Un extraño en mi alcoba

Capítulo 3

Mi casa parecía haber sido víctima de una redada, sillones, cortinas, mesas, sillas, todo fuera de su lugar en un intento por hacer espacio para la fiesta de compromiso. A pesar de que nuestro hogar contaba con un amplio salón de fiestas en la planta baja, mi madre temía que este no fuera suficiente para contener a tantos invitados, así que iba de aquí para allá dando órdenes al personal de servicio para que movieran los muebles y reacomodaran nuestro hogar de forma que hubiera espacio para todo el que asistiera; así como para acondicionarlo para nuestra búsqueda del tesoro, una tradición que mis padres habían iniciado a principios de su matrimonio en la que escondían pistas por toda la casa que los invitados debían seguir hasta encontrar el premio final.

—¿Mandaste llamarme? —le pregunté a mamá, que se encontraba dándole instrucciones a nuestro mayordomo.

Mamá emitió un largo suspiro, dándome a entender que se sentía atareada por la planeación de la fiesta.

—Oh, cariño, qué bueno es verte. Necesito de tu ayuda con la lista de invitados —dijo invitándome a tomar asiento en la única silla que quedaba en su sitio—. Como sabes, Gema es la nieta de uno de los caballeros del rey, lo que significa que los Columbo van a querer invitar a la familia real.

—Sí, ya me lo imaginaba —dije con aire desinteresado pues no me parecía información nueva.

El rey de Encenard tenía un consejo de seis caballeros, sus hombres más cercanos y en quienes confiaba ciegamente. Gracias a la estrecha relación de esos hombres con nuestro monarca, sus familias estaban sobre todas las demás, al menos en la percepción de la gente pues en sí no había leyes que los favorecieran ni nada por el estilo. Eso sí, emparentar con cualquiera de esas familias era un gran honor, razón por la cual mi hermano estaba doblemente entusiasmado con su casamiento: los Columbo eran una de las seis familias. Carlo se sentía flotar.

—Yo también, lo que no tomé en cuenta es que para ese momento también estará aquí Odette junto con la comitiva de Dranberg. ¿Sabes cuántos son? ¿Vendrán también los reyes de Dranberg? Cómo sino fuera suficientemente estresante tener que recibir a la familia real de Encenard ahora también le sumamos realeza extranjera —se lamentó mamá con expresión consternada.

—Tranquila. Según la última carta de Odette, ella llegará antes con su esposo, su familia política los alcanzará unas semanas después. Odette quiso adelantarse para poder estar más tiempo en casa, así que la lista de invitados no aumentará casi nada. Solo Odette y el príncipe —le aseguré con la voz más tranquila que sabía hacer.

La noticia hizo sonreír a mamá de oreja a oreja, el peso de creer que tendría aquí a toda la casa real Mondragón se evaporó al instante.

—Oh, vaya, me estaba preocupando por nada —dijo con alivio, luego tomó mi mano entre la suya—. Dime, ¿estás emocionada por ver a tu amiga? Ya me imagino que sí, ustedes solían ser inseparables.

—Lo estoy, ya cuento los minutos para que esté aquí. Según mis cálculos llega mañana, aunque tendré que esperar para verla, el primer día lo va a pasar poniéndose al día con su familia. Ya me dedicará tiempo después —le conté con una sonrisa.

—Supongo que los reyes han de extrañar mucho a su hija —soltó con cierta melancolía, como si pudiera entender lo que ellos sentían.

—Madre, ¿estamos seguros que estas copas son las correctas? —interrumpió Carlo portando en la mano una copa de cristal—. Ahora que las analizo, se ven bastante ordinarias.

—¿De qué hablas? Esas copas han sido en las que le hemos servido a las visitas toda la vida —respondió mamá con expresión confundida.

—Exacto, las hemos usado en las reuniones más intrascendentes. Siento que esta ocasión merece algo mejor. Deberíamos comprar copas más finas —propuso Carlo.

—¡Menudo disparate! No vamos a comprar 200 copas cuando las que tenemos son completamente aceptables —exclamó papá mientras bajaba por las escaleras—. La gente va a beber igual, nadie estará analizando qué tan finas son las copas y, si lo hacen, yo mismo les mostraré donde está la salida.

El comentario nos hizo reír a mí y a mamá, pero no tuvo el mismo efecto en Carlo, quien genuinamente estaba consternado por el asunto de las copas. Supuse que no dejaría ir el tema y terminaría desatando una tormenta, así que decidí salir de casa antes de que eso sucediera. Me puse de pie de un brinco, actuando como si se me hiciera tarde para algún compromiso.

—No me di cuenta de la hora, quedé de ir a pasear con Leonor, debo darme prisa para no tenerla esperando —mentí mientras me encaminaba a la salida.

—Mándale mis saludos a tu prima y dile a mi hermano que deje de ser un mal hijo y visite a la abuela más seguido —dijo mamá conforme me alejaba.

—Lo haré, ¡adiós a todos!

Le pedí al cochero que me llevara a la casa del tío Fred, esperando en silencio que Leonor estuviera disponible. De otro modo tendría que dar vueltas sola por la ciudad mientras pasaba el tiempo suficiente para que mi hermano soltara el tema de las dichosas copas, lo cual podía tomar horas.

Afortunadamente, mi prima Leonor estaba en casa y tenía muchas ganas de salir a pasear. No fue necesario insistirle cuando ya estaba arriba del carruaje lista para pasar la tarde juntas. Leonor era dos años menor que yo, era callada y discreta, muy al contrario de mi personalidad abierta y bromista, pero siempre nos habíamos entendido bien, casi como hermanas.



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En el texto hay: humor, romance, matrimonio obligado

Editado: 04.01.2023

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