Un Final Entre Actos

05

Cuarto Acto: Una travesía de emociones

Estar a su lado era efímero y es que cada que lo pienso toda ella lo era

-¿Alguna vez se ha enamorado? -de nueva cuenta me dejó atónito.

-No -dude.

-Que mal, es un sentimiento hermoso -retoma la caminata-. Deberíamos correr -sale corriendo, al ver que lo decía de verdad, la sigo.

-¿Podríamos parar? -corrimos hasta llegar a una parte de la ciudad que no conocía. admiramos por unos segundos el edificio frente a nosotros, Isabelle fue la primera en entrar.

-Este lugar es genial -tomo mi mano. Dijo tantas cosas y mi atención solo estaba puesta en nuestras manos enlazadas-. Muchos conocen la historia.

-¿Sí?

-Por esa razón, las parejas que saben que tendrán una historia corta vienen a pasar una noche aquí -¿Qué historia?

-¿Y usted ha amado a alguien? -soltó mi mano.

-Amo a mi familia -camino por algunos pasillos, solo la seguí. Las paredes gastadas todas por igual y algunas otras con agujeros que llevaban a cuartos oscuros, me hacían recordar las películas de terror.

-Eso está bien -¿Cómo es tener familia? Solo, nunca lo sabré.

Al estar en la terraza del edificio, Isabelle se acerca y me acaricia el rostro.

-Realmente tiene un buen perfil -por inercia, me acerco más intentando quedar a su altura-. Tiene lo que una chica necesita en una pareja. Buena altura, bonitos ojos, simpático, protector y se interesa por la otra persona. Lástima que no sea esa chica -gira, se asoma a la orilla. La terraza tiene grietas lo cual mostraba cuán viejo y desolado es este lugar.

-¿Gusta de mí? -Estaba confundido.

-No -respondió sin titubear-. ¿Y usted, gusta de mí? -la atmósfera se sentía pesada, Isabelle por otro lado me observaba con un gesto de diversión.

-Imagino que bromea -era un idiota, ella me atraía.

-Por supuesto.

Luego de un rato, bajamos del edificio.

-¿Qué dice de este lugar? -Isabelle procuraba que nos mantuviéramos en conversación.

-Se ve solitario y nostálgico.

-Profundo.

-¿Me da su número? -Era momento de separarnos o eso creía yo.

-Puedo suponer que ya no quiere estar acá.

-No es eso, es solo que me preguntaba si podía tener su número, puede que ya no nos encontremos de casualidad así que, ya sabe, el número ayudaría.

-Solo si nos dejamos de formalidades.

-¿Dame tu número? Eso suena extraño.

-Si, bueno solo seré yo entonces.

-Lo intentare.

-Eso suena mejor.

Ya era muy tarde, Isabelle había buscado un lugar cómodo, por otro lado, yo no quería seguir aquí. Hablamos alrededor de cuatro horas más las cuales se fueron volando. A la madrugada, Isabelle se había quedado dormida apoyada en mi hombro.

Sin saber, al igual que ella, me había quedado dormido. La luz que entraba de entre las ranuras me despertó e Isabelle no estaba. Ella se había marchado sin siquiera despedirse.

Ella era fugaz en mis días e imperecedera en mi memoria.

Como no la había visto los últimos días, no sabía qué escribir, así que conté las veces que nos habíamos conocido por casualidad, en total eran seis y estuvimos en esos días hablando por largos trayectos de tiempo. No estaba mal que me gustase, lo nuestro pudo haber sido amor a primera vista.

Llamó, no llamó. Si tenía su número lo mejor era llamarle.

Llamó, no llamó. Pero si está ocupada.

Deje los nervios y finalmente llame, a los segundos contestó un hombre.

-¿Hola?



#12654 en Novela romántica

En el texto hay: 15 capítulos

Editado: 26.09.2022

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