Un golpe de suerte

Capítulo 2: Buscando refugio

Había pasaso una semana desde el asunto de la carta. Max se había disculpado con Lily por no haber podido cumplir con el asunto y de sobra esta decir que la chica había entrado en pánico, temía convertirse en el hazme reir de todo el equipo de soccer...afortunadamente Max la tranquilizó.

Pero si en algun momento Max había creido que el asunto de la carta estaba olvidado, se había equivocado miserablemente. Lo supó cuando se dio cuenta que Henry Miles y Brice Olsen(otro de los miembros del equipo) lo seguían disimuladamente por los pasillos y no, no eran paranoías suyas.

-y entonces el jodido entrenador me dijó que debía ir lo que queda de esta semana y la otra completa y limpiar los vestuarios durante la hora de almuerzo ¿puedes creerlo?

Max giró la vista en dirección de su mejor amigo. El chico rubio lo observaba con sus vibrantes ojos verdes, a la espera de una respuesta, lo cierto es que el castaño no recordaba de que iba la platica. No le quedaba más que tentar a la suerte.

-Pues vaya cosa - hizó una mueca de costernación y supo que dijó lo correcto cuando Billy sonrió -¿Son ideas mias o el entrenador la tiene contra ti?

-Pues no sé- Billy bufó-Pero seguro como el infierno que no le voy a demostrar cuanto me molesta su actitud odiosa. Porque si hay algo que haga enfadar al viejo ese, es que no caiga en sus provocaciones.

-Haces bien, lo menos que necesitas justo ahora es que de verdad se ensañe contigo.

-Exacto.

Y esa era precisamente la razón por la que Max no le había contado sobre el altercado que tuvo con Jason y Henry. Estaba seguro que Billy correría a confrontarlos y eso solo sería una excusa para que el entrenador Bradford la tomara contra su rubío amigo.

-Bueno, tengo que cumplir mi castigo, así que me voy...te veo luego.

¿Qué castigo? Estuvó a punto de preguntar el castaño, pero no lo hizó. Se quedó parado a mitad del pasillo, viendo como su amigo se iba mientras la campana sonaba, dando aviso para el almuerzo. En un abrir y cerrar de ojos, el pasillo se convirtio en un area congestionada llena de alumnos en busca de comida, como depredadores.

Aun con todo ese caos de cuerpos en movimiento, Max fue capaz de identificar la clara cabeza castaña de Henry y unos paso por detras, Brice le dedicaba una enorme sonrisa de tiburón.

Max trago en seco y giro en redondo, tratando de decidir a donde debía ir para esconderse. La azotea estaba totalmente descartada y los baños era como servirse en badeja de plata.

Resultaba un poco ridículo que fuera Henry quien lo estuviera persiguiendo por todos lados ¿acaso no debería ser Jason quien lo hiciera? Después de todo era su casillero donde Max pretendía depositar la carta.

Metido en sus pensamientos, no sedio cuenta de que había llegado a un "callejón sin salida", su unica escapatoria estaba tras las puertas dobles que daban al comedor...y pues, no es que le emocionara entrar en el y ser humillado o golpeado frente a todos los estudiantes. Pero tampoco quería ser golpeado en un pasillo desierto, en donde nadie podía ayudarlo.

Se precipitó hacia el comedor. Fue un poco chocante el contraste de ambientes, el silencioso pasillo siendo opacado por el bullicio de los alumnos que charlaba y comian a la vez. Fue un alivio que nadie le prestara verdadera atención, así que avanzó un par de pasos antes de darse cuenta de que tampoco es que tuviera a nadie que puediera ayudarlo ahí dentro; pero vamos, ni loco iria hasta la mesa donde se encontraba la dulce Lily Price disfrutando tranquilamente su almuerzo. Si, a veces apestaba tener solamente un amigo y no, no pensaba ir a refugirse detras de Billy como siempre lo hacía.

Entonces su vista viajó hasta el fondo del comedor, hasta una mesa que parecía estar aislada, ya que en ella había solo tres personas. La mesa de Daemon Colter.

No" le dijó su subconciente, pero basto solo una mirada por sobre el hombro para decidirse. Henry y Brice estaban a un par de metros por detras y sus rostros prometían dolor y problemas.

Max se lanzó hacía delante, serpenteando entre las mesas como un pequeño ratoncito escurridizó y no se detuvó hasta que llego a su destino. Tomó una de las sillas y se sentó de manera apresurada.

-¡Hey! Hola chicos. -Saludo con la respiración agitada y la vista clavada al frente, donde sus perseguidores lo observaban con icredulidad. -¿Qué tal el almuerzo? - Esta vez si que centro su atención en los otros tres que ocupaban la mesa.

-Espero que tengas una buena maldita razón por la cual no deba patear tu trasero fuera de esta mesa.

La voz gravé de Daemon Colter lo hizó estremecerse y fue hasta ese momento que pudo darse cuenta de que se había sentado junto a aquel chico de cabello oscuro, el cual lo veía con la frente arrugada y la mandibula tensa.

-¡Por favor, no lo hagas!- Max se mordió el labio con desesperación -No fue mi intención interrumpirlos, pero es que esos chicos me estaban siguiendo y sentarne aquí fue lo único que se me ocurrió para escapar de ellos.

-No creó que haya sido una buena idea-dijo otro de los tres chicos en aquella mesa. Si Max no se equivocaba, ese era Scott Adkins, su cabeza rapada lo confirmaba.

-¿y por qué te perseguían?- Pregunto el otro, ese era Aron Phillips. El era bastante delicado en sus rasgos, casí parecía un ángel con el cabello rubio platino hasta los hombros y los ojos grises.




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