Marie se preparaba para una noche de diversión con sus amigas. Su novio había viajado al extranjero por estudios y estaría ausente durante los próximos tres meses, así que ella esperaba disfrutar de un par de meses de libertad y disfrutar de algunas noches de diversión. Sus padres, que eran bastante estrictos, aunque solían salir de viaje con bastante frecuencia, así que ella ya estaba acostumbrada a tener la casa para ella sola algunas noches.
Esa noche, sus amigas decidieron llevar a Marie a un bar nuevo que había abierto cerca de su universidad. Era un lugar oscuro y acogedor, lleno de música y gente joven. Mientras bailaba con sus amigos, Marie sintió un ligero estremecimiento cuando vio a un chico misterioso sentado en una esquina, tocando suavemente la guitarra.
El chico tenía un aura misteriosa envolviéndolo. Tenía el pelo oscuro y ojos expresivos, y sus dedos se movían con un gracejo inusual en las cuerdas de la guitarra.
Marie intentó concentrarse en su diversión y en sus amigos, pero no podía evitar echarle miradas de reojo al chico de la guitarra. Él tocaba una serie de melodías tristes y líricas, y su voz parecía transportarla a otro mundo. Cada vez que sus ojos se encontraban con los del desconocido, ella sentía como si su corazón diera un pequeño salto.
Al cabo de un rato, Marie se separó de sus amigos y se acercó al chico de la guitarra. El la había visto observándole y ahora la miraba con calma, sus ojos la estudiaban como si leyera su alma.
-"Hola", dijo ella con timidez, "tocas realmente bien".
El chico sonrió ligeramente y dejó de tocar.
-"Gracias", respondió con calma, "son solo algunas canciones que me gustan".
La voz de él era profunda y suave a la vez, y tenía un acento ligeramente indefinido, como si no fuera de allí.
-"¿Puedo sentarme?", preguntó Marie, señalando una silla desocupada a su lado.
El chico movió ligeramente la cabeza en señal de consentimiento, y Marie tomó asiento a su lado. A la tenue luz del bar, pudo verlo mejor. Su rostro era anguloso y atractivo, y sus ojos parecían esconderse a veces tras la cortina de su oscuro pelo desordenado.
Él dejó la guitarra descansando contra la pared y la miró con interés.
Marie intentó mantener una apariencia de calma, pero sentía cómo su estómago se llenaba de mariposas. La forma en que él la estaba observando era intensa y desconcertante, como si estuviera intentando descubrir algún secreto que ella escondiese.
-"Me llamo Adams", dijo él finalmente, extendiendo una mano hacia ella.
Marie tomó su mano, ligeramente sorprendida por lo suave y firme que era su agarre.
-"Yo soy Marie", respondió, intentando sonar casual, aunque se sentía cada vez más nerviosa con cada segundo que pasaba.
Adams mantuvo su mirada sobre ella unos segundos más, antes de bajar los ojos para examinar la mano que él aún sostenía.
-"Un nombre bonito", dijo con una sonrisa suave. "Como tu".
El cumplido tomó a Marie desprevenida, y sintió una inesperada oleada de calor subiendo por su cuello. Intentó desviar la mirada, pero Adams seguía observándola con esos ojos oscuros y penetrantes.
Marie trató de pensar en algo que decir, pero todo lo que podía hacer era mirarlo nerviosamente y sentir cómo su corazón se aceleraba por algún motivo desconocido. No le había pasado nunca algo igual, pero algo en él la atraía irresistiblemente.
Adams pareció encontrar entretenimiento en su silencio, pues soltó una suave carcajada.
De repente, una voz familiar interrumpió el momento entre Marie y Adams.
-"¡Marie! ¡Estaba empezando a preocuparme por ti!"
Una de las amigas de Marie apareció detrás de ella, frunciendo el cejo en broma.
Marie se sobresaltó un poco, habiéndose olvidado por un momento de su entorno. La amiga, llamada Sophia, miró hacia Adams con curiosidad.
-"¿Y quién es este?" Preguntó, señalando a Adams con un gesto de la cabeza.
Sophia se inclinó y le susurró algo al oído a Marie, con una sonrisa maliciosa.
-"Nena, ten cuidado. Parece muy guapo, pero ¡tú ya tienes novio!"
Marie se puso un poco roja y le dio un codazo a Sophia.
-"Cierra el pico, no seas tonta", susurró, aunque su amiga tenía razón. Tenía novio y no debía olvidar eso.
Adams las observaba con interés. Su expresión no había cambiado, pero parecía disfrutar del intercambio de susurros entre las amigas.
Sophia, como si no lo hubiera notado, se inclinó hacia delante nuevamente y le lanzó una sonrisa encantadora a Adam.
-"Hola, soy Sophia", se presentó.
Adams le correspondió con una sonrisa educada.
Marie se sintió un poco celosa por alguna razón, pero intentó disimularlo. Después de todo, ella también tenía derecho a hablar con chicos, ¿no?
Afortunadamente, Adams volvió su atención hacia Marie y la estudió con esos ojos penetrantes y oscuros.
-"¿Cómo es que nunca te había visto aquí antes?", le preguntó.
Marie se sintió un poco nerviosa, pero intentó mostrarse despreocupada.
-"Oh, no suelo venir a este bar tan a menudo", respondió. "Mis amigas me convencieron de salir esta noche, solo para pasar un buen rato".
Marie se excusó para ir al baño, dejando sola a Adams y Sophia. Mientras se abría paso entre la multitud, su teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo de su abrigo. Lo sacó y vio que su novio la estaba llamando. Después de hablar con él unos minutos y asegurarle que llegaría temprano a casa, se disponía a dirigirse al bar de nuevo, cuando por el rabillo del ojo, vio algo que llamó su atención.
Adams y Sophia estaban inclinados uno hacia el otro, y Adams le pasaba algo a Sophia en secreto. Marie se detuvo y los observó con interés, intentando ver qué era lo que le estaba pasando. Sophia tomó lo que fuera y se alejó con una sonrisa pícara.
Cuando Marie dejó de mirar, Adams había desaparecido entre la multitud. Sólo pudo verlo brevemente cuando se alejaba hacia la salida cercana. Al darse cuenta de lo que había sucedido, rápidamente se acercó a Sophia, que ahora estaba en la barra.
Cuando se acercó, Sophia la saludó con una sonrisa, sosteniendo algo en la mano.