Ambos pueden repercutir sobre nosotros de manera negativa, por ejemplo: Cuando una persona a quien le tenemos afecto nos insulta y nos dice que no nos quiere, esta de manera verbal nos manda una señal directa sin mucho merodeo.
Pero esta frase no vino sola, al contrario, mucho antes de estas palabras, debimos haber notado un conjunto de indicios corporales que de alguna u otra forma nos alarmó sobre algo que no estaba bien. ¿Qué sucede? Cuando estamos apegados emocionalmente a alguien evitamos de muchas maneras cualquier probabilidad de alejamiento o separación y eso implica hacer caso omiso a las señales corporales que emanan de la otra persona, relacionadas con el rechazo o desinterés.
¿A dónde quiero llegar con esto?
Tanto el lenguaje verbal, como el lenguaje corporal pueden generar directa e directamente el mismo efecto negativo sobre nosotros.
La diferencia significativa entre estas dos posiciones, es que las palabras llegan con un mensaje preciso que esa persona nos ha manifestado (Siempre que esté en su sano juicio). Mientras el mensaje corporal lo podemos interpretar de la forma que más nos convenga ¿La razón? Es simple, cuando estamos segados bajo el apego afectivo todas las expresiones faciales y corporales las traducimos dentro de un cuadro seguro y favorable con el objetivo de evitarnos cualquier tipo de sufrimiento.
Pero en realidad lo que ganaremos con esto es alargar nuestro periodo de dependencia emocional lo cual es muchísimo peor.