DÍA DE ADAPTACIÓN
PRIMER DÍA COMO PADRES...
Primera Parte...
El matrimonio, junto a sus hijos, abordó la camioneta, con Jorge al volante.
Eran las once y media de la mañana cuando comenzaron su viaje hacia el centro comercial.
Una hora más tarde, llegaron al shopping Tres Cruces.
Jorge maniobró con cuidado para estacionar la camioneta lo más cerca posible de la entrada principal.
Brandon, que iba en el asiento del copiloto, fue el primero en abrir su puerta y salir.
Luego, se ocupó de abrir la puerta lateral para que su esposa, sus hermanos y los niños pudieran descender cómodamente del vehículo.
Mientras Jorge sacaba la carriola para los gemelos, los pequeños ya estaban ansiosos por subirse.
En cuanto la carriola estuvo armada, colocaron a los dos bebés en su interior.
Luego, tomaron de la mano a los cuatro niños y, con Jorge al frente, comenzaron a caminar hacia el interior del centro comercial.
Él los guiaba con seguridad a través del bullicio del lugar, y su primera parada fue un restaurante, ya que era la hora del almuerzo y tanto los trillizos como Alex expresaron su hambre y deseos de comer.
El ambiente del centro comercial era animado y lleno de olores tentadores que hacían aún más evidente su necesidad de un buen almuerzo.
Los miembros del grupo ingresaron al establecimiento con la intención de encontrar una mesa amplia donde todos pudieran acomodarse cómodamente.
Tras recorrer el local, se percataron de que al fondo había una mesa que contaba con doce sillas.
Decidieron sentarse allí, ya que era el lugar ideal para su gran compañía.
Una vez que se acomodaron, llamaron al mesero de manera cortés y le solicitaron tres sillas para niños.
Agradecieron cuando finalmente el mesero trajo las sillas, y enseguida colocaron a los gemelos y al pequeño Alex en ellas, asegurándose de que estuvieran bien instalados y cómodos.
Posteriormente, se dispusieron a pedir su comida. Los trillizos, emocionados por la oportunidad de elegir, seleccionaron cada uno su plato favorito del menú, disfrutando de esa agradable actividad en medio de la conversación y las risas que llenaban el ambiente.
Los Clark hicieron una solicitud especial para su comida: pidieron puré mixto y churrasco cortado en las porciones más pequeñas que pudieran para Darío, Bruno y Alex.
El mesero, muy atento a sus necesidades, tomó nota cuidadosa de todo su pedido.
Tras asegurarse de que había registrado todos los platos correctamente, se alejó un momento.
Poco tiempo después, regresó empujando un carrito que traía las bebidas y los vasos.
Con destreza, colocó cada vaso en su respectivo lugar en la mesa, asegurándose de que todos tuvieran lo que les correspondía.
Dejó tres vasos con sorbete para los niños y también sirvió las botellas de Coca-Cola y el jugo de manzana para el resto del grupo.
Una vez que todo estuvo bien distribuido, se retiró nuevamente.
Transcurrieron unos diez minutos y el mesero volvió con la comida.
Con atención y cuidado, depositó cada plato en el lugar correspondiente de la mesa, asegurándose de que todos tuvieran sus pedidos bien organizados.
Los Clark, agradecidos por el servicio y la atención que habían recibido, le dieron las gracias al mesero antes de que él se marchara, dejando todo listo para que disfrutaran de su comida.
Un tiempo después de haber finalizado su almuerzo y mientras esperaban la llegada de los postres, Brandon se dirigió a Jorge y le pidió que le indicara la ubicación de los sanitarios.
Jorge, al escuchar la solicitud, se ofreció a acompañarlo, explicándole que la distancia hasta los sanitarios era considerable y que podría ser complicado encontrar el camino solo.
Antes de salir del restaurante, Brandon tomó un momento para avisar a su esposa sobre su partida.
Una vez hecho esto, ambos hombres abandonaron el lugar y comenzaron a caminar en dirección a los sanitarios.
Mientras avanzaban, una duda comenzó a invadir la mente de Brandon: se percató de que había algo que se les había escapado preguntarle a Luisa.
Así que, en un impulso, decidió interrumpir a Jorge, quien estaba explicándole algo sobre el recorrido, para plantearle la inquietud que le había surgido.
Brandon Clark: Perdona que te interrumpa, Jorge, pero tengo una pregunta. Olvidé preguntarle a Luisa, ¿tenemos un horario específico para regresar al orfanato?.
Jorge: No, claro que no hay un horario establecido. Pueden regresar a la hora que deseen, por eso Luisa les dio la llave de la puerta. Si tu preocupación es por mi parte, no te preocupes, yo término mi jornada a las nueve de la noche y me voy. Pero ustedes pueden regresar cuando les plazca; los trillizos ya no tienen clases, así que no habrá ningún problema.