Un Final Entre Actos

02

Primer Acto: Encuentro

Puedes quedar perplejo muchas veces en la vida, para mí no era común quedar en ese estado. Veía a las personas pasar y me preguntaba, ¿al final de esto cuál es el objetivo de vivir?

No sabemos nada de la vida, venimos al mundo sin saber siquiera pronunciar una palabra y nos vamos, sabiendo que tendremos arrepentimientos; de lo que no hicimos en aquel día de lluvia, que no buscaste bien el prendedor que mamá te había regalado y que no fuiste feliz por miedo al que dirán.

Pronto la vida acabaría y no he sido la mejor persona, no había conocido el sentimiento de estar perdido en una persona. La vida se baso en trabajar, crear nuevas oportunidades de ingresos y fiestas.

Hay momentos en los que no sabes si los que están junto a ti son reales.

No había conocido a ninguna mujer, que me hiciera perder la cabeza, que cambiara mis deseos para volverlos suyos, mis pensamientos un enredo y mi corazón un aletargado. Hasta esa noche.

El sentimiento de agobio mezclado con la desesperación de ya no querer estar ahí, creaban una atmosfera pesada. Personas bebiendo y comiendo, hablando de las reuniones de trabajo, olores mezclados en el aire hicieron que finalmente decidiera salir.

Una vez afuera todo era diferente, la noche traía consigo una brisa fresca con un cielo estrellado, me hacía sentir el ser más pequeño.

-Esto es un asalto -por puro impulso di la vuelta y ahí estaba una chica con una cámara en mano, tomando la peor fotografía, pero la mejor para nuestro inicio. No dejemos de lado que también tenía una banana tocando mi costado, esa siempre fue la justificación que daba del porque me altere.

-¿Qué carajos hace? -no era fan de las fotografías hacía mi persona, pero el actuar amonestado, era por cómo me sentía en realidad y es que pensé que era un verdadero asalto.

-Creo que ya sabe -habló con un tono de diversión.

Estaba molesto -Sal de mi vista -la alejé lo más educadamente que podía, ella me siguió.

-Vamos, no se enoje -seguí mi camino-. Esto le encantará, solo mire su expresión -seguía carcajeando, como si lo que hubiera hecho era de lo más normal-. ¡Oye amigo! ¿Sabía usted, que las mejores fotografías son las que se toman en momentos espontáneos?

-No puede tomarles fotografías a las personas como si no fuera nada.

-Sólo porque usted lo dice -retiró la cámara, dejando ver completamente su rostro. Bajó la tenue luz de la lámpara, me percaté que sus ojos eran una total oscuridad. En la calle, en ese preciso momento ella me pareció molesta...

-¿No sabe callar, ¿verdad? -su mirada era de indignación, eso no le impidió seguir.

-Me han llamado loro en la escuela y en el colegio, la universidad, el trabajo y a donde sea que haya ido -esta mujer era un caso.

-¿Qué busca? Dinero.

-Es usted un engreído y no entiendo a qué viene su comentario tan fuera de lugar -ella camina hacía una banca y toma asiento dramáticamente.

-¿Por qué más? las fotografías en efecto, usted gusta que yo las compre.

-No lo había pensado así -inclina su rostro hacia la izquierda con pose pensativa. Actuaba de una forma y luego de otra.

-Como sea -la repaso por una última vez antes de seguir mi camino. Cuanto más lo pensaba más me martillaba la cabeza, no quería seguir una conversación fuera de tono.

- "Las personas conocen a diario a otros seres muy raros" -murmuraba para la cámara, ella era la rara, no yo, sin más que decir y sin querer perder el tiempo seguí caminando hasta que su voz me detuvo.

-Tiene un buen perfil -al decir esto, ella voltea hacía un lado. Entendí pues, que ella quería seguir con esta conversación.

-¿Siempre anda tomando fotografías? -Entonces... paso.

-¿Y usted, suele ser así siempre?

-Ha todo esto ¿Para qué usa las fotografías?

-Para las exposiciones de una amiga -por un momento me quedé en un alto, sin saber que decir, sin saber qué hacer, la persona que sabía siempre, cómo y cuándo actuar, estaba desapareciendo poco a poco. El pitido en mis oídos me volvía loco.

-... Pero si no quiere, está bien -al reaccionar no entendía de qué hablaba.

-Bueno.

-¿Bueno no, no las doy o bueno sí, hazlo?

-¿Las fotografías?

-Está perdido, he preguntado si quiere que las coloque en la exposición, pero si no quiere está bien.

-Oh eso, haga lo que quiera -estoy dispuesto a dejar esta conversación, ya que mi estado de ánimo empezaba a decaer por completo, debía intentar calmar mi cuerpo.

-¿Cuál es su nombre? -se aferró a mi brazo.

-¿Sus padres no le enseñaron, a no hablar con extraños y menos a estas horas de la noche? -me sentía mareado.

-Madrugada -corrige ella.

-Hmm -intentó quitar su agarre.

-¿Y a usted a no ingerir bebidas alcohólicas?

Después de unos minutos ella continua con la conversación.

-Mucho gusto Dan, yo me llamo Isabelle Lebedeva, pero puedes llamarme Isa -me extiende su mano. ¿Cómo sabe mi nombre? sobre esto se encontraba el loco pensamiento de: "necesito a alguien y quiero que sea ella".

Ese fue nuestro inicio, ese fue nuestro primer acto.



#12595 en Novela romántica

En el texto hay: 15 capítulos

Editado: 26.09.2022

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