Un Gran Amor. Saga Amor #2.

Las Pulseras De Amistad.

Manuel guardaba su amor en el fondo de su corazón. 

Muy adentro tanto que el pensaba que ya se había extinguido.

Ya habían pasado cuatro de los seis meses de pasantia.

Y al ver como Lucía alejaba a aquel chico que la pretendía.

Entonces Manuel entendio que ella no habia olvidado sus sentimientos hacia él.

Empezó a mirarla diferente ya no era la Señorita Lucía pasante de Gerencia.

Volvía a ser Lucía, la niña de la que se había enamorado, aunque era toda una mujer el día de hoy, hermosa, elegante, atractiva.

Invito a almorzar a las dos mujeres más cercanas a el en la oficina, su secretaria y a su pasante.

Ja, ja, ja, se reían las señoritas.

Jefe el almuerzo es gratis, solo hay que ir a la cafetería.

Bajaron a la cafeteria a almorzar entre risas y chistes. Fue un almuerzo tranquilo y gratificante.

Manuel extendió a invitación a un cafe fuera de la empresa, aunque sabía que la secretaria la iba declinar.

Señor, le decía la secretaria lo siento yo tengo que volver mi puesto de trabajo tengo horario que cumplir.

Pero vaya con Lucía salir un rato le hará bien. 

Claro. Gustas Lucía.

Si, claro. 

Bueno aquí en la esquina hay una cafetería muy linda. Te parece.

Perfecto.

Bueno no tardaremos mucho recoje mis llamadas y di que no puedo contestar y devolveré llamadas apenas me desocupe.

Si, Señor, como diga. Hasta más rato. Adios.

Lucía y Manuel salieron rumbo al café, caminando despacito y hablando, haciendo chistes inocentes, riendo.

Como los mejores amigos que son.

Al llegar a la cafetería los asientos eran altos Manuel le tendió la mano a Lucía para ayudarla a subir a la alta silla.

Era una linda cafetería sus sillas altas evocaba una cafetería al estilo francés.

Lo de siempre dijo Manuel.

A ver si lo recuerdas  y sonrrio.

Manuel se dirigió al mostrador dos capuchinos de moka y una rebanada de queque de cholate con dos cucharas.

Al estar en cajas para pagar Manuel miro a Lucía para sonreírle.

Lucía había cruzado las piernas en la alta silla lo hizo que el pantalón subiera y mostrase sus tobillos. 

A Manuel casi se le para el corazón al mirar el delicado brazalete rosa de la amistad que hace tantos años le había regalado.

Pago la cuenta volvio a la mesa y la pregunto que porque llevaba aún el brazalete.

Prometí nunca quitármelo recuerdas, me empezó a quedar chico así que hice que le agrandaran, le hicieron un tejido especial para que no se viera extraño. 

Pero luego era demasiado grande así que se me caía. Tuve dos opciones desacerlo nuevamente o probarmelo en el pie y ahí quedo perfecto entonces lo deje ahí.

Por eso uso pantalones si la gente lo ve, preguntan y con el tiempo es molesto.

Pensé que ya no lo usas.

Y porque. Yo te lo prometí. Nunca me lo quitaría.

 

 

BUENO AMIGOS.

 ESTAMOS LLEGANDO AL FINAL.

 DE ESTA LINDA HISTORIA. 

LES TENGO UNA SORPRESA. 

ASI QUE NO DEJEN DE LEER. 

APOYEN Y SIGAME EN MI PERFIL.

 

 

 




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