Un extraño en mi alcoba

Capítulo 13

Toda esperanza de que el duelo se cancelara murió al otro día muy temprano. Ya me esperaba que Encenard se enterara de mi pequeño incidente, lo que no había tomado en cuenta era que la activa imaginación de las personas haría de lo ocurrido el rumor más jugoso que se había tenido en años en el reino. En la versión que iba de boca en boca, no solo me habían encontrado en mi habitación besando a uno de los visitantes Dranbers a escondidas, sino que estábamos en la cama, sin ninguna prenda de por medio y además él ondeaba mi ropa interior en señal de triunfo por su conquista. A los ojos del reino no era una simple joven que había cometido una imprudencia, era una mujerzuela que aprovechaba la distracción de sus padres para introducir extraños a su recámara y acostarse con ellos, de paso obsequiándoles sus bragas como recuerdo del encuentro clandestino. ¿Con cuántos más habrá hecho lo mismo sin ser descubierta?, era la pregunta que muchos tenían en mente. Creí que mi reputación sufriría un golpe duro por lo ocurrido, no contemplé que quedaría por siempre arruinada. Papá había tenido razón al predecir que iba a caer en desgracia. Tal vez él ya había supuesto que de boca en boca el problema se magnificaría.

En mi interior tuve la certeza de que jamás contraería matrimonio, ¿qué hombre me querría después de esto? Quien se casara conmigo sería por siempre la burla del reino, mi fidelidad a mi esposo sería constantemente cuestionada, la paternidad de nuestros futuros hijos sería puesta en duda… ningún hombre estaría dispuesto a soportar eso por el resto de su vida. Saber eso, más la seguridad de que el duelo no iba a cancelarse, me tenía descompuesta de malestar. Mis padres me habían ordenado quedarme en mi habitación, parte como castigo, parte para protegerme de que escuchara cómo empeoraban los rumores por boca de mi hermano o por alguien del servicio. Yo sentía que las paredes se me venían encima. Necesitaba hacer algo, no podía resignarme a que mi vida se hubiera estropeado por un incidente tan ridículo.

Creí que iba a volverme loca hasta que Prym entró a mi habitación.

—La princesa Odette está aquí para verla —me informó—. La está esperando en el salón de té.

Salí disparada hacia las escaleras y las bajé de dos en dos, ansiosa por ver a mi amiga. Ahí estaba ella, aguardando por mí con expresión preocupada. Lo primero que hizo al verme fue darme un fuerte abrazo, como si me quisiera consolar.

—Amiga, me siento fatal, nosotros fuimos los que trajimos a Tarik y ve el embrollo que se ha armado —se lamentó con pena.

—No es tu culpa. El error fue de ambos, yo debí haber salido corriendo en cuanto me di cuenta de que estaba en mi alcoba y él… bueno, Tarik es un granuja sin remedio. Ahora habrá un duelo —dije en un suspiro—. Odette, necesito que me digas algo y quiero que contestes con la verdad, aunque esta no vaya a gustarme. ¿Qué tan buen espadachín es Tarik?

Un destello de dolor cruzó los ojos de Odette. Supe que por dentro barajaba la posibilidad de mentirme, pero su lealtad a mí ganó.

—Yo nunca lo he visto pelear, pero anoche le pregunté esto mismo a Luken y él dice que su amigo no tiene igual, que es el mejor —contestó con una mueca de dolor—. Lamento tener que cargarte con más angustias, pero Tarik debe ser realmente notable, pues en Dranberg se toman muy en serio eso del combate. Allá incluso las mujeres pelean. Así que, si mi esposo dice que Tarik destaca, es porque es de temer.   

Me dejé caer sobre una silla, consternada por la respuesta.

—Así que, además de haber perdido mi reputación, ahora voy a perder a mi padre… —concluí apesadumbrada.

—Es una situación lamentable. Mi familia y yo estamos indignados por los maliciosos rumores. No damos crédito a que la gente sea tan cruel. Hicieron de una pequeñez un sórdido escándalo que no podría estar más alejado de la realidad —expresó molesta—. Esta mañana discutimos la forma de resolver esto, pero no se nos ocurrió algo útil. Sería imposible ir de casa en casa aclarando lo que realmente pasó. Además, la gente seguiría pensando lo que quisiera.

—Las personas siempre van a preferir un buen chisme a la verdad.

—Tristemente así es. Mamá fue la única a la que se le ocurrió una solución, pero la desechamos puesto que a nadie haría feliz.

—¿Qué solución es esa? —pregunté curiosa.

—Que tú y Tarik se casen. Según ella, eso acabaría con los rumores y evitaría que tu padre se tuviera que batir a duelo. Lo cual suena bien, excepto que dudo que tus padres, tú e incluso Tarik, quieran que eso pase —me compartió Odette con una mueca de resignación.

Clavé mis ojos en mi amiga, sus palabras resonando en mi mente. Casarme con Tarik. Conforme la idea se iba asentando, más sentido cobraba. Era una locura, pero era lo único que me quedaba. Tarik era el culpable de que mi reputación estuviera arruinada… lo justo era que fuera él el encargado de restaurar mi buen nombre, además de que ahora era mi única posibilidad de no morir soltera. Después de su imprudencia, me debía esto. Y la mejor parte, eso sacaba a papá del peligro. Ya me encargaría después del hecho de que era un coqueto y un pillo, por ahora bastaba con salvar a papá y salir de este embrollo.

—Odette, le diste al clavo. Tengo que casarme con Tarik —expresé sintiendo que mis problemas se desvanecían.

Odette me miro estupefacta, no había esperado esa reacción de mí.



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En el texto hay: humor, romance, matrimonio obligado

Editado: 04.01.2023

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