Aquella no fue la única noche que compartieron, en realidad se convirtió en la primera de muchas en las que John y Julieth se dedicaban a charlar o la lectura.
Para John, cada ocasión era más que interesante. Le deslumbraba el mundo moderno que existía más allá de los límites de River Folk. Pues aunque su existencia le había llevado a ser testigo de los cambios de la ciudad, era desconocedor de otros y de conocimientos como la tecnología y el internet.
Cada tarde ansiaba la llegada de Julieth para poder conversar o leerle hasta que se quedara dormida y contemplarle por unos minutos.
Su compañía le estaba causando una dicha que creyó no volver a sentir a pesar de estar muerto.
Y en algunas ocasiones, como hoy, John deseaba poder compartir más tiempo con Julieth. Salir y dar un paseo quizás. Pero temía causarle cierta incomodidad con la situación. Pues ¿Cómo podrían conversar en público? Aún si solo ella pudiera escucharlo, se vería limitada a la hora de responder estando en presencia de otros.
Entonces, una tarde, mientras pasaba su pincel por el óleo tuvo la idea perfecta.
—¿John? ¿Qué estás haciendo? — le escuchó decir a sus espaldas.
La sorpresa le hizo soltar el objeto que tenía en las manos. Este cayó rebotando contra la silla.
—¡John! ¡Mi teléfono! ¡¿Qué rayos haces con él?! — soltó recogiéndolo.
—Lo siento Julieth. Me has asustado.
—¿Cómo? ¿Yo te he asustado a ti? — repitió riendo a carcajadas.
—Has… Has vuelto antes. Aún no son las 6.
—Susy tenía algo que hacer. Ahora dime. ¿Qué hacías con mi teléfono?
—Intentaba escribir un mensaje pero, resulta que la tecnología y las almas en pena no coinciden — respondió mirando el suelo.
Julieth se cubrió la boca para evitar soltar la risa.
—John. Recuerda que la pantalla táctil no funciona contigo. Lo probamos el otro día. Además para eso está la computadora.
—Sí. Perdón por el teléfono.
—No importa. Pero si lo rompes me tendrás que conseguir otro.
—De acuerdo — dijo sonriéndole.
Ya que el plan del mensaje de texto quedó descartado recordó algo que Julieth le comentó. Que siempre revisaba el correo electrónico en las mañanas.
Asi que fue a encender la portátil de Julieth cuando ella se marchó. Abrió el correo electrónico personal de Julieth y redactó el mensaje.
De: jtp1930@gmail.com
Para: registrosjp@riverfolk.gob
Asunto: Invitación.
¿Puedo invitarte a cenar?
Esta noche.
Tengo la reservación hecha para las 9:00 pm.
Si John aún tuviera un corazón estaba seguro que estaría repiqueteando cual trote de caballería.
A los pocos minutos una notificación en la bandeja de entrada le hizo incorporarse en el sofá.
De: registrosjp@riverfolk.gob
Para: jtp1930@gmail.com
Asunto: RV: Invitación.
¿A cenar? ¿Tu y yo?
Wow. Me has hecho sonreír John.
Gracias estaba aburrida.
De: jtp1930@gmail.com
Para: registrosjp@riverfolk.gob
Asunto: RV: Invitación.
Me alegra saber que sonríes.
Pero hablaba en serio Julieth.
¿Aceptas?
La respuesta tardó demasiado para la ansiedad de John.
De: registrosjp@riverfolk.gob
Para: jtp1930@gmail.com
Asunto: RV: Invitación.
Me encantaría John.
Aliviado por la respuesta sonrió como un espíritu endiablado.
“Perfecto”.
—¿Muy elegante? — Preguntó Julieth con el vestido puesto.
—Estas perfecta.
—Gracias — respondió con un leve rubor en las mejías.
—¿Vamos?
—John. Tengo una pregunta… Técnica. Tú me has invitado a cenar pero, yo pagaré ¿Cierto?
—Claro que no. ¿Por quién me tomas?
—Tranquilo. Solo me saltó la duda. Aún así no has respondido.
—Un caballero no revela sus secretos Julieth.
—Aja. Y ¿Cómo piensas que “hablemos” durante la cena? Porque no creo que quieras hacer pública tu existencia.
John suspiró con dramatismo y se tocó la frente.
—Mi querida Julieth. Me sorprende que sea yo el que desconoce la modernidad de este mundo. Usa uno de estos — le dijo entregándole los manos libres y el Bluetooth—. Así no darás la apariencia de ser una bella mujer loca que habla sola.
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Editado: 08.09.2018