¡LAS PRIMERAS VACACIONES EN FAMILIA!
Primera Parte...
Brandon Clark; Una vez que Jorge y Matías se marcharon, nos pusimos a limpiar la mesa, recogiendo todos los restos de comida que habían quedado.
Lourdes y Enrique se encargaron de la tarea de lavar los platos y los utensilios que utilizamos, asegurándose de que todo quedara impecable.
Mientras tanto, Javier y Fabián se ocupaban de cambiar la ropa de Bruno y Darío, preparándolos para su excursión al río.
El ambiente estaba lleno de actividad y risas mientras cada uno cumplía con su parte de la tarea.
Por mi parte, asumí la responsabilidad de ayudar a los trillizos a ponerse sus trajes de baño.
Mientras les daba una mano con eso, también me aseguré de que Christopher y Álex ya estuvieran listos con sus bañadores.
Una vez que logré que todos estuvieran vestidos y preparados para disfrutar del día, me acordé de que era importante avisar a Francisco y Luisa acerca de nuestra llegada a este lugar.
Así que me dispuse a enviarles un mensaje.
Después de pensarlo un momento, decidí que lo más apropiado sería enviar un mensaje únicamente a Francisco para informarle que habíamos llegado sin ningún inconveniente.
Llamé a Luisa y, en cuanto contestó, le conté que el viaje se había realizado de manera muy tranquila y sin contratiempos.
Le mencioné que los niños se habían comportado excepcionalmente bien durante todo el recorrido, manteniéndose serenos y tranquilos.
Además, le comenté que en ese instante, ellos estaban correteando y jugando con mucha alegría junto a Máximo, disfrutando de un momento de diversión.
Durante nuestra charla, Luisa me mencionó que no había recordado entregarnos los chupetes de los trillizos.
Comentó que los pequeños los utilizan únicamente para dormir, y a pesar de sus intentos por lograr que los dejaran, nunca tuvo éxito en ello.
Luego, me propuso que, si así lo deseábamos, podríamos adquirir unos chupetes nuevos para ellos.
Además, me aseguró que más adelante nos reembolsaría el dinero que gastaríamos en esa compra.
Me sentí un tanto sorprendido por lo que me comentó, así que, por supuesto, le respondí de inmediato que no se preocupase, que no era necesario que devolviera el dinero.
Le hice saber que es nuestra responsabilidad como padres cuidar y satisfacer las necesidades de nuestros hijos.
Después de compartir algunas indicaciones adicionales sobre Álex y los trillizos, particularmente en lo que respecta a sus alergias alimentarias, nos despedimos cordialmente.
Al concluir la conversación, apreté el botón para colgar la llamada y coloqué mi teléfono móvil cuidadosamente en el bolsillo de mis pantalones.
Luego, me encaminé hacia el sitio donde se encontraban mis hermanos y nuestra esposa.
Al llegar, decidí compartir con ellos lo que Luisa había comentado en nuestra charla.
Cuando les relaté su opinión sobre el uso de los chupetes por parte de los trillizos, noté que mostraron una leve sorpresa ante ese comentario.
A pesar de ello, llegamos a la conclusión de que, en algún momento, quizás más adelante, ellos tomarían la decisión de dejar de usar los chupetes.
Después de nuestra charla, Enrique y Javier toman la decisión de dirigirse a la tienda que se encuentra a solo unos metros de donde estamos.
Su intención es comprar seis chupetes, porque los que tienen los gemelos y Álex ya están bastante desgastados y necesitan ser reemplazados.
Mientras ellos se encaminan hacia la tienda, me ocupo de ayudar a Lurdes a ponerle el canguro para bebés.
Con paciencia y cuidado, le asisto para que pueda colocar adecuadamente a Darío.
Una vez que Lurdes ha logrado asegurarse de que Darío esté bien acomodado, yo me coloco el otro canguro que tengo.
Ella, entonces, me pasa a Bruno, y yo me encargo de acomodarlo con delicadeza en el canguro, asegurándome de que esté cómodo y seguro.
Caminamos hacia la carpa donde se encontraban los trillizos, Álex y Christopher.
Una vez allí, les brindamos nuestra ayuda para terminar de organizar sus mochilas, que llevarían consigo al río.
Nos aseguramos de comprobar que cada uno de ellos hubiera empacado un juego de ropa de repuesto, además de revisar que incluyeran bloqueador solar, toallas y sus conjuntos deportivos de abrigo.
Al verificar que todo estaba en orden y que no faltaba nada esencial, Lourdes se dedicó a preparar la mochila de Christopher, asegurándose de incluir tanto sus pertenencias como las de Álex.
Mientras tanto, Fabián finalizaba los preparativos de nuestras propias mochilas, asegurándose de que todo estuviera listo para nuestra jornada en el río.
Tomé una de las mantas grandes que aún permanecía en la camioneta.
En el momento en que Enrique y Javier llegaron, ambos se hicieron con sus mochilas y las heladeras; una de ellas contenía las bebidas y en la otra llevábamos la comida, además de los vasos que necesitábamos para todos.