Un extraño en mi alcoba

Capítulo 1

Rechiné los dientes al recordar a Mary Austin y la forma en la que tomaba el brazo de Liam mientras reía como hiena. ¡Qué velada más desafortunada había sido esta! Creí que tendría la oportunidad de compartir al menos dos piezas de baile con Liam, pero la siempre insulsa de Mary no le había dado tregua, no se le separó ni un instante durante toda la fiesta y yo no soy la clase de dama que se rebaja a luchar por un caballero. Si él me quiere, que luche él. La punzada que acometió en mi corazón fue inevitable, Liam no había luchado por mí, ni siquiera se había dado cinco minutos para venir a saludarme, se había quedado perfectamente contento de pasar la fiesta entera escuchando la voz chillona de Mary.

Me quité las botas y las lancé por la habitación. La velada había defraudado todas mis expectativas. Me sentía frustrada, molesta y un montón de cosas más a las que no les podía poner nombre. La puerta se abrió y mi madre asomó la cabeza dentro.

—¿Todo bien aquí? Creí que ya dormías —comentó con cautela, asumiendo correctamente que no me encontraba del mejor humor. Sin perder tiempo, entró a la habitación y se sentó a mi lado sobre la cama—. Veo por tu expresión que hoy no salió como planeabas.

Solté un quejido y me recargué sobre su hombro, dándole a entender que necesitaba de su maternal consuelo.

—Voy a morir soltera, jamás encontraré un hombre para mí —me quejé amargamente.

Mi madre tosió para esconder una risilla burlona.

—Melina Godard, eres el drama hecho carne y hueso —comentó en tono jocoso, desestimando mi pesar.

Me incorporé para defenderme. No dispuesta a permitir que nadie, ni siquiera la mujer que me trajo al mundo, hiciera menos mi dolor.

—Puede que sea dramática, pero mis razones tengo. Estoy a nada de cumplir 21 años —le recordé—. Todas las chicas de mi generación ya están casadas, incluso algunas esperan a su primer hijo. ¡Hasta Odette ya se casó!

Odette Autumnbow, mi mejor amiga en el mundo conocido y princesa de Encenard, quien siempre se había resistido a la idea del amor, se había casado hacía algunos meses con un príncipe extranjero. Ahora vivía feliz en el reino de su esposo y algún día se convertiría en reina, mientras que yo seguía en las mismas circunstancias de siempre: Solterona y cada día más desesperada.

—Cuida ese tono, Melina, suena como si le tuvieras envidia a Odette —me amonestó mi madre.

—Sabes que no, mamá. Me alegra que ella haya podido encontrar el amor, me encanta recibir sus cartas en las que me cuenta lo feliz que es en Dranberg. Es solo que… ay, cómo me gustaría saber lo que es estar enamorada también —dije en tono tristón.

—Ya lo sabrás, verás que, en cuanto menos lo esperes, el hombre indicado llegará a tu vida y te enamorarás de pies a cabeza —aseguró mi madre con tranquilidad.

—Suenas demasiado optimista, pero se te olvida que vivimos en un reino diminuto y que ya conozco a todos los hombres en edad casadera… a menos de que aparezca uno de la nada, ya conozco a la selección disponible y hasta ahora ninguno parece dispuesto a cortejarme —me lamenté.

—Las cosas no se han dado como tú esperabas, te concedo eso, pero eres una jovencita hermosa y estoy segura que debes tener muchos admiradores —me aseguró.

—¿Cómo quién? —pregunté intrigada, tal vez había escuchado algo por ahí. La miré atentamente, esperando que de sus labios saliera un nombre para que yo pudiera parar con esta búsqueda infructuosa.

—No lo sé, eso te lo dejo de tarea a ti. Tú conoces mejor a los chicos de tu generación —dijo para desilusión mía—. Solo te aconsejo no caer en la desesperación, relájate y diviértete.

—Es fácil para ti decirlo, tú encontraste al amor de tu vida muy joven —le recordé, encogiendo mis piernas contra mi pecho para recargar mi barbilla en ellas.

—Y tú también lo harás. Confía en mí —me aseguró, luego sus ojos se iluminaron—. Odette llegará en unas semanas y verás cómo eso te levanta el ánimo.

Eso era verdad, tal vez parte de lo irritada que me sentía se debía a lo mucho que extrañaba a mi amiga. Pronto ella llegaría acompañada de su nuevo esposo y su familia política en una visita oficial para el nacimiento del hijo de su hermano mayor, el príncipe heredero Alexor Autumnbow. Odette pasaría aquí varias semanas y con seguridad eso me ayudaría a olvidar mis problemas. A lado de mi mejor amiga siempre vivía buenos momentos y ahora, después de tantos meses separadas, seguro que tendríamos mucho que contarnos y reír juntas.

 

Desperté sintiéndome un poco menos molesta, lo peor ya había pasado. Me decidí a olvidarme de Liam Leroy y a enfocar mi atención en alguien que sí valiera la pena, alguien que estuviera dispuesto a luchar por mí. Mary Austin se podía quedar a Liam o hacer de su vida lo que quisiera, ese ya no era mi asunto. Bajé al comedor convencida de que estaba tomando el camino más sensato.

Mi familia ya estaba reunida desayunando. Mis padres, Dominic y Ava, la pareja más enamorada y perfecta que jamás había existido y mi hermano mayor Carlo. Tomé asiento en mi lugar y los saludé con calidez.

—Cuéntenme, ¿qué tal estuvo el baile de anoche? —preguntó mi padre.

—Lo mismo de siempre —me ganó en contestar Carlo—. Gente vana hablando de trivialidades. Es imposible dar con una persona medianamente interesante en esa clase de reuniones de sociedad… todos son tan vacíos —se quejó.



#538 en Otros
#93 en Novela histórica
#263 en Fantasía

En el texto hay: humor, romance, matrimonio obligado

Editado: 04.01.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.