable fue ser víctima de maltrato infantil aun en su adolescencia tuvo que vivir con miedo y temor cada segundo en el que permanecía en casa, tuvo un respiro cuando se fue a una universidad en otra ciudad, no estaba muy lejos de casa pero lo suficiente para respirar y sentirse algo seguro.

Sentía unas ganas profundas de conocer y compartir con la chica en la que solo podía ver luz esa claridad que su ser tanto anhelaba con toda la fuerza de su existencia., debía hablar con ella y si no era ahora no sería nunca. Esta era la señal que tanto había pedido al cielo para darse la oportunidad de seguir viviendo y disfrutar de toda su belleza y colores y no simplemente viviendo.

Ella aun sin tener la remota idea de todo lo que le pasaba por la compleja y turbada mente de Samuel, sentía un magnetismo que no podía explicar menos justificar, tenía una mirada profunda, triste y llamativa que la invitaba a saber más de ese misterioso chico pues sus ojos le intentaban decir algo que ella no podía descifrar.

Los minutos pasaban llevando tanto a los jugadores como espectadores a un torbellino de euforia y adrenalina mientras ellos seguían envueltos en una mística y mágica burbuja dela que trataban de salir hablando con sus acompañantes, pero seguían sin tener éxito, sobre todo Samuel.

Al cabo de un rato donde se dio el valor que necesitaba se dijo que tenía que dar el paso hoy justo ahora, respiró profundo y con el corazón desbocado se acercó y le dijo lo primero que se le vino a la mente con tal de entablar una conversación.

-Hola quisieras un refresco? - después de decirlo se reprendió mentalmente diciéndose que es el hombre más idiota que del mundo al ver su cara de sorpresa y de risa a parte iguales, que tonto había sido.

-Hola estoy bien, tal vez en otro momento-

-Pues estaré aquí…- dejo la frase suspendida con la esperanza de que sospechara su clara y casi desesperada curiosidad y le dijera su nombre, y la verdad es que funciono.

-Oh..disculpa me llamo Sara mucho gusto- le extendió su mano y pudo notar que tenía una piel muy cálida y electrizante, fue esa electricidad la que le hizo volver a la realidad pues con solo ese rápido y fugaz contacto se había embarcado en un viaje de sensaciones tan exquisitas y tan nuevas para el que no podía creer que las pudiera llegar a sentir, no después por todo lo que había pasado, así que salió de su asombro y le respondió,

-Samuel y el gusto es todo mío, por cierto, Sara bello nombre-

Se sonrieron y trataron de solo disfrutar de lo poco que quedaba de partido hasta que una de las chicas que la acompañaban le decía algo al oído y pudo notar que Sara se removía algo inquieta en su asiento y fue cuando entendió que se iba y no la volvería a ver sino hacia algo para cambiarlo. Ella se levantó y con una sonrisa de despidió dejándolo con la terrible sensación de abandono, no entendía cómo era posible pues solo tenía minutos conociéndola pero con el corazón no se podía contrariar, la vio alejarse y perderse en la multitud mientras se mordía el labio pensando (por cierto manía de la que no podía deshacerse pues se le activaba cada vez que pensaba en algo importante para él) en que debía armarse de valor y hacer algo para no perder su contacto y tener la oportunidad de volverla a ver, su reacción fue  salir corriendo y llegar hasta ella y le tomo del brazo y la volteo hacia el e hizo lo que su corazón le rogaba que hiciera y lo que razón le gritaba que se detuviera que no se fuera por allí pero en esa lucha ganó el corazón, la beso y se fundieron en un vaivén de sensaciones con un beso tan necesitado y esperanzado para él y tan sorpresivo e inesperado para ella, pero como nada es para siempre ni puede ser perfecto al salir de su sueño sintió en su mejilla izquierda un doloroso golpe y un empujón que lo hizo volver a la realidad para darse cuenta de, que estaba solo y parado con cara de ¿Qué paso? Y con su familia sorprendida riendo a carcajadas al escuchar a su hermano decir “y le estampó una sonora bofetada”.




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