Mi pequeña familia conformada por mi madre y yo, nos encontrábamos visitando a mis abuelos y primas. Era una bonita casa, tenía un comedor amplio, cocina, lavadero, living, baño y tres habitaciones que estaban distribuidos de la siguiente manera: el cuarto más grande lo ocupaban mis abuelos, el mediano mis primas y el más chico le pertenecía a mi tía. Ella no solía prestar su pieza pero como no iba a estar por unos días nos lo dieron a nosotras.
Ya llevábamos una semana de haber llegado y halloween se encontraba próximo a llegar. En mi país no se celebra esa festividad. Sin embargo en la casa de mis abuelos, cuando nuestras vacaciones coinciden con esa festividad, y aunque ya somos adolescente de todos modos mis primas y yo solemos disfrazarnos por ese día solo por diversión.
Al enterarse mi bisabuela que iríamos de visita nos trajo una bolsa que contenía unos vestidos de ella cuando era joven para que nos disfracemos con ellos. Ya conocía muy bien como actuaban mis primas cuando llegaba algo para ellas. Así que no me interpuse y espere en la habitación que me habían asignado corriendo el riesgo de que se elijan los mejores vestidos. De todas formas no me importó. Era consiente que tardarían mínimo una hora. Por lo que me dispuse a ordenar el cuarto. Tomé la ropa ya lavada y seca que se encontraba en la silla al costado de mi cama y comencé a doblarla. Ni siquiera había ordenado mi cama por lo que la frazada se encontraba a los pies de la cama como si al despertarme la hubiera pateado allí, lo admito soy un poco mal dormida.
Ya había pasado como cinco minuto y yo seguía doblando ropa. Estaba extremadamente concentrada en mi tarea, cuando la frazada comenzó a elevarse tomando la forma como si alguien se escondiera debajo. No obstante no tuve temor. La manta continuaba elevándose y yo seguía doblando ropa. En un momento se detuvo y ese alguien se quitó la manta revelando a un chico ojeroso, con una sonrisa que mostraba cierta diversión, cabello corto y castaño oscuro, piel morena, pantalón y sudadera con capucha ambos de color negro y completando el conjunto zapatillas negras. Además en su mano llevaba un cuchillo ancho con mango negro. Ni por un instante me detuve de lo que estaba haciendo solo lo miré de reojo unos segundo para verlo y volví la mirada a lo que hacía.
En un momento parecía que iba a hablar pero decidí adelantarme, "Ya sabía que vendrías" le dije y era en cierta forma verdad pues la noche anterior había tenido un sueño donde alguien con su apariencia desde una distancia no muy lejana me miraba fijamente y pronunciaba mi nombre, al comienzo no lo entendí pero ahora sí. Lo vi sorprenderse al parecer nadie le había hablado así y mucho menos nadie se le había enfrentado sin tenerle miedo. Su sonrisa pasó a convertirse a una sonrisa de lado y respondió "no vine a buscarte a ti". Esa respuesta me tomó de sorpresa. Así que sin girarme a mirarlo pregunte "A, si no es a mí entonces a quién?" . Él se mantenía inmóvil a mi lado observando con detenimiento, de repente lo escuche decir "a tu madre". Al instante me detuve y mi mirada se quedó fija hacía el frente. Fue entonces que empecé a sentir temor, no por mí sino por ella. Me di vuelta a mirarlo. El notó mi preocupación por lo que supo que había dado en el blanco. Sabía muy bien que yo solo reaccionaría si amenazaba con herir a mi madre. Estaba utilizando una de sus muchas estrategias ya que era una persona muy astuta.
No quería que le hiciera daño a mi madre por lo que le pregunté si había alguna forma de evitar que se la llevara. El simuló pensarlo unos segundo mirando al techo hasta que dijo "tienes que venir conmigo en lugar de tu madre y yo no le haré nada". Lo pensé brevemente y decidí ir con él para protegerla.
El chico dijo que vendría a buscarme cuando sea de noche y todos estén durmiendo y así fue. Cuando ya no escuche sonido alguno en la casa y vi a mi madre dormir entonces me levante, me vestí como para salir, tomé mi mochila preparada con anterioridad luego de la charla con aquel chico, recogí mi abrigo, me gire a mirar una vez más a mi madre y me dispuse a revisar si todos estaban durmiendo comenzando por la habitación de mis abuelos y luego la de mis primas y si, efectivamente todos dormían.
Fue en ese momento cuando escuche unos golpecitos apenas perceptibles en el vidrio de la ventana. Me aproximé a mirar y ahí estaba él, parado observándome desde afuera. Así que sujeté la perilla de la puerta principal y antes de salir escuche atentamente que nadie se hubiese levantado, una vez corroborado eso salí. Ya en el exterior de la vivienda asegure la puerta con la llave y deje ésta en el florero de siempre. Me gire a mirar al chico misterioso y con una señal con la cabeza me dijo que lo siguiera.
Caminamos por calles algunas iluminadas y otras demasiadas oscuras que me daba miedo pasar por aquellos lugares. Tenía la sensación de que alguien iba a aparecer de algún lado. De igual manera continué caminando. Manteniendo una distancia cercana con mi guía por aquellos caminos porque por más que él se viera amenazante con ese cuchillo sentía que era más seguro en ese momento estar cerca de él.
Luego de una larga caminata llegamos a lo que parecía un galpón abandonado. Al ingresar observé que estaba casi sin muebles, al entrar pude ver un gran salón vacío y frente a mí a varios metros de distancia se encontraba una única habitación donde había algunos muebles entre ellos un sillón para dos personas y una cama. El chico me dirigió a ese cuarto y yo con el cansancio que tenía por la caminata simplemente lo seguí si sacar teoría alguna de lo que podría pasar ni porque me llevó allí.