Un Giro De 180 Grados

DESTINADOS

TODOS ESTÁBAMOS DESTINADOS

Primera parte.

30 de octubre de 2022…

Una semana antes.

Orfanato Central Four.

Eran las siete y media de la mañana en mi reloj de pulsera cuando llegué al trabajo.

Tenía que estar allí media hora antes, así que sabía que este día se presentaría largo y cansado para todos.

Tras saludar a mis compañeros de siempre y compartir unas breves palabras con Fernando, el policía que patrulla el centro, crucé el umbral de mi oficina.

Cerré la puerta tras de mí con un ligero susurro y fui hacia el pequeño armario que se encuentra justo detrás de mi escritorio para guardar mis pertenencias.

Me siento cómodamente en el asiento frente a la computadora y procedo a encenderla.

Mientras la máquina arranca, comienzo a buscar los legajos de los niños que habían sido admitidos el día anterior.

Es crucial que revise con gran atención cada uno de estos documentos, ya que anoche recibimos a diez nuevos menores.

De estos, seis provenían de diferentes orfanatos, mientras que los otros cuatro llegaron a través del juzgado.

Como directora, es mi responsabilidad familiarizarme con cada uno de los niños que llegan a nuestro centro.

Necesito conocer a fondo sus historiales clínicos, así como sus historias de vida.

Es fundamental para brindarles el apoyo y la atención que merecen.

Anticipando que esta tarea podría ocuparme casi todo el día, me preparé un café y comencé a revisar el primer legajo.

Estaba concentrada en la lectura del tercer legajo cuando sonaron unos golpes en la puerta.

Dejé el documento a un lado, aclaré mi garganta y di la orden para que la persona que había llamado pudiera pasar.

Jorge: Disculpe que la interrumpa, Luisa, pero he venido a informarle que el almuerzo está listo para servirse. Si usted se encuentra muy ocupada, puedo traerle su plato aquí mismo, o si lo prefiere, ¿le gustaría comer con los niños?

Luisa Pouso: ¡Vaya, no puedo creer que ya sea la hora del almuerzo!, Se me ha pasado el tiempo volando. Te agradecería muchísimo si hoy pudieras traerme el almuerzo aquí, ya que todavía tengo mucho material por leer. Gracias por avisarme, Jorge.

Jorge: Con mucho gusto, me encargaré de traer su plato de inmediato. Regresaré en un momento.

Pocos minutos después, Jorge hace su entrada en el despacho, portando una bandeja sobre la que descansa un humeante plato de espaguetis con albóndigas, un vaso de jugo de naranja fresco y, como postre, una pequeña rebanada de pastel de chocolate.

Con precaución, coloca la bandeja en la mesita de café ubicada al fondo de la oficina. Luisa, al ver la comida, le agradece con una sonrisa mientras se acomoda en el amplio sofá.

Tras recibir su agradecimiento, Jorge se da la vuelta y se dirige hacia la puerta, cerrándola suavemente a su paso, dejando a Luisa sola en el despacho, ofreciéndole así la oportunidad de disfrutar de su almuerzo con total tranquilidad.

Al finalizar su almuerzo, Luisa se dirige a la cocina, llevando consigo la bandeja que utilizó para comer.

Mientras cruza el comedor, se detiene un momento para saludar a los niños que todavía están disfrutando de su comida, contagiándose de su energía y alegría.

Después de dejar la bandeja en manos de Lionel, el cocinero, aprovecha la ocasión para elogiarlo por sus deliciosas preparaciones, reconociendo el esfuerzo que pone en cada platillo.

Tras intercambiar unas palabras amables y despedirse de él, Luisa regresa a su oficina.

Una vez allí, toma nuevamente los legajos que había dejado a un lado previamente y se sumerge de nuevo en su trabajo, dispuesta a continuar con sus tareas.

El orfanato se encuentra en un estado de impecable organización.

Los niños recién llegados están siendo atendidos por el psicólogo, quién les brinda el apoyo emocional que necesitan en estos momentos de cambio.

Los demás niños, ya familiarizados con el lugar, se encuentran distribuidos en diferentes salas, acompañados por sus respectivos cuidadores.

Algunos de ellos están en la escuela, completamente absortos en sus actividades académicas. A medida que avanzan las horas, el tiempo parece transcurrir sin que nadie se dé cuenta.

Luisa, concentrada en su trabajo, acaba de terminar de leer el último de los legajos que tenía en manos.

Meticulosamente, recoge todos los documentos, los clasifica y los organiza alfabéticamente, guardándolos cuidadosamente en el fichero correspondiente.

Su dedicación al orden y la organización es evidente, y su labor contribuye a la armonía y el buen funcionamiento del orfanato.

Observó su reloj y se dio cuenta de que ya eran las nueve de la noche.

Estaba a punto de apagar la computadora cuando un aviso en la pantalla le indicó que había llegado un nuevo correo electrónico.



#3476 en Novela romántica

En el texto hay: poliamor, adopciones

Editado: 19.11.2024

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