Veinte otoños florecieron en su piel, pero en el pecho anida un invierno cruel. Una sombra constante, un susurro tenaz, la ansiedad la envuelve, no la deja en paz.
Los dedos inquietos teclean en la noche, versos que vomitan el huracán que la azota. Cada coma un respiro que el alma le niega, cada verso un grito que la garganta entrega solo al papel, confidente silente y fiel, donde la armadura de "todo está bien" no es de papel.
Porque afuera, la sonrisa es un escudo brillante, una fachada impávida, fuerte y constante. Ojos que miran firmes, voz que no vacila, la joven de veinte, la que todo lo asimila. Nadie adivina el temblor que la recorre lento, la presión invisible, el nudo en el pensamiento.
Intenta entender el porqué de esta urgencia, de este miedo sin nombre, de esta sorda dolencia. Las lágrimas contenidas, un río empozado, la rabia silenciada, volcán sofocado. ¿De dónde surge este huésped tan sombrío, que le roba la calma, que la hunde en un vacío?
Busca en las palabras un mapa confuso, un hilo de Ariadna en este laberinto oscuro. La metáfora es bálsamo, la rima consuelo, en cada estrofa encuentra un efímero vuelo. Aquí no hay máscaras, ni roles impuestos, solo la verdad cruda de sus miedos expuestos.
Quisiera soltar el peso, gritar sin vergüenza, deshacer los nudos que aprisionan su esencia. Pero el mundo espera una fuerza serena, una juventud plena, sin sombra ni pena. Y ella, obediente al mandato invisible, se traga el temblor, se hace la invencible.
Así, la poesía se vuelve su trinchera, donde la fragilidad no es una barrera. En cada verso hallado, un pedazo de sí, intentando armar el rompecabezas gris. Veinte años cargando un silencio pesado, y la esperanza tenue de ser, al fin, liberado.
By: K❤️🩹
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Editado: 12.08.2025