—Ressur —él entra al comedor, Tammy observa al hombre que ya no lleva maquillaje en el rostro, está vestido con una camiseta que dejó su hermano y unos jeans que le quedaban a la perfección, su cabello corto estaba un poco revuelto —¡Vaya si que eres guapo! —Tammy sintió que todos los colores se le subieron al rostro, lo dijo sin pensar.
Ressur mira a Tammy.
—Quiero preguntarte algo diosa—ella aún con las mejillas calientes asiente —¿Estoy muerto? ¿Es este el paraíso de todos los faraones? Me he dado cuenta que este no es el Egipto que conozco desde que abrí los ojos, todo lo que está a mi alrededor es diferente.
—Ressur... —Tammy sintió pena por él —Lamento que no recuerdes nada, el golpe del accidente te ha hecho creer algo que no eres.
Él negó.
—Sé quién soy diosa —frunció el ceño al escuchar el crujido de su estómago.
—Siéntate a comer —ella aparta una silla, Ressur miró los platos servidos y luego el vaso de agua —¿Pasa algo?
—¿Dónde está el resto de platillos? La mesa del Faraón es enorme, hay todo tipo de comida, los platos son de oro —mira el plato blanco en el que la diosa le ha servido la comida.
—En el palacio de Tammy, sólo se sirve un tipo de comida —se encoge de hombros —Y este plato me costo un ojo de la cara, no es oro, pero tambien es caro.—Ressur mira sorprendido a Tammy y luego el plato.
—Mi diosa perdóname —se ha levantado y se ha puesto de rodillas ante ella —Cuidaré este plato que has pagado con tus ojos, ahora entiendo porque traes el cielo atrapado en tus ojos,
—¿Qué? —Tammy lo miró sin entender, luego se dijo a sí misma que perdía el tiempo en tratar de entender a Ressur —Come, espero te guste lo que he cocinado, no soy experta, pero te aseguro que la pasta me quedo para chuparse los dedos.... —ve como Ressur toma la pasta con sus manos y la lleva a su boca —¿Qué haces? —lo mira atónita, sus manos están sucias por la pasta, sus labios.
—Obedezco lo que me has dicho, tiene un extraño sabor que no había probado ¿Dónde recoges este tipo de gusanos?
—¿Gusanos? —Tammy mira la pasta y luego a Ressur —¡No son gusanos, ni lombrices es comida!
Él no responde, le gustaba lo que estaba comiendo, dio un sorbo al agua en su extraño vaso, el palacio de la diosa era diminuto, pero no podía negar que las cosas extrañas que ella tenia, le gustaban.
—Debo regresar al trabajo —levanto el móvil y miro un mensaje que le habían enviado de la empresa a la que estaba revisando los libros contables —Mira, me quedaré toda la tarde, hoy no pueden atenderme.
Ressur levanta la mirada.
—¿Hay más de está extraña comida? —ella asiente.
—Se llama pasta —se pone de pie y toma el plato de Ressur, le sirve una porción más grande que la primera vez —Iré a lavar la ropa, deberías lavar los platos sucios.
—¿Lavar? —ella asiente —¿Cómo es lavar?
Ella rueda los ojos.
—Te enseñaré, ya regresó.
Ressur no le tomó importancia, estaba disfrutando del sabor de la pasta.
Tammy se dedica a meter la ropa en la lavadora, la ropa que había dejado su hermano en su habitación, la metió a lavar, la estaría usado Ressur, se preguntó cuanto tiempo llevaba recuperar la memoria, cuando puso la lavara, se dirigió a la cocina, para su sorpresa él tenía casi todo el rostro lleno de la salsa de la pasta.
—¡Ressur!—él eructa, sin pensarlo lo toma de la oreja, él suelta un gemido, pero se pone de pie, lo lleva al cuarto de baño, abre la llave de lavamanos —Pareciera que has pasado la lengua por el plato.
—Por supuesto diosa, no he dejado nada, cocinas como los dioses, bueno lo eres ¿puedes dejar mi oreja? Me lastimas.
—Inclínate —él lo hace, mientas Tammy olvida que él es un hombre y comienza a lavar su rostro con jabón, luego aclara con agua —A secarte.
Él no deja de mirarla, es una diosa extraña, es pequeña, su cabello lleva los rayos de sol atrapado en el, el cielo está en sus ojos, su nariz pequeña está llena de muchos puntos marrones, pero que no le quedan mal, sus labios son rojos, el color de su piel es blanca como la leche de las cabras, recordaba a todos los dioses en el templo del Faraón, hasta este momento no había podido identificarla con ninguno.
—Listo, ahora vamos que te enseñaré como lavar los platos con jabón y agua.
Él asiente, la sigue en silencio, no entendía el propósito de la diosa de tenerlo en su palacio, quizás su hermano la había insultado y lo había secuestrado hasta que su hermano ofreciera una ofrenda, la diosa hasta este momento lo estaba tratando bien, no había amenazado con meterlo en la caja mágica extraña donde había gente y animales atrapados.
Vio que abrió algo y el agua comenzó a salir, Ressur estaba maravillado, no sabia como lo había hecho, pero ella tenía el agua del río Nilo en ese pequeño aparato.
—Esto es el jabón, lo friegas así, luego lo lavas con el agua —ella seguía explicando el proceso, pero Ressur estaba maravillado con el agua, verla salir así, sin necesidad de que los esclavos llenarán los tinacos y la cargaran hasta el palacio. —Hazlo tú.
Él asintió, tomó otro plato, hizo lo que ella le dijo, pero no quería quitarlo del agua, le encantaba la sensación del agua corriendo entre sus manos.
—Listo —Tammy cerró la llave, pero Ressur protestó, vio como era el movimiento y lo hizo, sus ojos estaban absortos con el agua —No podemos desperdiciar el agua.
Él hace un puchero, era un príncipe, ella no podía negarle que salga el agua por el aparato mágico.
—Ve a cepillarte los dientes —he puesto un cepillo nuevo.
Él la mira sin entender.
—Vamos —Tammy pensó que él no se acordaba de algo tan básico, tomó su cepillo, lo llenó de pasta y procedió a lavarse.
Él hizo lo que ella hacía, le gustaba el sabor de lo que tenía en la boca.
—Llenaremos este vaso de agua para enjuagarnos —él asiente a todo lo que ella le dice.
Cuando terminaron, ella suspira, no tenían nada que hacer, estaba acostumbrada a estar trabajando a esa hora.