Al día siguiente nos despertamos temprano, porque teníamos que arreglar la casa para la llegada de mi hermana, yo estaba muy contenta porque mi hermana estaba a punto de llegar pero cada vez que veía a mi tío mi felicidad se volvía miedo, me tocó arreglar la habitación de Nati y empecé recogiendo los juguetes y la ropa sucia, cambié las sabanas de la cama y doble la ropa limpia, también le hice un cartel de bienvenida, cuando termine con la habitación fui a ayudar a mi madre con la cocina.
Cuando terminamos me extrañe al no ver al vago de Adolfo, y le pregunté a mi madre por el, ella me dijo que estaba buscando a Nati en el hospital porque su padre se tuvo que ir a una reunión en el trabajo, por un momento me asusté al pensar que le haría daño a mi hermanita, pero no dije nada para evitar lo peor.
De pronto escuche que la puerta se abrió, era Nati, salí corriendo a recibirla, le di un abrazo y la cargue hasta su habitación, desde que llegó no la deje sola ni un momento, ella estaba muy contenta al ver que yo jugaba con ella, sabía que nunca había sido tan atenta con ella.
Le mostré el cartel que le había hecho, a Nati le gustó mucho porque tenía sus colores favoritos Rosa y violeta, nos pasamos toda la mañana y casi la tarde entera jugando con sus muñecas, a mí no me gustaban esos juegos porque son para niñas, pero la quería ver feliz, y así fue nunca la había visto con esos ojos tan brillantes y esa sonrisa tan hermosa, yo parecía estar feliz, pero por dentro estaba deshecha no me había olvidado lo que me hizo mi tío y no sabía cómo me iba a mejorar.