Un Giro De 180 Grados

REGRESO AL ORFANATO CENTRAL FOUR.

Regreso al Orfanato Central Four.

Parte Uno…

A veces, en el transcurso de la vida, las circunstancias pueden cambiar drásticamente, dando un giro de 180 grados a nuestra realidad. Es difícil predecir lo que el destino tiene reservado para nosotros, ya que en un instante, sin previo aviso, nos enfrentamos a situaciones que requieren tomar decisiones fundamentales. Estas elecciones no solo tienen el poder de alterar nuestro propio camino, sino que también pueden impactar profundamente la vida de quienes nos rodean. De esta manera, cada decisión se convierte en un punto de inflexión, capaz de modificar el rumbo de múltiples vidas y conectar destinos de maneras inesperadas.

Brandon; Me despierto al oír el sonido de mi alarma, que ya marca las cuatro de la mañana.

Tomo rápidamente mi teléfono y lo apago para no despertar a nadie más.

Al levantarme de la cama, despierto a Enrique.

Me doy cuenta de que Darío, Bruno y Álex están dormidos junto a su madre.

Ambos comenzamos a recoger la ropa que habíamos dejado preparada para el día de hoy.

Enrique es el primero en entrar al baño para ducharse.

Aproximadamente diez minutos después, sale ya listo.

Entonces, entro yo al baño y me dispongo a tomar una ducha y prepararme.

Salgo de la habitación y empiezo a despertar a mis hermanos, así como a mi esposa y a los niños.

Les digo que es hora de que se levanten para que puedan hacer sus necesidades y comenzar a prepararnos.

Es importante que nos organicemos bien para poder regresar a Montevideo.

Lourdes nos avisó que había guardado una caja de empanadas para que Jorge, Enrique y yo pudiéramos comer algo antes de irnos, ya que la noche anterior no habíamos cenado nada.

Así que, mientras los demás terminaban de cambiarse, nosotros nos sentamos en la mesa para comer rápidamente.

Eran las cuatro y media de la madrugada y teníamos planeado partir a las cinco.

Unos minutos más tarde, finalizamos nuestra comida.

Después de terminar, deseché la caja en la basura y nos dirigimos a lavarnos los dientes.

Una vez que tuvimos todo recogido y todos listos, salimos de la cabaña.

Caminamos hasta la entrada de la residencia, donde habíamos estacionado nuestros vehículos.

Mientras tanto, Jorge y Matías subieron a su coche y se dirigieron a la entrada de las termas para dejar la llave de la cabaña.

Ellos nos esperarían allí para luego salir juntos.Brandon y Enrique colaboraron para ayudar a su esposa a llevar a Bruno y Darío a los tres asientos que quedaban disponibles en la parte trasera del vehículo.

Una vez que se aseguraron de que tanto los bebés como su esposa estaban debidamente asegurados, Alán fue el primero en subir, seguido por Javier y Braian, quienes se acomodaron en la segunda fila de asientos.

Javier tomó un momento para asegurar a los niños correctamente con los cinturones de seguridad y luego se abrochó el suyo propio.

Fabián, por su parte, subió con Álex en brazos y lo colocó cuidadosamente en su sillita, asegurándolo con ambos cinturones para garantizar su seguridad.

Una vez listo, ayudo a subir a Christopher, lo colocó en su sillita asegurándolo con ambos cinturones y se acomodó en su lugar, poniéndose el cinturón.

Enrique cerró cuidadosamente la puerta lateral después de asegurarse de que todos estaban listos.

Luego se sentó en el asiento del copiloto y se acomodó adecuadamente antes de ayudar a Diana a subir al vehículo.

Ella, al hacerlo, se acomodó en su regazo, y él pasó el cinturón de seguridad por encima de ambos, asegurándose de que estuvieran bien seguros.

Por su parte, Brandon, que ya estaba preparado, encendió el motor del auto y, con suavidad, comenzó a avanzar hacia la entrada de las termas, donde se encontrarían con Jorge para finalmente partir rumbo al orfanato.

Los Clark y Jorge llevaban ya cinco horas de viaje cuando, a las diez de la mañana, se encontraban en pleno trayecto.

La atmósfera en el vehículo era muy animada, llena de risas y charlas tanto de los niños como de los adultos.

Todos rememoraban con alegría algunas de las anécdotas y momentos especiales que habían compartido durante las dos semanas que pasaron en las termas.

En ese mismo momento, en el orfanato...

Luisa había disfrutado de dos semanas de tranquilidad en compañía de los internos y sus colegas.

Sin embargo, a pesar de esa aparente calma, al llegar a su hogar, la melancolía la envolvía sin piedad.

Su corazón estaba lleno de anhelo; extrañaba profundamente a sus queridos hermanos de oro.

Ella, junto con los trillizos y Álex, compartía un vínculo especial que recordaba a una relación de tía y sobrinos.

Nunca logró comprender qué era lo que hacía que su conexión con ellos fuera tan intensa y única.



#7792 en Novela romántica

En el texto hay: poliamor, adopciones

Editado: 07.04.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.