Un grito ahogado en tinta y papel

Un grito ahogado en tinta y papel

La lámpara del escritorio proyecta un círculo de luz tibia sobre la página en blanco. Es un universo virgen, una promesa de todo y, a la vez, la condena de no ser nada. En mi cabeza, las ideas son un torbellino furioso, una orquesta desafinada donde cada instrumento exige ser el solista.

Quiero pintar los lienzos que sueñan mis ojos cerrados, escribir las novelas cuyas tramas me desvelan, comprar ese boleto de avión sin retorno, aprender un tercer idioma, construir algo con mis propias manos. Mi mente es un mapa estelar con galaxias enteras de proyectos, constelaciones de sueños y nebulosas de anhelos.

Pero mis manos reposan inertes a cada lado del cuaderno. El bolígrafo se siente como un ancla, demasiado pesado para levantarlo. ¿Por dónde se empieza cuando se quiere ir a todas partes al mismo tiempo?

Es una parálisis extraña, la de tener un hambre voraz y estar sentado ante un banquete infinito, incapaz de elegir el primer bocado por miedo a perderte todos los demás. Cada camino posible parece anular al anterior, y en mi indecisión, me quedo inmóvil en una encrucijada que yo misma he creado.

Mientras tanto, el mundo no se detiene. Gira a una velocidad que me deja sin aliento. Las pantallas son ventanas indiscretas que me muestran los triunfos ajenos en colores vibrantes: el libro publicado, el viaje a Kioto, la maratón completada, el ascenso celebrado, la familia sonriente.

Son como barcos que zarpan uno tras otro desde el puerto en el que yo sigo varada, con las velas listas pero sin el coraje para izarlas. La brisa que para ellos es impulso, para mí es un viento que me susurra al oído lo tarde que voy.

"Vas demasiado lento", me digo. La frase es un eco constante, un veneno que se filtra en la autoestima. No es envidia lo que siento, o al menos no del todo. Es una profunda sensación de desfase, como si mi reloj personal funcionara a un ritmo distinto al del resto de la humanidad.

Ellos corren, avanzan, construyen. Y yo... yo sigo aquí, con la tinta fresca en el tintero y un papel inmaculado, ahogando en el silencio de esta habitación el único grito que mi alma es capaz de dar. Un grito que no suena, solo se escribe y se borra, un grito ahogado en tinta y papel.

By: K ❤️‍🩹




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.