Un Error a la Medida

Epílogo

'*•.¸♡ ♡Ayleen♡ ♡¸.•*'

—¡Ya! deja de moverte tanto, traviesa —digo entre risas, mientras trato de colocar la última mariposa al vestido de Hanna.

—Es muy bonito, mami. ¿Me haces uno igual? —pide Lucía, mi pequeña modelo, al tiempo que salta de un lado para el otro, bailando algún vals que solo existe dentro de su cabecita.

—Por supuesto, mi amor. Haré todos los diseños que tú quieras, pero ahora necesito que te quedes quietecita para poder terminar el vestido de tu amiga.

—Lo siento, mami —dice, dándose la vuelta sobre sí misma y, como la manipuladora experta que es, deja un beso en mi mejilla. Mi corazón se salta un latido cuando sus hermosos ojos verdes me observan, llenos de inocencia, y no puedo evitar dejar de lado lo que estoy haciendo para atraerla a mi pecho y estrecharla en un fuerte abrazo que la hace retorcerse entre mis brazos.

Estoy terminando de coser los últimos detalles del vestido de fantasía que he diseñado, usando a mi pequeña Lucía como modelo. Han pasado cuatro años desde que la traje al mundo y cada prenda que he creado desde entonces está inspirada en ella, en su alegría y en su espíritu libre.

Lucas, mi esposo desde hace tres años, ha sido mi pilar durante todo este tiempo. Después de retomar mis estudios en la universidad como diseñadora de modas, al fin puedo presumir que he cumplido mis sueños. Todo gracias a su apoyo incondicional. Siempre supe que lo haría, sin importar cuántos años me costara, pero debo admitir que todo ha sido mucho más fácil desde que él llegó a mi vida. Ha sido testigo de mi esfuerzo, de mis constantes desvelos y de los retos que hemos enfrentado juntos.

—¿Dónde están mis chicas? —La voz de mi esposo llega desde la puerta de mi pequeño taller en nuestra hermosa casa. Una con un enorme patio donde Lucía puede jugar a sus anchas como Lucas siempre soñó.

—¡Papi! —grita mi hija, zafándose nuevamente de mis manos—. Aquí estamos.

—¡Hola, mi princesa! —Deja de lado su maletín y toma a nuestra hija en sus brazos cuando esta corre hacia él—. ¿Qué tal tu día en el colegio, cariño?

—Estuvo bien —responde ella, como toda una licenciada—. Damián me pidió que fuera su novia, pero le dije que no podía porque aún soy muy chiquita y mi papi no me deja tener novio.

—¡Esa es mi chica! —exclama Lucas, dándome una mirada cargada de sufrimiento paternal—. Hiciste bien. Los novios son monstruos horribles que se roban a las princesas y las llevan lejos de sus papás. Y tú no quieres que te alejen de nosotros, ¿verdad?

—¡No! —chilla Lucía—. Yo quiero estar contigo y con mi mami para siempre.

No logro ocultar mi sonrisa al escuchar las locuras de padre e hija. Lucas no solo ha sido un esposo increíble, sino también un padre maravilloso para nuestra pequeña Lucía. Verlos juntos, jugando y riendo, me llena de una felicidad indescriptible. Su amor y dedicación han sido el combustible que me ha impulsado a seguir adelante, incluso en los momentos más difíciles.

Los amo más de lo que podría expresar en palabras.

—Deja de asustar a nuestra hija —advierto, y me uno a su abrazo. Dejo un beso en su boca y no puedo evitar sonreír al ver la cara de asco que pone Lucía al vernos tan cariñosos.

—Guácala —masculla, frunciendo su pequeña naricita, y baja de los brazos de su padre para volver a dar vueltas, mientras sujeta la falda del amplio vestido.

—Hola, amor —murmura Lucas sobre mis labios—. ¿Cómo estuvo tu día?

—Un poco cansado, pero estuvo bien. ¿Y el tuyo?

—Tuve mucho trabajo, pero no podía perderme el gran día. ¿Están listas? No quieres llegar tarde a tu propio evento.

—No, no quiero. —Sonrío, acariciando su rostro con devoción—. Tomo mi bolso y nos vamos, ¿está bien?

—Perfecto. Solo me cambiaré de ropa; salgo en cinco minutos.

Lucas se encamina hacia nuestra recámara y aprovecho el tiempo extra para terminar los últimos detalles del vestido.

—Ven aquí, cariño. Vamos a quitarte este vestido y a colocarte el tuyo —digo, ayudándola a retirar la prenda sobre su cabeza—. Este es más bonito porque lo hice con todo mi amor para mi hermosa princesa.

—¡Me encanta! —grita al verlo.

—Además, hoy es un día muy especial para mami, ¿recuerdas?

—¡Sí! Hoy es tu…

—¿Nos vamos? —pregunta Lucas, entrando de nuevo al taller.

—Adelántense, solo apago las luces y los alcanzo.

No puedo evitar derramar una lágrima ante el inmenso sentimiento que invade mi pecho al observar mi pequeño lugar de trabajo. Cada hilo, cada aguja, cada diseño que se ha quedado grabado en mi mente y mi corazón. Cada segundo invertido ha valido la pena y es la razón de que hoy pueda sentirme tan feliz y realizada. «Gracias por tanto», digo, como si mi taller pudiera sentir el amor que intento transmitirle. Apago las luces y observo un segundo más el espacio antes de cerrar la puerta.

—¿Estás bien? —pregunta Lucas cuando subo al auto.

—Sí, solo… ya me conoces.

—Por eso te amo. —Besa mis nudillos—. Eres tan sentimental. Le das valor a cada pequeña cosa y, sobre todo, eres tan agradecida con la vida que te mereces todo lo bueno que has conseguido.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.12.2024

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